Viaje de fin de carrera
El presidente Francisco Camps está aprovechando el último tramo de la legislatura para darse unos garbeos turísticos por esos mundos. Lo más probable es que, concluida ésta, no vuelva a tener oportunidad de viajar con la vitola de molt honorable debido a las sombrías circunstancias judiciales que le atañen. Así, esta semana pasada, aprovechando el puente de la Constitución, ha hecho una escapada al emirato de Abu Dhabi para interesarse por un parque temático de la marca automovilística Ferrari que un día podría instalarse en Valencia, lo que también le permitió eludir los fastos oficiales que se celebraron en Madrid por el aniversario de la Carta Magna. Su protagonismo y prestigio político en aquella plaza y en su mismo partido han sufrido serias mermas y ya no debe disfrutar como solía, sintiéndose ahora objeto de reticencias y sospechas.
Por otra parte, en Valencia tampoco había de resultarle muy amable el panorama, pues si bien ha de estar avezado a las críticas de la oposición, cada día más acerbas por obvias razones, ha de resultarle especialmente doloroso e ingrato que las corporaciones empresariales, más dóciles que leales habitualmente, cuestionen sin contemplaciones la política que desarrolla y el marasmo en que se encuentra el Consell. Da la impresión de que las principales entidades representativas de la patronal -Asociación Valenciana de Empresarios y Confederación Empresarial Valenciana- hayan concertado sus quejas y propuestas en torno a la atonía y brechas económicas que nos afligen, señalando con el dedo a este gobierno del PP. Solo faltaba que el lenguaraz presidente de la Cámara de Comercio de Valencia, Arturo Virosque, aprovechase la Noche de la Economía Valenciana, la gran fiesta anual de la entidad, para barrenar en la herida e invocar austeridad en el gasto y racionalidad en las inversiones públicas. Más de cuatro evocarían simbólicamente el Ágora, ese capricho arquitectónico, desmesurado e inútil, como la metáfora del despilfarro que junto a la gestión opaca y degradación democrática, definen un ciclo y unos personajes políticos totalmente agotados.
Como es razonable pensar, este cuestionamiento de la acción -en realidad, inacción- del Gobierno autonómico y de su jefe no ha de sugerir maniobras conspirativas. Los patronos, en su inmensa mayoría, son conservadores, gentes de derecha, pero también pragmáticos, y eso es precisamente lo más significativo de sus informes y demandas, que si alguna objeción merecen, es la demora y hasta la prudencia con que se formulan, pues muchas de las fallas y deficiencias políticas que se denuncian ya tienen lustros y apenas han suscitado la contestación de quienes ahora se han pronunciado. Y es que la crisis aprieta y el cambio en la forma de gobernar apremia.
A este respecto, resulta realmente ilustrativo, por no describirlo como patético, que el portavoz y consejero Rafael Blasco haya coaccionado al PSPV para que retire las querellas interpuestas a propósito de la trama corruptora Gürtel, pues de lo contrario éste se quedará sin consejeros en la CAM. ¿Debemos entender que el PP se ha apropiado de la entidad? Pues sí, y además chantajea. Por estos pagos, el PP no sólo está comatoso sino que también es atrabiliario. No ha de extrañarnos que el presidente, ya amortizado, insista en lo que podrían ser viajes de fin de carrera, de la suya.
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