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HISTORIAS DE UN TÍO ALTO | NBA
Columna
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Un hombre bueno en los Suns

Hay dos maneras de ver la humanidad. Podemos pensar que las personas son buenas por naturaleza y que de verdad se quieren ayudar mutuamente. O bien podemos pensar que las personas son malas por naturaleza y que acabarán haciéndose daño unas a otras. Es posible que el lector habitual se sorprenda cuando sepa que me suscribo incondicionalmente al primer grupo.

Mi firmeza se pone a prueba a menudo. Es como si el mundo se empeñara en convencerme de que mi optimismo está fuera de lugar. Sin embargo, en ciertas ocasiones, veo un rayo de esperanza que, a menudo, adopta la forma de una persona.

Cuando jugaba en los Suns de Phoenix, Alvin Gentry era uno de los entrenadores asistentes del equipo. Durante los tiempos muertos, los dos bromeábamos sobre la poca atención que prestaba el quinteto titular a lo que le decía el entrenador, Mike D'Antoni. Antes de jugar, nos empapábamos juntos en la pista de la tensión previa al partido. En una ocasión, Gentry incluso me ayudó a conseguir el número de teléfono de una chica guapa que trabajaba a pie de cancha para un canal de televisión.

Es posible que el equipo de Gentry vuelva pronto a la realidad. Pero ahora miro a Phoenix y encuentro esperanza

A pesar de mis recelos, surgidos a raíz de mi experiencia con mucha de la gente mala con la que me he topado en la NBA, decidí que Gentry era uno de los buenos, por así decirlo.

Ahora, Gentry, el entrenador de esos mismos Suns, ha llevado a su equipo a realizar un fantástico inicio en esta incipiente temporada de la NBA.

Me alegra ver que Gentry tiene éxito, pero no por razones relacionadas con el deporte. Necesito una razón para creer en la gente buena porque los políticos de mi país se esfuerzan por convencerme de que la gente es malvada por naturaleza.

Me refiero, cómo no, a la reforma de la asistencia sanitaria. El tema me toca de cerca, ya que pasé mucho tiempo en España observando su sistema. Mientras estuve allí, traté de defender el modelo de mi país, basado en el ánimo de lucro, pero una y otra vez pude ver que es posible que el Gobierno proporcione cobertura a todos, aunque sólo sea porque la gente no quiere ponerse enferma. Uno de los escollos en el debate de la asistencia sanitaria estadounidense es la afirmación de que la gente se aprovechará del sistema. No sé por qué: ir al médico no es como visitar un parque de atracciones. No es algo que uno quiere hacer por diversión.

Nuestros políticos, financiados por las compañías de seguros privadas y por las empresas farmacéuticas, están haciendo todo lo que pueden para convencer a mis compatriotas de que la medicina socializada será una ruina a pesar de que las estadísticas demuestren lo contrario (según la Organización Mundial de la Salud, España ocupa el puesto 40º en la clasificación de los países que más gasto dedican al sistema sanitario y su sistema sanitario es el séptimo mejor del mundo. Estados Unidos es el segundo que más paga y su sistema ocupa el 37º puesto).

Y, de paso, están mostrando al mundo una versión corrupta y malvada de la humanidad difícil de aceptar incluso para mí.

Afortunadamente, por ahora, puedo señalar a un hombre bueno a cargo de un buen equipo. Es posible que los Suns de Gentry vuelvan pronto a la realidad, como acostumbran a hacer los Suns. Pero, de momento, por lo que a mí concierne, puedo mirar a Phoenix y encontrar un poco de esperanza, aunque tenga que proteger mis ojos de la fría y hostil mirada de Washington.

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