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Reportaje:

La saharahui que sí viajó

Vuelve a Córdoba una mujer retenida en Tinduf para alejarla de su novio

Maimuna Bachir Mohatar y su novio, Pablo Miranda, se reencontraron el martes, después de 16 meses separados. Ella acababa de llegar a Alicante, junto a su madre, en un ferry procedente de Orán. Y él, medio escondido, la esperaba en el puerto. Tras conseguir zafarse de la vigilancia materna, la chica, de 21, años huyó con el muchacho. Maimuna, saharaui de origen pero criada en España, dejaba así atrás una pesadilla en los campamentos de Tinduf (Argelia), donde ha estado presuntamente retenida por su familia.

Mientras, Pablo, de 22, ha luchado en los juzgados y en los medios de comunicación para conseguir que volviera. El martes pasado, la pareja se reencontró. "Fuimos unos 10 o 12 familiares a Alicante", recuerda el joven. "Nos enteramos de que Mai regresaba en el ferry. Nos desplegamos en el puerto, tratando de que su familia no nos viera. Cuando todos desembarcaron, yo me acerqué al control de pasaportes. Entonces la vi. Mai pasó antes que su madre, me vio, se vino y nos fuimos", cuenta. Desde el coche, la joven llamó a su madre para decirle que estaba bien y con su novio.

Los padres y dos hermanos de la chica está acusados de retención ilegal

Entre su desaparición y su retorno, Maimuna y Pablo han vivido dos frustrados planes de fuga de Tinduf, denuncias por detención ilegal contra familiares de la chica -que estaban en contra de la relación- y un intercambio de pena y dolor a través del teléfono. Ayer, en la casa de Pablo, en Encinas Reales (Córdoba), cansados, sonreían y se abrazaban, sin querer acordarse del 9 de agosto de 2008, cuando Maimuna se esfumó con sólo 19 años.

El primero en dar la voz de alarma fue Pablo. "Se ha ido a la fuerza, se la han llevado", repetía. El padre de la chica afirmaba, en cambio, que su hija se había ido "por voluntad propia" con su madre y uno de sus hermanos a los campamentos saharauis. Pero eso no le cuadraba a Pablo.

Comenzó entonces, para él y su abogado, José Antonio Serrano, una odisea para demostrar que Maimuna estaba en el Sáhara contra su voluntad, y poder traerla de vuelta. La familia del novio y sus amigos pegaron carteles, repartieron folletos, recogieron firmas y mantuvieron vivo un blog solicitando información.

Finalmente, el caso llegó a los tribunales, y los padres y dos hermanos de la chica fueron imputados por un presunto delito de detención ilegal. De hecho, el abogado cree que la llegada de Maimuna es debida a un intento de su familia para que la muchacha declare a su favor y retire las imputaciones. Además, Serrano está seguro de que la intermediación del Gobierno español también ha ayudado.

Pero, hasta entonces, las noticias de Maimuna no les tranquilizaban. La muchacha sólo pudo hablar con Pablo cuando consiguió esconder un móvil, facilitado por un cooperante español. Y lo que oyó, marcó al joven. Ella relataba un calvario de presiones, coacciones y malos tratos. Y decía que quería irse. Ayer, Maimuna no quiso hacer ningún comentario. "Estoy muy cansada. No quiero hablar más de mi familia. Ya hablaré con ellos", decía. Este periódico se puso en contacto con el padre de Maimuna, Bachir Mokhtar Bubadus, quien no quiso responder a ninguna pregunta.

Además de declarar ante la juez, a Mai le espera ahora una tarea compleja y dolorosa. Por un lado, quiere preservar su relación con Pablo. Pero, por otro, desea normalizar, de alguna manera, su complicada relación familiar. "Sobre todo, quiero dar las gracias a todos los que han luchado por mí", dice.

Pablo Miranda y su novia, la saharaui Maimuna Bachir Mohatar, después de su reencuentro.
Pablo Miranda y su novia, la saharaui Maimuna Bachir Mohatar, después de su reencuentro.F. J. VARGAS

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