Dos Italias
Italia es el país de Occidente que mejor y más rápido sale de la crisis. La noticia del nuevo milagro italiano ha sido recibida con alborozo y triunfalismo por el Gobierno. Italia encabeza, en cuanto a crecimiento durante el último año, a los 30 países más industrializados. Con respecto a septiembre de 2008, el índice compuesto de la OCDE asigna a Italia una expansión del 10,8% frente al 8,4% en Francia y al 7% en China y en el Reino Unido. El PIB volvió a crecer en el tercer trimestre, un 0,6%, y el dato parece confirmar la solidez de los puntos fuertes del país: bajo endeudamiento de las familias, bancos poco expuestos a la crisis financiera y una economía real sólida y activa.
La recuperación no esconde problemas clásicos que se han agudizado
"El momento peor lo hemos superado. Somos la sexta economía mundial y la tercera europea, y ya estamos por encima del Reino Unido", ha declarado, ufano, el primer ministro, Silvio Berlusconi.
Días después llegaba el bajonazo: el número de parados sobrepasa ya, por primera vez desde 2004, los dos millones. La tasa de paro se sitúa en el 8%, aún por debajo del 9,3% de la UE-27 y del 9,8% de la zona euro. Respecto a septiembre, el desempleo sube un 2%, y de octubre a octubre un 13,4%.
La comparación, que parece poner a Italia en una posición mejor que a sus pares europeos, no esconde varios problemas clásicos que, según los expertos, se han agudizado: crece la tasa de inactividad general, empeora el trabajo femenino (la tasa de población inactiva llega al 48,6%, a la cola de Europa) y el de los jóvenes de 15 a 24 años, y el sur del país marcha, en todos los campos, a velocidad mucho menor que el resto.
Según el CERM, un centro de análisis independiente, Italia tiene un mercado laboral "dual" (norte-sur, hombre-mujer, adultos-jóvenes) que emite señales muy preocupantes para el futuro. Los fríos datos, una vez más, ayudan a confirmar el tópico nunca desmentido; Italia es el país de las mammas y las reinas de los fogones; está dominado por una jerarquía cuasi geriátrica, que ejerce de Casanova y a la vez de tapón generacional eterno, y la economía vive de la pujanza exportadora del próspero norte padano, xenófobo y ordenado. Y de la mafia, claro.
El cuadro lo ha definido Mario Draghi, gobernador de la Banca de Italia: "El sur de Italia sigue siendo el territorio atrasado más vasto y poblado de la zona euro. Incentivos, subsidios a las empresas, políticas de asistencia, políticas regionales, se han revelado ineficaces. Los servicios públicos revelan 'deficiencias alarmantes', el paro es elevado, la escolarización baja. La criminalidad organizada se infiltra en las administraciones públicas, contamina la confianza de los ciudadanos, obstaculiza el mercado libre". El gobernador considera difícil dar una cifra exacta de los costes de la mafia (algunos cálculos consideran que alcanza el 25% de la economía, legal y negra, del país).
Según un estudio de Bankitalia, el crimen organizado influye incluso sobre los costes de los créditos bancarios del sur. Hoy, el PIB per cápita del mezzogiorno está por debajo del 60% del PIB del centro-norte; el trabajo irregular allí, en el sur, alcanza el 20%; el PIB per cápita en Calabria es el 50% del de Lombardía, y en el segundo trimestre el empleo cayó un 4,1% en el sur, frente al 0,6% en el centro-norte.
Descartadas las reformas estructurales por la mala situación de las finanzas públicas; embutido el jefe del Gobierno en el traje de madera que le está construyendo la inquietante vendetta de la mafia siciliana, incluidas revelaciones tremebundas sobre el origen del patrimonio del Cavaliere de Fininvest, y desaparecida en combate la oposición del Partido Democrático con su mezcla antinatura de democristianos y ex comunistas, ¿quién cogerá por los cuernos el futuro del país?
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