La ciencia hace historia en Baiona
Científicos y políticos reciben al primer artefacto no tripulado que cruza un océano
Un pequeño submarino de color amarillo hizo ayer historia en Baiona. A eso del mediodía, con científicos, ingenieros y autoridades estadounidenses y españolas presentes en el acto, tocó tierra a este lado del Atlántico ese robot, de menos de metro y medio de largo, con forma de torpedo, que partió de las costas de Nueva Jersey hace siete meses y medio y se ha convertido en el primer artefacto no tripulado que cruza un océano. De Baiona, pasando por el aeropuerto de Vigo para su transporte y tras una gira por varias ciudades estadounidenses, el Caballero Escarlata va camino del más famoso museo de ciencia y tecnología del mundo: el Smithsonian de Washington. En Baiona quedan para su recuerdo un modelo a escala, una placa conmemorativa de la hazaña y un puñado de cartas que escribieron escolares estadounidenses y que han viajado en el submarino hasta que ayer se entregaron a sus destinatarios, sus coetáneos de Galicia. Recibió las cartas, con toda ceremonia, un grupo de escolares de Baiona en el Monte Real Club de Yates, ante el representante de Barack Obama para la ocasión (Jerry Miller), el ministro de Fomento, José Blanco, y científicos e ingenieros de los dos países que han sido los protagonistas de esta aventura científica.
"El año pasado perdimos un submarino, ahora lo hemos logrado"
Un enviado de Obama bendijo el proyecto impulsado por España y EE UU
"Llevo diez años trabajando en esto, el año pasado perdimos un submarino igual a la altura de las Azores, y ahora lo hemos logrado", comentaba muy emocionado Scott Glenn, científico de la Universidad de Rutgers y jefe del proyecto. "Este planeador submarino (glider) abre una nueva forma de explorar el océano", añadió Enrique Álvarez Fanjul, físico de Puertos del Estado y líder de la participación española.
El glider, tras recorrer 7.500 kilómetros, fue capturado el viernes pasado desde el buque Investigador, a 120 millas de las costas gallegas, "para evitarle el cruce de este último tramo con mucho tráfico de buques", explicó Álvarez Fanjul. En el barco, los responsables del submarino lo abrieron y limpiaron para poder pegarle en el casco las pegatinas conmemorativas con que se presentó en Baiona. Ayer lo sacaron del barco, lo depositaron en una zodiac y recibió la bienvenida a tierra con aplausos efusivos de unas 200 personas, en el pantalán del club de yates,no sin antes dar un rodeo por el puerto, ante la copia de la carabela La Pinta, que en 1493 llegó a esta localidad con la noticia de la llegada de Colón a América.
"El glider sólo lleva sensores para medir la temperatura y la salinidad del agua, un GPS y un sistema de comunicación por satélite, además de las baterías", explicó Álvarez Fanjul. No tiene motor de propulsión y se desplaza por un principio simple: un pistón en el submarino se desplaza variando el volumen y, por tanto, la densidad del aparato, haciendo que se hunda (hasta 200 metros) y luego emerja a la superficie. El truco es que al subir y bajar, con sus aletas, el robot planea por el agua como un avión sin motor por el aire. Así el Caballero Escarlata (que toma el nombre de la mascota de la Universidad de Rutgers) ha cruzado el Atlántico como si fuera por una imaginaria montaña rusa de agua. En la superficie, cada día, ha transmitido los datos oceánicos tomados y ha recibido indicaciones para continuar la navegación.
Antonio Ramos, oceanógrafo de la Universidad de Las Palmas, explicó ayer la participación española en la misión, que no sólo se ha centrado en la logística para recibir el glider, sino también, en la segunda mitad de la travesía, "en la elaboración, a partir de datos de satélites y modelos, del paisaje marino en cada momento, sobre el que los colegas estadounidenses han ido guiando el submarino".
"Este pequeño submarino amarillo es tan importante para la oceanografía como el primer buque transatlántico lo fue para la oceanografía", dijo Richard Spinrad, adjunto al director de la Agencia Nacional de Océano y Atmósfera (NOAA) estadounidense. Este sistema de exploración de los mares es muy eficaz y mucho más barato que los buques oceanográficos, ya que cada día de navegación de uno de ellos cuesta 20.000 dólares y el glider, 100.000.
El estudio de corrientes marinas, los datos de temperatura y salinidad, toda la información que se obtiene del Caballero Escarlata y sus sucesores es de gran valor para avanzar en la modelización climática que permite, por ejemplo, precisar cuáles van a ser los efectos del calentamiento global. Ayer un entusiasta Jerry Miller habló del interés de Obama en esta misión y destacó la importancia de la colaboración científica y tecnológica de EEUU con otros países. Spinrad, por su parte, lanzó un plan: hacer una circunvalación del planeta con glider, es decir, explorar todos los océanos con unos 15 planeadores submarinos. Los científicos, por supuesto, aceptaron el reto.
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