'Depechera' en Chueca
Cómo se prepara una seguidora de los Depeche Mode para los dos conciertos de la formación británica en Madrid
Sólo son 35 metros cuadrados en la calle de Augusto Figueroa, el pulmón de Chueca. Es uno de esos hogares que sólo se entiende en una sociedad donde un ladrillo se cotiza más que toda la bibliografía de Shakespeare. Funcional, sí; extremadamente pequeño, también. Existen miles de pisos en Madrid tan pequeños y coquetos, pero ninguno dedicado a la causa de Depeche Mode de forma tan enfebrecida. Esto no es una exageración: en cada rincón de este espacio encuentra acomodo un símbolo de Depeche Mode. Imanes en la nevera, pósters en las paredes, llaveros balanceándose desde los pomos, figuritas decorativas en la estantería, entradas pegadas en el recibidor, cuadros inquietantes que te miran por encima del televisor, calendarios que anuncian actuaciones... Hasta un cartel sobre una fiesta del grupo británico con esta significativa advertencia: "Fiesta especial de rarezas y temas que habitualmente faltan en nuestras fiestas".
Maite luce en el brazo izquierdo los mismos tatuajes que el líder de la banda
En cada rincón de la casa hay un símbolo del grupo
Está claro: la persona que vive aquí no es una seguidora convencional. Maite Muñoz, de 36 años, es la propietaria de esta vivienda, que le costó 170.000 euros. Su vida se quebraría sin el aliento de Dave Gahan y Martin Gore, los dos jefes de su pasión. Hoy y mañana, Maite estará en primera fila en el Palacio de Deportes, levitando de nuevo con Depeche Mode.
"Soy un cuadro depechero", dice Maite, y lo demuestra. En su brazo izquierdo exhibe dos tatuajes, uno con el símbolo indio Om y otro con un corazón atravesado por una lanza. "Se los he robado a Dave [Gahan, cantante de Depeche Mode]: él también los lleva", informa. Hay más en su brazo izquierdo, como la extraña figura de una mujer con la cabeza de un pájaro ("es el símbolo que aparece en la portada de la canción Walking in my shoes") y las iniciales D. M., por supuesto en honor a su adorado grupo. Si pasamos al brazo derecho, Maite se ha tatuado una exultante flor, idéntica a la que hay en la portada de un disco que se llama Violator. ¿Saben quién firma ese álbum? En efecto: Depeche Mode.
Fue con 13 años cuando Maite empezó a inyectarse a Depeche Mode en vena: "Mi hermana me pasó una cinta, y la verdad es que en un primer momento no me apasionó. Pero a los pocos días vi una actuación suya en el programa de televisión llamado Rockopop y aluciné. No puedo definir el sentimiento, pero me atrapó. Grabé esa actuación y la vi sin parar. Siempre pensaba: esto es lo mío. A partir de ahí empecé a investigar sobre el grupo".
La primera vez que asistió a un concierto de los ingleses fue en 1993 en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Maite: "Como soy pequeñita, fui avanzando entre el público hasta ponerme en primera fila. Hubo bastantes avalanchas. Recuerdo que al día siguiente tenía el cuerpo lleno de cardenales de clavarme la valla". Ha visto al grupo unas 20 veces y acumula más de 200 discos. Considera que la banda es responsable de la mezcla entre la electrónica y el pop. "Rompieron con todo, siempre han sido muy innovadores", apunta.
Maite trabaja de cocinera en un restaurante vegetariano del centro de Madrid. Mientras por un oído escucha canciones de Depeche, por el otro atiende los encargos: "Maite, por favor, unas berenjenas a la parmesana y unos burritos de calabacín". La ruta depechera en Madrid debe comenzar en Home Bar (calle de Fomento, 30), un local tributo a Depeche Mode, y podría seguir por Heaven, Dark Hole o Tres Cuartos. Para toda la información sobre la banda hay que visitar www.clubdevotion.com, un club de fans español, posiblemente el más activo de Europa.
El armario de Maite está repleto de ropa oscura. Dice que le gusta esta estética, pero que no se considera ni siniestra ni gótica: "Soy depechera y amante de la música. En mi ordenador tengo más de 30 gigas de música. Además de bandas de los ochenta como Joy Division o The Cure, me gustan Interpol, Radiohead, Metallica, Editors...". Esta noche, Maite se colocará en el lado derecho del escenario, donde se instala siempre Martin Gore, su miembro favorito ("Dave es la energía, pero Martin es el cerebro"). Y después del concierto volverá a su pequeño templo depechero en Chueca. Son sólo 35 metros cuadrados. Su gato, Dark, la estará esperando.
Depeche Mode actúa hoy y mañana en el Palacio de Deportes. Entradas agotadas.
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