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Reportaje:OPERACIÓN SECRETA EN ESPAÑA

La misión secreta del 'Chacal' francés

El general Rondot, un superespía francés, organizó la desaparición de dos de sus agentes, detenidos con armas de guerra en Manresa, para evitar su captura y juicio en España

Los Mossos d'Esquadra detuvieron en abril de 2002 en Barcelona a un marsellés con un rifle de mira telescópica y una pistola. Unas horas después arrestaron a otro hombre relacionado con él. Ambos trabajaban para los servicios de espionaje franceses. Su jefe era el general Philippe Rondot, famoso por haber capturado en 1994 al terrorista Chacal. Rondot y el Gobierno engañaron a la Fiscalía para lograr la liberación de los agentes, a la vez que un general francés aprovechó el desfile de las Fuerzas Armadas del 12 de octubre de 2002 en Madrid para conversar con miembros del Ejecutivo español e interceder por los detenidos. Seis días después, y fruto de esas presiones, ambos fueron excarcelados y jamás acudieron al juicio.

Los detenidos quedaron libres horas después de que el general Rondot se entrevistase con el fiscal jefe de Barcelona
Los agentes secretos llevaban un rifle monotiro con mira telescópica láser, así como una pistola Ruger
¿Por qué la justicia española no ha pedido explicaciones al general Rondot, que en su día avaló a los dos fugitivos?
Los jueces dictaron una orden de busca y captura e ingreso en prisión de los dos espías, al no haber acudido a su juicio
"Piazzole me pareció un hombre frío con una mirada de hielo. Al verle se me vino a la cabeza la imagen de Chacal"
Más información
La fuga de los 'chacales'

El cerebro del espionaje francés, que se jacta en su agenda secreta de sus buenas relaciones con el Cesid (hoy CNI) y la Guardia Civil, proveyó de nuevas identidades falsas a los dos espías y, además, organizó evitar la difusión en Francia de la orden de busca y captura decretada por España. Rondot borró cualquier rastro de los agentes Christian Piazzole y Rachid Chaouati, por lo que su localización ha resultado un fiasco. El general, hoy en el centro de la polémica en Francia por su implicación en el caso Clearstream, no ha sido llamado por la justicia española para que responda del paradero de los agentes a los que él mismo avaló. Un pacto secreto entre ambos Gobiernos con la lucha contra ETA como telón de fondo parece proteger con un manto de inmunidad a los huidos.

Siete años después de los hechos, sigue sin aclararse qué hacían en España los dos agentes, aunque diversas fuentes coinciden en que venían a matar. ¿A quién? Nadie lo sabe, aunque los especialistas creen que el objetivo era un terrorista corso o bien un islamista asentado en Cataluña. EL PAÍS reconstruye esta oscura historia a partir del sumario, las declaraciones de los protagonistas y las notas ocultas del general Rondot.

El marsellés circulaba en un Audi 80, sobre las 0.30 del 18 de abril, por las proximidades de Manresa. Intentaba llegar a Barcelona. Estaba perdido porque no conocía la zona. Hizo una maniobra extraña al divisar una patrulla de los Mossos d'Esquadra, tratando de esquivar a los agentes. Pero éstos le interceptaron sin dificultad.

-Bona nit. ¿Nos deja su documentación?

El conductor exhibió un pasaporte y un carné de conducir a nombre de Richard Perez, de 40 años, de nacionalidad francesa.

-¿Podría abrir el maletero, por favor?

El tal Perez descendió del vehículo y levantó la trampilla del portaequipajes. Al hacerlo, apareció un tubo de PVC en cuyo interior había un rifle monotiro de fabricación artesanal, con silenciador y mira telescópica láser, así como una pistola Ruger del calibre 22 Long Rifle con la numeración borrada. Pero no era lo único. También llevaba un radiotransmisor portátil, dos buscapersonas, un GPS, una brújula, un teléfono móvil Nokia y una cámara de fotos Kodak que ocultaba en sus tripas un dispositivo electrónico de radiobaliza. Un equipo completo del espía perfecto. O del asesino a sueldo perfecto.

Perez fue detenido. Horas después confesaría que su verdadera identidad era Rachid Chaouati, nacido en El Biar (Argelia) en 1963, con domicilio en Marsella. Dijo ser estudiante de artes marciales y haber trabajado de guardaespaldas en una empresa de protección de empresarios, tras un cursillo en la academia Vips Securité de Marsella.

El día de los hechos, un tal Antoine (en realidad, un espía identificado como Christian Piazzole) le ordenó que fuese a un bosque de El Perelló, siguiendo las coordenadas fijadas en un aparato GPS. Encontraría unos árboles y tres piedras que indicaban que allí había enterrado un tubo de plástico, del que debía hacerse cargo.

Tras recoger el tubo, Chaouati y el otro espía quedaron citados en la oficina de turismo de la plaza de Cataluña de Barcelona, desde donde se encaminarían hasta un bar próximo. En ese local le dio un mapa de la comarca de Anoia (Barcelona), y le facilitó indicaciones precisas para hallar el escondite donde ocultar las armas, cerca de Sant Père de Sallavinera.

Al no localizar las piedras que señalaban el punto donde habría de depositar el fusil y la pistola, Chaouati habló por teléfono con Piazzole, quien le indicó que regresase de nuevo al punto que le había marcado. Recorrió por segunda vez el camino, pero tampoco lo encontró. Cuando eran las nueve de la noche, Rachid, que iba acompañado de su esposa, Karima, decidió irse a dormir al hotel Père III de Manresa. Sin embargo, a las 23.30 sonó el teléfono: era Piazzole, que, "muy enfadado", le ordenó que se presentase de inmediato en Barcelona para verse con él. Cuando iba de camino a esa cita fue interceptado por la patrulla policial.

Chaouati confesó que tres años atrás había insertado un anuncio en la revista Securé Mag ofreciéndose de guardaespaldas o chófer de seguridad. Al cabo de unos meses recibió una llamada de un tal Antoine, que le ofreció un sueldo de 8.500 francos franceses al mes y le dio un carné falso a nombre de Richard Perez. Su trabajo consistiría en "comprar teléfonos móviles y viajar al extranjero para fotografiar restaurantes y edificios". Un peculiar recadero. Antes de ser detenido, el marsellés ya había hecho varios viajes a Zaragoza -"para comprar un móvil"- y a Barcelona y Valencia. No era la primera vez, pues, que estaba en España y que usaba este país como base de operaciones.

Mientras los policías estaban interrogando a Rachid Chaouati, su teléfono móvil no paraba de sonar. Alguien le llamaba de forma nerviosa y compulsiva. Los mossos comprobaron que las llamadas procedían de cabinas públicas del centro de Barcelona. El detenido declaró que tal vez era su jefe Piazzole y facilitó su descripción (un hombre de entre 40 y 50 años, de 1,70 de estatura y de cabello cano y perilla). Rápidamente se montó una operación de caza y captura. Y una patrulla localizó a un tipo que respondía a esa descripción justo cuando estaba en una cabina de las Ramblas de Santa Mónica, junto al Museo de Cera. Fue apresado en la calle de Portaferrissa.

Piazzole llevaba mapas, además de una novela francesa titulada Le nécrophage, de Bretin y Bonzon, ambientada en la guerra de Indochina, que relata la vida de un asesino experto en torturas chinas. En una bolsa portaba un walkie-talkie, un GPS, una cámara de vídeo, un reloj con dispositivo GPS, numerosas tarjetas de cabinas telefónicas españolas y un pasaje París-Barcelona.

Tanto Piazzole, nacido en Frenda (Argelia) de padres corsos, como Chaouati y su esposa fueron puestos a disposición judicial. "El tal Piazzole me pareció un hombre frío, con una mirada de hielo, como indiferente a todo. Hacía poco que yo había leído el libro de Chacal, y no sé por qué me vino a la cabeza que ese tipo podía ser alguien como Chacal, el asesino a sueldo que pretendía matar al general De Gaulle", recuerda un funcionario judicial.

Los mossos pidieron a Francia su colaboración para identificar todas las llamadas telefónicas efectuadas por los dos espías durante el último año, en especial una hecha poco antes de su captura a una tal madame Petit. ¿Quién era esta misteriosa mujer? "Los franceses nunca nos contestaron a eso ni a las preguntas relacionadas con las armas decomisadas ni a otras cuestiones que hubieran sido muy útiles para aclarar el caso", afirma un mando policial.

A pesar de la escasa ayuda francesa, pronto se supo que el tal Piazzole era un agente de los servicios de espionaje de la Dirección General de Seguridad Exterior (DGSE) y que Chaouati era una especie de recadero que trabajaba para él. Cuando se produjo el incidente, el general Philipe Rondot, de 73 años, el jefe de los espías y hombre de confianza del entonces presidente Jacques Chirac, creyó que había perdido a dos de sus agentes. Después, al conocer que habían sido interceptados por la policía española, preparó una estratagema de cara a la prensa: la versión oficial diría que estaban realizando un ejercicio de entrenamiento, lo que explicaba la presencia de las armas. Era una cortina de humo para no revelar que los detenidos en Cataluña desarrollaban una misión Alpha, un nombre en clave que designa en Francia a los equipos preparados para asesinatos selectivos.

El jefe de los espías era nada más y nada menos que Rondot, el hombre que cazó en Sudán en 1994 a Ilich Ramírez Sánchez, alias Chacal, entonces el hombre más buscado en todo el mundo, que actualmente cumple condena en la cárcel de Clairvaux. El nombre de Rondot saltó a la palestra cuando los jueces franceses que investigaban el llamado caso Clearstream requisaron agendas del general en las que había anotado sus operaciones.

En los últimos meses, Rondot ha testificado en un juicio abierto al ex primer ministro Dominique de Villepin, a quien se atribuye haber tratado de involucrar al actual presidente, Nicolas Sarkozy, en un escándalo de cobros ilegales a través de la sociedad luxemburguesa Clearstream. Con ello, Villepin habría pretendido cortar de raíz las aspiraciones de Sarkozy a la presidencia de la República.

Rondot tiene una larga carrera en las cloacas del Estado. En 1997 fue nombrado consejero de información y operaciones especiales de la Defensa en el Gobierno del socialista Lionel Jospin, y más tarde continuó asesorando al Gobierno derechista de Jean-Pierre Raffarin. Tiene en su haber episodios turbios como el intento de liberación de su amigo Tarik Aziz, ministro de Exteriores del fallecido Sadam Husein, y la ayuda prestada al general croata Ante Gotovina, criminal de guerra que fue capturado por la policía española a finales de 2005.

Dos meses después de la caída de los dos espías en Barcelona, un comisario de policía francés que se identificó como Bernat Chardonye se presentó ante los Mossos d'Esquadra acompañado del teniente coronel de la Guardia Civil Ángel Gozalo Martín, entonces jefe del servicio de Información en Cataluña. El emisario francés quería trasladar a los mossos tres ideas: una, que Piazzole era un funcionario del Estado, sus jefes deseaban que fuera puesto en libertad y que garantizarían que éste comparecería ante la justicia siempre que fuese llamado; dos, que Piazzole había colaborado, dentro de los acuerdos interestatales pertinentes, con las autoridades policiales españolas; y tres, que Piazzole y Chaouati estaban haciendo "una práctica de traslado de armas desde el sur de Barcelona al territorio francés" cuando fueron arrestados.

El juez de Instrucción número 5 de Manresa, Ramón Landa Mena, mantuvo en prisión a los agentes franceses porque la fiscalía entendía que si quedaban en libertad se corría el riesgo de que jamás volviera a vérseles el pelo. Sin embargo, en la sombra estaban moviéndose los hilos para intentar resolver el grave conflicto franco-español que suponía el caso Piazzole y Chaouati.

El entonces fiscal general del Estado con el PP, Jesús Cardenal, telefoneó a José María Mena, fiscal jefe de la Audiencia Territorial de Cataluña. "Me llamó Cardenal para preguntarme por el asunto y para saber si se podía dejar en libertad a los dos franceses. Le dije que no, porque estaban acusados de tenencia de armas de guerra y había riesgo de que se fugaran", recuerda Mena.

Jesús Cardenal, de 80 años, que trabaja hoy en un bufete de abogados, declara: "Algo me suena, pero la memoria falla con la edad. No recuerdo cuál fue mi actuación. Mena tenía los asuntos de Barcelona, y yo, los de toda España. Este tema se mantendría probablemente muy reservadamente por la trascendencia de los hechos. Si Mena dice que le llamé para interesarme por el caso, seguro que fue así. Tal como usted me lo cuenta, parece que el resultado final de su puesta en libertad fue bastante obsceno".

¿Qué sabe Cándido Conde- Pumpido, actual fiscal general del Estado, de este turbio asunto? "En el traspaso de funciones, Cardenal no me contó nada de esta historia. Mena me alertó del caso, pero sólo tengo una información general. Los servicios secretos franceses dijeron que, en realidad, los detenidos no habían intentado usar el arma. Que servían al Estado francés y que hacían un ejercicio. Dijeron que la formación de los servicios secretos incluía realizar operaciones ficticias. La verdad es que la versión no era muy creíble".

Conde-Pumpido sigue: "Los servicios secretos franceses argumentaron que se debía estimar el ámbito de colaboración que mantenían con el Gobierno español. Consideraban que la justicia española debía ser comprensiva, teniendo en cuenta la colaboración tan estrecha con España en la lucha contra el terrorismo. Parece que uno de ellos (Piazzole) era una persona importante en los servicios secretos franceses".

También el entonces ministro del Interior, Mariano Rajoy, habló del caso francés con el conseller de Interior de Cataluña, Xavier Pomés. El hoy presidente del PP asegura que no recuerda el asunto, aunque admite que Pomés le recordó hace poco que sí que hablaron del tema en su momento. Por su parte, Pomés sí se acuerda de una "conversación informal" con Rajoy surgida mientras hablaban del despliegue de los Mossos en Cataluña y que transcurrió así:

Pomés: Mariano, han sido detenidos en un control dos tíos franceses muy raros. ¿Sabes tú algo?

Rajoy: Ni idea, Xavier.

Pomés: Bueno, pues ya se apañarán...

El ex conseller catalán asegura que él se "desentendió del tema" pensando que sería una actuación no oficial de algún servicio francés. "Nadie me llamó después para interceder por los dos detenidos", asevera.

Causa extrañeza la desmemoria y el aparente desinterés de muchas de las personas que de una forma u otra se vieron implicadas en este oscuro incidente.

Sin embargo, el 12 de octubre de 2002, un general francés aprovechó la conmemoración del desfile de las Fuerzas Armadas en Madrid para acercarse a las autoridades españolas y hablarles del espinoso asunto que podía enturbiar las relaciones entre ambos países y su buena colaboración en la lucha contra ETA, según una fuente judicial que pide el anonimato. Ese misterioso general insistió una vez más en la solicitud de libertad para los dos agentes encarcelados.

Sólo cuatro días después, el 16 de octubre de 2002, el jefe de gabinete de la ministra de Defensa, Michèle Alliot-Marie, envió a Rondot a España. "General, me parece necesario que usted mantenga una reunión personalmente con el fiscal jefe del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña

para ver en qué situación está la causa judicial. Sería deseable que vaya lo antes posible, es decir, mañana mismo".

Rondot se presentó ante Mena acompañado de un teniente coronel de la Guardia Civil. Se identificó con su nombre y pidió la liberación de Piazzole, empeñando su palabra de honor en que éste comparecería ante la justicia española cuando fuese requerido. "No recuerdo el nombre del general. Sólo que era un hombre con el pelo canoso y vestido con un traje de rayas", dice el ex fiscal jefe de Cataluña.

"El general hizo una declaración oficial ante mí afirmando que el detenido era un funcionario francés que estaba realizando bajo sus órdenes un ejercicio de simulación. Ante esa garantía institucional, yo cambié de criterio y cursé un escrito al juzgado a favor de la puesta en libertad", rememora Mena. Éste recuerda que le sorprendió que el general le hablara sólo de Piazzole y que cuando él le hizo notar ese detalle, Rondot exclamó: "¡Ah! ¿Hay un segundo detenido? Yo creí que estaba muerto...".

El abogado Fernando Rodríguez, de 42 años, asistió a Karima, la esposa de Chaouati, y posteriormente se hizo cargo de la defensa de éste. "El general Rondot vino a hablar con el fiscal Mena y éste ordenó a la Audiencia Provincial que los pusieran en libertad. La Sección V de la Audiencia tomó esa decisión ante un escrito de Mena. El escrito del fiscal era de tres líneas y decía algo así como que 'ha comparecido ante mí el general Rondot, general francés, y me ha comunicado que Christian Piazzole trabaja para la policía francesa... por lo que se pide su libertad provisional...'. El escrito se refería sólo a Piazzole, no citaba a mi cliente" (Chaouati).

Los magistrados Elena Guindulain, Augusto Morales y José María Assalit, ante la "fundada solicitud" de Mena, ordenaron el 18 de octubre la excarcelación de Piazzole y Chaouati. Y ambos recuperaron la libertad pocas horas después de que el general Rondot se viese con Mena. El letrado Rodríguez lo recuerda bien, pese al tiempo transcurrido: "Me llamaron de la Audiencia diciéndome que iban a poner en libertad a mi cliente y me fui a la cárcel Modelo. La secretaria judicial primero fue a la prisión donde estaba Piazzole y luego a la de mi cliente. Recuerdo a esta funcionaria allí sentada esperando a que trajeran a mi cliente para notificarle su puesta en libertad. Me pareció una escena muy rara. Nunca había visto a una secretaria judicial notificando una puesta en libertad". Ésta suspendió un juicio para ocuparse de poner en libertad a ambos, según fuentes judiciales.

"Del escrito de Mena y de la intermediación de Rondot me enteré después de que pusieran en libertad a mi cliente y cuando consulté todo el expediente. Hasta entonces, el abogado de Piazzole y yo sólo sabíamos de la visita de un guardia civil y un comisario francés a los mossos, pero eso fue al principio. La visita del general fue al final", añade el letrado.

"Xavier, el abogado de Piazzole, me dijo: 'a éste échale un galgo', refiriéndose a su defendido. Se van a Francia y mañana son otras personas distintas", prosigue el abogado. "Mi cliente estaba exultante y emocionado cuando le comunicaron la puesta en libertad. Durante los meses que estuvo en prisión lo visité casi todos los viernes y no entendía por qué estaba encarcelado. Insistía en que trabajaba para el Estado francés. Al salir a la calle me hizo un regalo con el dinero que tenía. No le cobré nada".

El abogado recogió a Chaouati y lo llevó en su coche a casa de un familiar, un argelino como él, con bigote. "Se dieron dos besos. Nos despedimos y ésa fue la última vez que lo vi. Ese hombre no era un terrorista. No tenía la pinta ni la actitud de un criminal, ni de un asesino a sueldo. A mí me dijo que era un agente en prácticas y que trabajaba para una empresa de seguridad. Era un simple recadero que hacía toda clase de encargos. No sabía lo que había dentro del tubo que tenía que depositar".

Chaouati confesó a su defensor que estaba encantado con los trabajos que hacía y, sobre todo, con los viajes porque era "casi como hacer turismo". Rezaba todos los días en prisión, pero él y su mujer estaban occidentalizados y vestían como tales.

"Defendí la inocencia de mi cliente y argumenté que el rifle no era un arma de guerra, que admitía otros tipos de calibre. Y que actuaba bajo orden debida. Yo creí que vendría a juicio porque en el expediente consta que recibió y firmó la citación judicial. Su dirección en Marsella debía ser correcta. En cambio, Piazzole nunca recibió la citación", señala el abogado.

Piazzole y Chaouati quedaron en libertad, pero las autoridades francesas lucharon durante todo el año 2003 por conseguir que se cerrase el sumario abierto en Manresa (Barcelona).

"El ministro de Defensa puede hablar con su homólogo español. Ejercer presión. Fiscal de Barcelona. ¿Ministro de Justicia español?", escribió Rondot en su cuaderno de notas. Y añadió: "No ejercer demasiada presión, ya que eso podría dar la impresión de que hay algo oculto en este asunto". El entonces titular de Justicia, José María Michavila (PP), ha declarado a EL PAÍS: "No me suena de nada esta historia. No recuerdo haber hecho ninguna gestión por esos detenidos. Desde luego, es un tema bastante chocante y rocambolesco".

En septiembre de 2003, Rondot conversó con Laurent Le Mesle, asesor de justicia del presidente francés, Jacques Chirac, para saber más sobre las intenciones de los jueces españoles, según el diario francés Libération. Le Mesle aseguró al mismo rotativo no haber hecho más que hablar con el magistrado de enlace en Madrid para "entrar en contacto con los jueces españoles".

Los meses avanzaron y el proceso instruido por el juez de Manresa Ramón Landa continuó imparable. Como los agentes no iban a comparecer a la vista oral que se intuía inminente, la DGSE temía que la ausencia de Piazzole y Chaouati obligara a las autoridades españolas a emitir contra ellos una orden de busca y captura internacional. Uno de los dos detenidos necesitaba una nueva identidad. Por eso, el general Rondot anotó en su cuaderno: "Facilitarle una IF (DGSE) ".

A principios de 2004, la inminencia del proceso judicial provocó nuevas reuniones, ya que Rondot temía que la incomparecencia del espía y su recadero provocara un escándalo en la prensa. "Según el director de gabinete: la justicia española no da crédito a nuestra versión: las armas eran auténticas y el agente no sabía que se trataba de un ejercicio".

La vista oral quedó fijada para el 28 de enero de 2004 en la Sección V de la Audiencia de Barcelona, con la petición fiscal de siete años de prisión para cada uno de los procesados por depósito de armas de guerra. El tribunal esperó en balde la llegada de Piazzole y Chaouati. Ese mismo día, el general Rondot anotó: "Operación Alpha: probable mediatización con la audiencia de hoy en Barcelona". Al no comparecer a la vista, la justicia dictó una orden de busca y captura, que hasta hoy no ha tenido éxito.

"Nunca oí hablar nada de este tema. Parece claro que esos dos hombres no venían a nada bueno", comenta un mando de los servicios antiterroristas de la Guardia Civil. "Las armas que llevaban eran para matar. Nadie lleva un arma mortífera si no es para matar. No creo que esos hombres estuvieran haciendo un ejercicio. ¿Cómo van a venir unos agentes franceses a hacer un simple ejercicio a España?", se pregunta hoy el fiscal Mena, quien no oculta su malestar por haber sido burlado y "engañado".

La Guardia Civil y el CNI aseguran que no conocen al tal Piazzole y que nunca han trabajado con él. Eso pese a que el general Rondot se jacta en su agenda de tener amistad con estos servicios españoles.

¿Cuál era realmente la misión de los espías? Fuentes policiales barajan como hipótesis más factible la de atentar contra un terrorista corso, precisamente en una época en que se había recrudecido la ofensiva de los independentistas de Córcega.

Otras fuentes especulan con la posibilidad de que el objetivo fuese un islamista relacionado con los atentados del 11-S en Estados Unidos. No en vano Cataluña es uno de los territorios donde Al Qaeda y sus grupos asociados han echado raíces. Meses antes de la detención de los dos franceses, la policía desarticuló en Madrid la red de Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, un sirio nacionalizado español que captaba muyahidin para Bosnia y Afganistán y recogía dinero para la yihad global. Abu Dahdah tenía colaboradores en Cataluña cuya identidad nunca ha sido desvelada. Mohamed Atta, el jefe del comando suicida, y Said Bahaji guardaban en su apartamento de Hamburgo (Alemania) el teléfono de Abu Dahdah. Dos meses antes del ataque contra las Torres Gemelas en Nueva York, Atta se reunió en Salou (Tarragona) con Ramzi Binalshib, uno de sus hombres en Alemania, para comunicarle los nombres de los suicidas, los objetivos y la fecha del ataque.

Corsos o islamistas, Christian Piazzole, el Chacal francés, tenía un objetivo en su punto de mira.

El general Philippe Rondot.
El general Philippe Rondot.AFP

Las notas del cuaderno del general Rondot

Las notas manuscritas por el general Rondot en su agenda personal demuestran las gestiones que hizo para liberar a los dos detenidos y cómo sus jefes políticos estuvieron puntualmente informados de la marcha del proceso policial y judicial abierto en España.

» 4 de octubre de 2002

8.15. horas. Entrevista con Philippe Marland: Mi entrevista con Dominique de Villepin [ministro de Exteriores]:

-Está de acuerdo con mi desplazamiento a Irak.

-Asunto Alpha señalado (mi nota número 314) : Ninguna objeción.

» 16 de octubre de 2002

11.00 horas

Ir sin pérdia de tiempo a Barcelona para ver al fiscal jefe

Si esto no funciona, la MD podría ir a Madrid el viernes? Telefonear a D.Champtiaux : vamos.

Junto a estas anotaciones, hay un tarjetón del jefe de Gabinete de la ministra de Defensa, que dice:

Mi general: Confirmo que me parece necesario que usted se entreviste personalmente con el fiscal jefe de Barcelona para garantizar la condición de la persona encausada.

Es deseable que esta gestión sea los más pronto posible. Es decir, desde mañana.

15.00 horas

-En el despacho del jefe del gabinete

-Situación (teléfono de D. Champtiaux)

-Decisión de Philippe Marland [jefe de gabinete de la ministra Michèlle Alliot-Marie]:

-negociar una entrevista en dos partes :

mi marcha + explicaciones. (coperación antiterrorista franco-española).

Yo sostengo que es un ejercicio

Vuelta del M [ministro]

Expulsión del agente

PV en mi nombre : personal encargado Rens y OS en el Ministerio de Defensa. El Cesid me conoce.

Acompañamiento: general Champtiaux y M. Fourre (pero no asisten a la entrevista).

Prevenir al Cesid y a la Guardia Civil.

La ministra de Defensa será informada, luz verde

Ver al general Champtiaux

18.00 horas

Asunto Alpha.

Luz verde de la ministra de Defensa y del general Bentegeat [jefe del Estado Mayor francés] (transmitido por teléfono al general Champtiaux).

» 3 de diciembre de 2002

16.15 horas

Reunión con Philipe Marland.

Comida de DGST [servicio de vigilancia al territorio] y DGSE sobre las dificultades encontradas para llevarles a cooperar en la lucha antiterrorista.

Situación de las operaciones CDG en los Balcanes.

Asunto Alpha. Necesidad de obtener el cierre del caso por el fiscal jefe de Barcelona. Enviarle mis saludos para agradecérselo.

No ejercer demasiadas presiones porque sería dar la impresión de que hay algo que ocultar.

» 14 de noviembre de 2003

Asunto español (Alpha).

Opinión de Laurent Le Mesle :

-No hacer nada.

-¿Ver qué eco (mediático) tiene la audencia de Barcelona ?

H 1: Ningún eco

H2: Hablar no moverse

¿Posibilidad de traslado a Francia ? Arriesgado: no aceptar esta solución.

Dejar pudrirse este asunto

Arreglar el caso del agente sin IR- Darle una IF [identidad falsa] de la DGSE

Según el jefe de gabinete : la justicia española no se cree nuestra versión: las armas eran reales y el agente no sabía que se trataba de un ejercicio.

-Hablar con P.Brochand (director de la Dirección General de la Seguridad Exterior).

» 6 de enero de 2004

8.15 horas

Reunión con Ph. Marland. Asunto español (Alpha).

*Última nota DGSE número 1552 del 31-12-03 sobre el procedimiento

-¿Solución del traslado del caso a Francia? Aceptable si España lo soluciona en audiencia de gabinete y no pública (riesgo mediático)

Asegurarse por la parte española: orden del magistrado en Madrid + abogado.

-¿Dejar pudrirse el asunto de España? Consultar al juez Fourret ese día.

-Explicar yo mismo al fiscal jefe de Barcelona.

-¿Qué se hace DGSE para la protección de OT y del agente? (Prioritario)

-Si se transfiere a Francia, es como reconocer que hay algo oscuro.

-Ver a P. Brochand mañana a las nueve.

» 21 de enero de 2004

15-16.30 horas

Reunión con Ph. Marland

-La DGSE se agita mucho : notas... -Una orden europea ejecutoria (de aquí a dos meses) en Francia.

-Riesgo de mediatización.

¿Ver la difusión de una orden en Francia?

-Evitar la inscripción en los archivos franceses

-La suerte del agente: ¿deslocalizarlo? París

» 28 de enero de 2004

14.45 horas

En casa de Philipe Marland.

Operación Alpha: Probable mediatización con la audiencia de este día en Barcelona.

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