"El hombre teme al fracaso y la mujer, al rechazo"
Elige un restaurante de Barcelona, Ego, de paredes blancas y lámparas rojas, a pocos metros de la Universitat Pompeu Fabra (UPF). Admite que le atrae "la sonoridad" de sus menús de batalla, aunque el de hoy no parece especialmente sonoro: mix de ensaladas con vinagreta de Módena y bacalao con escabeche y setas. Son los platos que escoge, más un yogur, tras haberse sentado con gracia en su mesa preferida, redonda y demasiado grande para dos. Llama "cariño" a la camarera y le suplica que le traiga "mucha, mucha agua". Cuando una botella de litro y medio se planta sobre el mantel, enarca las cejas: "¡Hombre, tampoco tanta!".
Carme García Ribas, profesora de la Escuela Superior de Comercio Internacional de la Universitat Pompeu Fabra (ESCI-UPF), tiene una voz tremenda, maravillosa. No hacía falta decírselo, descubro enseguida. "Mi talento es la voz, trabajé 10 años en la radio y justamente acabé en la universidad porque un día me propusieron dar un curso de oratoria", cuenta. Por observación, cayó en la evidencia de que lo que distinguía a quienes comunican bien de quienes comunican mal era el miedo. "Lo leí todo sobre el miedo y comprendí que siempre se abordaba como una patología a curar. Nadie hablaba de nuestro miedo difuso y cotidiano. El hombre siente miedo al fracaso y la mujer, al rechazo. Él teme no ser alguien y ella teme serlo".
Profesora de la Pompeu Fabra, imparte un curso de liderazgo femenino
En el I Congreso Internacional de Liderazgo Femenino que se ha celebrado en Europa -Barcelona, septiembre de 2009-, a García Ribas se le ocurrió pedir a un auditorio de 400 mujeres, muchas empresarias, que levantaran la mano si sentían miedo al rechazo. "Recuerdo todos esos brazos alzados de golpe, fue impresionante", explica la autora de El Síndrome de Mari Pili y de Miedo a ser.
Le digo que "liderazgo femenino" suena cursi y me envía una mirada severa desde el otro lado de la mesa, pero no estalla. Escucha, barrunta y dice que no encuentra alternativa mejor. También confiesa que su paradigma topa con mayor resistencia entre mujeres que entre hombres.
Tras el café y durante una larga sobremesa, se adentra en las explicaciones. Es fácil imaginarla en clase, en el posgrado sobre liderazgo femenino de la UPF, que ya va por su cuarta edición. "La mujer construye su identidad alrededor del miedo al rechazo y ésa es la clave de su escasez en los puestos de poder. ¡Eso no excluye la responsabilidad de la sociedad en esa falta!", proclama esta mujer expresiva sin currículo feminista.
¿Y la mujer que ya manda? "Se comporta con la docilidad del huésped", espeta, mientras aconseja la lectura de El mundo de las mujeres, del sociólogo Alain Touraine. "La traten bien o mal, la mujer no se zafa de cierta sensación de impostura, como si no mereciera estar ahí, le incomoda destacar, quiere ser una marca blanca".
La depresión total, coincidiendo con la llegada de la cuenta, sobreviene cuando García Ribas descarta que la cultura de la igualdad sea sinónimo automático de avance: "Está muy bien. La mujer tiene más formación, preparación, oportunidades, una vida sexual más activa... pero de poco sirve si persiste su actitud de sumisión". Pone el ejemplo de Carrie Bradshaw, protagonista de Sexo en Nueva York, y sus amigas. "Pasan por ser mujeres de hoy, profesionales, independientes, liberadas, pero, en el fondo, sólo quieren que las quieran".
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