La obra usurpada de Camilo Camaño
Una escultura del artista cangués fue embarcada y montada en Fuerteventura a sus espaldas por una subcontrata de Fadesa que no le pagó ni reconoció la autoría
En A Mangallona, la casa museo que el escultor y pintor Camilo Camaño tiene en Coiro, Cangas, se conserva, hecha añicos, la pieza original que hace cinco años viajó en el maletero de un turismo, a la sede de Fadesa en A Coruña, para recibir el visto bueno de Manuel Jove. El promotor quería reproducirla a gran tamaño, 20 metros de altura, para adornar una rotonda de la urbanización que estaba ejecutando junto a la playa de Morro Jable, en el Ayuntamiento de Pájara, Fuerteventura.
En el tiempo que estuvo aguardando para el encuentro con el entonces propietario de Fadesa, dos horas, la secretaria de Jove le preguntó a Camaño cuánto costaba la escultura original que se pretendía tomar como modelo para construir la otra enorme de la isla. El autor respondió que 15.000 euros. Después de la reunión, la pieza de 30 kilos, que recreaba los mástiles y las velas de un barco, en madera, metal, piedra y cristal, quedó en Fadesa para que la viesen en días sucesivos los arquitectos de la empresa. Pasados unos meses, fue devuelta al Carballal de Coiro rota y sin pagar.
La promotora conserva las tres facturas que pagó, por 342.932 euros
Supo cómo había quedado la rotonda por las fotos que le mandó la policía
"No soporto el robo, pero menos el dolor que supone la pérdida de una obra"
El escultor se ofreció al alcalde para certificar la pieza, pero éste no contestó
A aquel encuentro, que Camaño Xestido no buscó, asistieron también Salvador Tomé Casalderrey y Teresa Martínez Pousa, el matrimonio responsable de Xogos do Morrazo, una empresa instaladora de parques y ajardinamientos que ya no existe. Fueron ellos los que, en una visita a la casa museo, se fijaron en la escultura, y los que propusieron a Fadesa reproducirla a escala gigante. Como subcontrata, se encargaron de todos los trabajos tras el aprobado de Jove, y según se demuestra ahora desde la promotora, cobraron en tres facturas (de 9.818, 268.898 y 64.216 euros) a nombre de un tercero, todo el coste de la obra entre 2004 y 2005.
En estos 342.932 euros ya estaban incluidos los honorarios del artista, que debía encargarse de realizar todos los planos desglosados con las nuevas dimensiones del conjunto escultórico, efectuar ciertos cambios en los materiales, acordes con el viento que azota Morro Jable, y proponer el tipo de piedra (de Campolameiro y de Porriño) y unos cuantos talleres gallegos capaces de materializar la idea. Pero la parte correspondiente jamás llegó a manos de Camaño. Y lo que es peor a ojos del artista: Xogos do Morrazo no se preocupó o no quiso reconocer la paternidad del conjunto con una placa a pie de escultura, o al menos con un documento depositado en el Ayuntamiento de Pájara.
Mientras fue necesario su consejo, según recuerda ahora el escultor, Salvador Tomé y Teresa Martínez le prometieron (siempre de palabra, porque nunca hubo un contrato escrito) que controlaría él mismo la instalación in situ de las distintas piezas que componían la obra, con viajes y alojamiento por cuenta de la empresa las veces que fuesen necesarias. Camaño, según lo hablado, también asistiría como creador a la inauguración de la rotonda, y la autoría sería reconocida de la misma manera que lo fue la de la escultura que ocupa la rotonda siguiente de la urbanización de Fadesa, de una artista cubana. Luego nada de esto ocurrió, y Camaño tuvo que confirmar que su obra ya había sido inaugurada, como el resto de la promoción inmobiliaria, a través de la Policía Local de Pájara (con la que lo puso en contacto el Cabildo de la isla) al no obtener respuesta alguna ni de Xogos do Morrazo, ni de Fadesa ni del Ayuntamiento.
Cuando Camaño recibió las fotos que le envió la policía, no se sorprendió. A esas alturas ya se había enterado, a través de Xogos do Morrazo, de que las moles de piedra gallega habían sido transportadas en barco hasta Fuerteventura y de que habían sido montadas a sus espaldas. Lo supo porque, en una ocasión, los representantes de la subcontrata canguesa lo llamaron para consultarle una solución técnica: habían decidido convertir la escultura en fuente, instalando un surtidor en lo alto del palo mayor que forma parte del conjunto.
En los sucesivos intentos de que se reconozca su obra, Camaño, director de la Casa de Cultura de Cangas y medalla de oro del Salón de Otoño de Montreal, ha enviado varias cartas al alcalde de Pájara. En ellas se ha ofrecido para certificar gratuitamente la escultura, pero el regidor, el socialista Rafael Perdomo, nunca le ha respondido, pese a que la autoría revalorizaría aquella rotonda anónima de su municipio.
Desde que se inauguró aquella urbanización, Fadesa cambió de manos y ya no es en absoluto lo que era. Los responsables de entonces dan por zanjado el tema. Dicen que esa deuda les es "completamente ajena porque en su momento se pagó al proveedor", es decir, a Xogos do Morrazo, de principio a fin, la instalación. Por su parte, Salvador Tomé, consultado por este periódico, devuelve la pelota a la constructora. Afirma que "la escultura fue una compensación de Fadesa al Ayuntamiento", y que "es Fadesa la que tiene que aclarar lo que pasó" porque Xogos do Morrazo "sólo se encargó de la instalación". "Aunque la verdad", añade, "Camaño no tiene a quién reclamar un duro porque las personas que llevaban el tema de ajardinamientos en Fadesa ya no están y aquello está desmantelado".
El artista, cinco años después, ya no quiere el dinero. Se plantea presentar una denuncia por "usurpación" de derechos de autor, "o en último caso, por plagio". "No soporto el robo, la delincuencia", dice, "pero menos el dolor que supone la pérdida de una obra. Es como perder a un hijo".
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