Sumisión

Resulta alarmante la pasividad con la que la sociedad cordobesa asiste al espectáculo que están dando los rectores de Cajasur y, muy especialmente, su presidente, el sacerdote Santiago Gómez Sierra. Su actitud desafiante, resistiéndose a culminar la fusión con Unicaja, ha llevado a la institución al límite hasta el punto de que algunos dan por buena la intervención del Banco de España antes que caer en manos de la caja con sede en Málaga. Es el mismo tejido social que asistió, complaciente y con sumisión plena durante años, a las tropelías que cometía impunemente el entonces plenipotenciario Miguel Castillejo, verdadero amo y señor de los que ahora se erigen en defensores a ultranza de una abultada plantilla laboral. Esto es, aquellos que no han sabido, o no han querido, luchar debidamente por el futuro de este colectivo laboral, aplicando una sensata gestión de la caja, pretenden ahora aparecer como sus salvadores, in extremis, cuando son ellos y sólo ellos los que han llevado a la entidad a esta difícil tesitura que es, ni más ni menos, su liquidación total en caso de que no se avengan a razones.

En el análisis de lo ocurrido habrá igualmente que determinar responsabilidades entre los que han estado al frente de la caja y, también, entre los que han tratado de sacar provecho político del conflicto articulando discursos de doble uso, dependiendo de donde se fechen. Aspecto éste, por cierto, que vale, además, para determinadas empresas periodísticas. En el peor de los casos, los ha habido que han sacado provecho personal y, sin embargo, se creen en condiciones de dar lecciones a pesar de estar inhabilitados para ello. Todos quedarán especialmente retratados para la particular historia de este proceso, con nombres y apellidos, como aquellos que lejos de facilitar el mantenimiento y fortalecimiento de un instrumento financiero propio como puede ser Unicajasur, prefieren su desintegración y venta a trozos. Se ha jugado mal con esa Córdoba que dicen defender y por la que se dan a diario numerosos golpes de pecho mientras contemplan cómo esta provincia se descuelga del impulso económico que se viene registrando en los últimos años en nuestra comunidad. Así que sólo cabe confiar en que prosperen los contactos negociadores previstos para esta semana entre Gómez Sierra y el presidente de Unicaja, Braulio Medel. A pesar de ello, pase lo que pase, tanto Gómez Sierra como su tocayo, mano derecha y estrecho colaborador, Santiago Cabezas, han de saber que no saldrán bien parados de este trance en el que todavía está por ver cuáles son los verdaderos intereses que están detrás de tan empecinado y extraño comportamiento.