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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El riesgo y misterio de Jesús Pastor

Todavía es un misterio por qué el madrileño Jesús Pastor, uno de los más destacados bailarines españoles con carrera de éxito en el extranjero (pasó por la Compañía Nacional de Danza, el English National de Londres y el ABT de Nueva York), dejó todo y se volvió solo ante el peligro a Madrid, a un duro bregar de salas independientes, trabajo esporádico y futuro incierto.

Pastor escogió la senda más difícil, la del riesgo y la creación en solitario, al fundar la compañía Human Dance Project. El enigma va, ahora ya en su tercera obra, dando lugar al desbroce de un talento más allá del de puro intérprete. Es evidente que Pastor tiene cosas que decir y se vale ante todo de su plasticidad, lo que viene a ser, junto a su técnica, las bases características de los materiales que reúne y ordena en este monólogo intenso dividido en cuatro partes que aluden a las cuatro estaciones en cuanto etapas vitales. Primavera, verano, otoño e invierno sirven de marco o punto de partida a un discurso vibrante, entregado y fácilmente legible, donde el artista se explica. O más bien se desvela.

HUMAN DANCE PROJECT

The seasons of the human being. Coreografía, interpretación, escenografía y vestuario: Jesús Pastor; música: Gustav Holst, Claude Debussy y otros; luces: Pablo Hernández. Sala Triángulo. Hasta el 13 de diciembre.

Su tercera obra desbroza un talento más allá del de puro intérprete

Con economía de medios (escenario desnudo, ropa civil, texturas de la naturaleza) y basando el discurso en la explotación de sus propios recursos corporales, el bailarín evoluciona en estilo a medida que pasa de una estación a otra, de un ciclo a otro. En todos los estadios luce sus asombrosas posibilidades y su espléndida forma. Así, pasa del mundo primigenio, el descubrimiento de la sexualidad y su propio cuerpo, al éxito de un entorno social (representado por la fiesta nocturna y el ambiente discotequero, tratado, eso sí, con irónico humor). Barra y copas son el pretexto para llevar al público a escena y al bailoteo bajo los focos de colores. Es una manera de romper distancias y acercar posiciones.

Tras la pausa, llega un otoño reflexivo de maduración y un invierno de soledades e impacto moral, de abrir y cerrar puertas, de planos inclinados y vértigo. El personaje se deja arrastrar por las circunstancias emergiendo a una elocuencia expositiva que se basa en la transmisión sensible, en las imágenes rotundas envueltas progresivamente desde el piano impresionista hasta el sonido electrónico contemporáneo. El fraseo también es articulado en el mismo sentido, de una armonía más circular y hasta aérea, se pasa a ángulos severos con aristas filosas, como si hubiera una conciencia del peligro que se representa, una vocación por el reto. Y algo de duelo confesional con el espejo hay en esta pieza a veces lúgubre y por momentos sin salida.

Jesús se atreve con unas difíciles y comprometidas mallas blancas que dejan a la vista cualquier defecto o virtud. En esto también su físico está solo y expuesto con crudeza, donde la mezcla intencionada de elementos académicos (en los que se mueve con soltura y elegancia) lleva hasta formas de composición más rupturistas y de búsqueda, creándose así unas respuestas visuales poderosas, que llenan la escena y dotan al producto de un lirismo tenso de convergencia. Si su giro y su línea son descompuestos a voluntad, la respiración es usada también como un potente elemento de diálogo.

La obra sigue en cartel de jueves a domingo hasta el próximo día 13.

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