Lo mejor y lo peor de Cristiano
El portugués lidera al Madrid ante el Almería en un partido dislocado, pero se desquicia y acaba expulsado
Hasta el Almería es capaz de desquiciar al Madrid y a Cristiano. Mal asunto para un equipo que vive tan convulso que desaprovecha una hora de máxima plenitud, se enreda de repente y acaba por recurrir a la heroica de forma tan vehemente que su primer galáctico termina siendo víctima de un exceso de egocentrismo. El desboque de CR rescató al Madrid de un apuro considerable, pero retrató lo peor del portugués, merecedor de tantos elogios como reproches en una misma noche. Así es este Madrid de tanto claroscuro.
El equipo arrancó como un trueno. Se desplegó con un frenesí extraordinario, a una velocidad imposible para la primeriza cadencia del Almería, que sin marcajes al hombre como en el Camp Nou no tuvo hueso durante una hora. Durante ese tiempo, lo que tardó en mirar al frente, el equipo de Hugo Sánchez no fue otra cosa que Diego Alves, un portero a destajo en Chamartín. Sólo él evitó lo que presagiaba el vigorizante ejercicio del Madrid, que se ensañó hasta lo estremecedor con el meritorio portero brasileño. Al contrario que en jornadas precedentes, la mayoría de los ataques locales tuvieron un punto final ante Alves. Ese es uno de los contagios que provoca Cristiano, cuyos arabescos no delatan a un futbolista siempre directo, siempre de reojo ante el gol, esté donde esté. A su impulso se sumó Van der Vaart, un Kaká postizo, con cierto crédito para Pellegrini. Liberado tras CR e Higuaín y con el Almería en la cueva, el holandés tiene algo de vuelo para un rato. No tiene juego, pero su zurda es un bate.
REAL MADRID 4 - ALMERÍA 2
Real Madrid: Casillas; S. Ramos, Pepe, Albiol, Arbeloa; X. Alonso (Drenthe, m. 88); Granero, Van der Vaart (Benzema, m. 62), Marcelo (Diarra, m. 84); Higuaín y C. Ronaldo. No utilizados: Dudek; Garay, Gago y Raúl.
Almería: Alves; Míchel, Acasiete, Chico, Cisma; Bernardello, M'Bami; Juanma Ortiz, Soriano (Goitom, m. 69), Crusat (Piatti, m. 81); y K. Uche. No utilizados: Esteban; Pellerano, Guilherme, José Ortiz y Corona.
Goles: 1-0. M. 31. Sergio Ramos. 1-1. M. 57. Soriano. 1-2. M. 61. Uche. 2-2. M. 72. Higuaín. 3-2. M. 82. Benzema, tras fallar C. Ronaldo un penalti. 4-2. M. 84. C. Ronaldo.
Árbitro: Estrada Fernández. Expulsó por doble amarilla a C. Ronaldo (m. 89). Amonestó a M'Bami, Míchel, Alves y Acasiete.
Unos 80.000 espectadores en el Bernabéu.
Consumido por su error en el penalti, el delantero no festejó el gol de Benzema
Firme y decidido, el Madrid fue el único en disputar el partido hasta la sorprendente remontada almeriense. Tan paliducho se mostró de inicio su adversario que el choque se convirtió en un reto del Madrid consigo mismo. Sin Lass y Kaká, el técnico local repitió el guión de Barcelona, esta vez con Granero y el mencionado Van der Vaart. El canterano, inclinado a la orilla derecha, fue lo más difuso del equipo. Tuvo protagonismo, pero es un jugador sin concretar. Tiene manejo y soltura, tanto como alergia al costado. Frente al vértigo que proponen sus compañeros, él se ceba con el balón en los pies. A falta de extremos, CR es otro recurso que gana el Madrid. No hay una zona selvática para el portugués. Se demostró en el tanto de Ramos, que tras advertir a su compañero anclado en la banda derecha, se probó como ariete. Al estupendo centro del luso, el defensa respondió con un cabezazo por encima de Acasiete, que perdió el ascensor con Ramos colgado del aire.
El gol, que se retrasó en exceso a la vista del constante asalto madridista, en nada alteró el curso del encuentro hasta el descanso. Hasta entonces, al Almería todo le resultaba marciano. Hugo siempre fue un tipo decidido. En el intervalo se cambió de camisa y su discurso en la caseta activó al cuadro andaluz, que fue otro. Tardó 55 minutos en echar un vistazo a Casillas, uno de esos porteros que no necesitan calentamiento. En la primera aproximación rojiblanca, respondió de forma espléndida a un remate picante de Uche. Fue el primer aviso. El capitán español nada pudo hacer ante Soriano y el propio Uche, que voltearon el marcador de forma inopinada. Llegó el milagro. El Madrid, que había flirteado con una comodísima goleada, se dio de bruces con un encuentro retorcido. Una pésima noticia para un equipo con tantas y tantas angustias. No es para menos cuando le cuesta un potosí bajar la persiana a partidos que abanica durante muchos minutos, como ya le ocurrió ante el Racing y ante el Zúrich. Resulta que a un equipo tan distinguido no hace tanto por su estruendosa pegada, ahora se seca incluso cuando no merece un reproche.
En plena confusión en Chamartín, con la hinchada afilando el verbo, Pellegrini echó el lazo a Benzema. Ya no había noticias de Van der Vaart, el sustituido. El Madrid necesitaba otro toque de corneta, y resucitó por la vía que mejor explota: el vigor y la energía. Se sobrepuso a todos los fantasmas y Acasiete se sumó a la causa. Regaló con candidez el empate a Higuaín. Luego llegaron los momentos CR. Tan incrédulo como el resto de sus compañeros, la estrella no podía permitirse un estropicio semejante en su reaparición en el Bernabéu. Sus recursos son variopintos. Al borde del precipicio, hizo un guiño al árbitro, un novato en Primera, y éste picó en una gran intervención de Alves, que arañó la pelota de los pies del portugués. El penalti era su portada. Falló y, pese a que le redimió Benzema, que aprovechó el rechace del épico Alves, CR no festejó el gol. Consumido por su error individual se olvidó del éxito colectivo, acción que le delata y demanda un tiempo en el diván. Con tanto apego se desquició de tal forma que ni su acierto en el cuarto tanto le sosegó. No se concede un fallo y el cortocircuito del penalti lo pagó con Ortiz, al que pateó con saña. Será baja en Valencia. En un mismo día, lo mejor y lo peor de CR. Es sí, evitó otra voltereta de Hugo.
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