Barajas, en el centro de la polémica
La mayoría de quejas recibidas en el Ayuntamiento son por los taxis de Barajas. Porque no quieren hacer trayectos cortos o porque dan grandes rodeos. Pero los usuarios no son los únicos que protestan por la forma de trabajar de los taxistas en el aeropuerto. Los propios conductores se quejan de sus condiciones: mucho tiempo de espera y competencia de taxis-pirata. Por eso no han dudado en ir a la huelga o hacer paros imprevistos. Dos veces en los últimos seis meses.
A la crisis, con pérdidas de facturación de hasta el 50%, según sus propios cálculos, se ha unido la proliferación de coches y furgonetas que hacen trayectos ilegales hacia Madrid con pasajeros. Se calcula que más de 3.000 vehículos operan sin los papeles en regla en Madrid. Unos 1.500 taxistas paralizaron el tráfico en la T-1 y en la T-4 para protestar contra el intrusismo el pasado 30 de septiembre.
Las hileras de coches blancos, con su raya roja cruzando el lateral, se extienden a lo largo de kilómetros por todo el complejo aeroportuario. "Antes, con 45 minutos o una hora de espera bastaba", se queja un taxista de Barajas, "ahora hay que estar el doble". Quizás por eso lo primero que preguntan muchas veces, antes de subir al coche y con cara de preocupación, es adónde va el cliente.
"Que no se quejen por las esperas, nadie les obliga a estar aquí", comenta un policía en el aeropuerto. Agentes y conductores coinciden en que "antes se portaban peor", pero admiten que en la T-1 "sigue habiendo un grupo de taxistas que no cumplen". La policía advierte: "Que la gente no se suba en coches que no sean taxis, y si les timan, que denuncien".
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