El Valencia es una mina
El conjunto de Emery aplasta a un Osasuna desquiciado con tres goles de salón
Hay jugadores como Villa o como Silva que destilan perlas con frecuencia y que desatan los suspiros del fútbol. Son jugadores reconocibles por la forma en la que entienden el juego. Lo ven con colores, trazos finos y pinceles poco poblados. Sin embargo, aquéllos que frecuentemente utilizan la brocha gorda como herramienta de trabajo deciden de vez en cuando hacer un trueque y sacar su varita. Marchena se destapó como un nuevo genio. Contagiado por la clase de la línea de ataque valencianista mostró un repertorio desconocido digno de cualquier superclase.
Lo hizo primero con un pase magistral, con la zurda que pasó por encima de los centrales y que Villa recogió con sutileza. Entre magos andaba el juego y El Guaje no desentonó con un remate de espuela, que dirigió con sutileza al fondo de la red. El mazazo fue demasiado para Osasuna. Y eso que el conjunto navarro fue quien más apretó en los compases iniciales, ayudados por un César desbordado al que su defensa metió en más de un jardín con esas cesiones que fulminan a cualquier portero.
OSASUNA 1 - VALENCIA 3
Osasuna: Ricardo; Azpilikueta, Flaño, Josetxo, Calleja (Dady, m. 60); Juanfran, Puñal, Nekounam (Rúper, m. 81), Camuñas; Pandiani y Aranda (Masoud, m. 60). No utilizados: Roberto; Sergio, Oier y Galán.
Valencia: César; Bruno, David Navarro, Dealbert, Mathieu; Joaquín (Alexis, m. 78), Albelda, Marchena (Baraja, m. 83 ), Pablo H.; Silva (Banega, m. 70) y Villa. No utilizados: Moyà; Maduro, Mata y Zigic.
Árbitro: Velasco Carballo. Expulsó a Pandiani (m. 65) y a Flaño (m. 93). Amonestó a Nekounam, César, Aranda, Puñal y Villa.
Goles: 0-1. M. 12. Villa. 0-2. M. 20. Albelda. 0-3. M. 58. Marchena. 1-3. M. 70. Masoud.
Unos 19.000 espectadores en el Reyno de Navarra.
Un juez de línea recibió el impacto de un bocadillo lanzado desde la grada
Atajado el empuje inicial el Valencia no daba sensación de incomodidad. Aguantaba bien el cuerpeo, el balón frontal no era un problema para Navarro y Dealbert y en cuanto el balón llegaba a los pies de Silva se despejaba el horizonte. Las combinaciones con Joaquín y Pablo eran constantes y rara vez repelidas por la zaga rojilla. Nada funcionaba en Osasuna, que tiró del patadón como arma de juguete que nunca intimidó al rival. Ante el Almería se le vieron las costuras al conjunto de Camacho y frente al Valencia se le terminaron de rasgar del todo. Más aun cuando la chistera de Marchena aún no había desvelado el último truco. En la primera parte se vistió de arquitecto para tirar un pase genial y en la segunda mitad decidió perforar la portería con un disparo colocado desde fuera del área que volvió a coger adelantado a Ricardo y que, tras rozar el larguero, se alojó con elegancia en el fondo de la red.
El vendaval valenciano arrasó toda la estrategia local centrada en dos cabezas peladas: las de Pandiani y Aranda, que de tanto pelotazo terminaron por producirles dolor de cabeza. Mayor dolor debió sentir Pandiani, que decidió borrarse del partido tras golpear con el codo a Navarro. El colegiado le mostró la segunda cartulina y con la expulsión se disiparon todas las esperanzas rojillas. Con la expulsión se calentó el partido y fruto de un ataque embarullado de Osasuna Masoud hacía el gol del honor para un equipo que a pesar de estar con uno menos no inclinó la rodilla.
No respondió la afición rojilla, que agredió con un bocadillo al juez de línea cuando éste no había señalado la pena máxima que precedió al gol de Masoud. Se le cruzaron también los cables a Flaño, que se autoexpulsó en los últimos compases del partido. Unos minutos finales cargados de transiciones interminables que demostraron que el Valencia tiene creadores en la línea de ataque, y que unos metros más atrás cuenta con dos magos escondidos que también resuelven partidos.
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