Cambio climático
EL PAÍS del 24 de noviembre recoge en una pequeña nota al fondo de una página de la sección de Sociedad el escándalo de los mensajes electrónicos pirateados del Climate Research Center del Reino Unido. En ellos parece mostrarse un escaso fair play a la hora de defender la alarma frente al cambio climático y de combatir a los escépticos. Otros periódicos de prestigio mundial como The New York Times o The Guardian han prestado buena atención al asunto desde su aparición la semana anterior.
No creo que mucha gente sensata pretenda actualmente que los cambios climáticos no puedan constituir un serio problema para la humanidad. Sin embargo, menos aún creo que la manera más correcta de abordarlos sea estableciendo doctrinas oficiales y condenando a priori cualquier desviación crítica. Suele señalarse que hay fuertes intereses (empresas petroleras, por ejemplo) que apoyan a los más escépticos, pero, aunque pueda ser cierto en muchos casos, no es excusa para ahogar todo debate, llegando a tachar a los oponentes de negacionistas como a quienes rechazan la realidad de los crímenes nazis.
La verdad es que también en el otro sentido hay intereses, desde los de los ecologistas profesionales a los de las industrias de energías renovables, y es normal que así sea, y bueno si estimula a comprender mejor la realidad y los pros y los contras de cualquier acción frente a ella. Precisamente cuanto más importante sea un problema más necesario es tratarlo abiertamente, sin consensos forzados y atendiendo a toda su complejidad.
No, no debe reducirse a simplezas como si hay cambios o no (siempre los ha habido), o a augurios como los de la película de Al Gore, sino abordarse conjuntamente desde la ciencia del clima (de su realidad, su evolución y sus causas), el análisis de los posibles efectos (los perjudiciales pero también los beneficiosos), las posibilidades técnicas de reacción (mitigación y también adaptación), la economía de las distintas alternativas y el orden de prioridad a la hora de asumir los costes de estas políticas y de otras como la lucha contra el hambre, la enfermedad o las miserias de todo tipo.
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