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Crónica:SILLÓN DE OREJAS
Crónica
Texto informativo con interpretación

El origen (genital) del mundo

Manuel Rodríguez Rivero

Lo que es la vida. ¿Quién le iba a decir al puritano Lacan (descanse en paz sin que ningún colega venga a interrumpirle a cuenta de su invento de la duración variable de la sesión psicoanalítica) que El origen del mundo, la provocativa pintura de Courbet de la que fue último propietario privado, iba a exhibirse por partida doble en las mesas de novedades de las librerías españolas? Como se sabe, el pequeño lienzo (46×55), ahora en el Musée d'Orsay, representa de forma extremadamente naturalista, y en primer plano, el sexo y el vientre de una mujer con las piernas abiertas y en, digámoslo técnicamente, decúbito supino, en un encuadre limitado por el pecho y la parte superior de los muslos. Pues bien, en este momento están a la venta dos libros que han elegido el escandaloso cuadro como motivo de cubierta: la novela de Nick Cave La muerte de Bunny Munro (Papel de Liar) y, de forma más explicable, El origen del mundo, historia de un cuadro de Gustave Courbet, de Thierry Savatier (Trea). De los dos, el que aquí me interesa ahora es el segundo: Savatier no sólo analiza el insólito lienzo y el contexto en el que fue pintado (el París galante y licencioso de la segunda mitad del XIX), sino que se sumerge en su sorprendente peripecia interna y externa: quién fue la modelo cuyo rostro se oculta y a la que perteneció ese "soberbio coño" (lo siento, así dicen los paratextos de la cubierta); quiénes adquirieron sucesivamente la pintura, y cómo y a quiénes les fue mostrada (Lacan, por cierto, que estaba casado con Sylvia, la ex mujer de Bataille, hizo pintar a André Masson, a su vez ex cuñado de ésta, una réplica surrealista para ocultarla); quiénes (de Gautier a Lévi-Strauss) se sintieron fascinados por él. Una investigación detectivesca y apasionante sobre una de las pinturas más misteriosas de la primera modernidad. Y una portada a la que habrá quien dé la vuelta en muchas mesas de novedades. Y no sólo en El Corte Inglés (suponiendo que la expongan).

Trotskistas

Robert Service, que se ha convertido en una especie de máquina liberal (y editorialmente rentable) de historiar el comunismo, ha culminado con su Trotsky (MacMillan, 600 páginas, 25 libras) el tríptico biográfico consagrado a los grandes dirigentes bolcheviques. Tras su Lenin y su Stalin (publicados por Siglo XXI), y después de su útil Historia de Rusia en el siglo XX (Crítica) y de su muy apresurada Camaradas: breve historia del comunismo (Ediciones B), le había llegado el momento al "icono revolucionario, cosmopolita, teórico, líder, escritor, amante, filósofo, enemigo, judío, marido, padre y víctima cazada", según la novelesca caracterización del personaje que se hace en la sobrecubierta del libro. La nueva biografía, repleta de interesantes revelaciones y datos novedosos, está bastante mejor documentada que la de Dmitri Volkogonov (no publicada en España), pero como pieza literaria está lejos de llegarle a la suela del zapato a la monumental de Isaac Deutscher (1954, 1959 y 1963, publicada en español por Era), que para muchos críticos constituye uno de los más logrados exponentes del género biográfico de mediados del siglo XX. Lo que sí es cierto es que Deutscher no ocultaba sus simpatías por su sujeto, al contrario que Service, que no puede disimular su educada antipatía tras los frecuentes contrafactuales en los que sugiere que si Trotski hubiera triunfado se habría conducido prácticamente igual que su némesis estalinista (a propósito, ¿cómo estaríamos ahora si el 4 de diciembre de 1892 doña María del Pilar Baamonde y Pardo de Andrade hubiera dado a luz a una niña?). Bueno, yo no estoy tan seguro como Service, pero reconozco que el "profeta" no fue precisamente un alma de Dios, sobre todo durante la guerra civil y el periodo del comunismo de guerra. En todo caso, su libro arroja luz sobre aspectos menos conocidos de las posiciones políticas (especialmente a partir de su exilio) y de la vida privada de Trotski, incluidas sus relaciones con su familia y con las mujeres. Trotskista, por cierto, fue el músico, pintor y escritor Eugenio Granell (1912-2002), del que la fundación que lleva su nombre ha publicado recientemente la voluminosa Correspondencia con sus camaradas del POUM (1936- 1999) y un pequeño volumen de Artículos políticos (1932-1990) muy militantes y combativos, como el titulado 'Gran cerdo Dalí' (1966). Para terminar, Akal ha publicado, presentado por el filósofo Slavoj Zizek, Terrorismo y comunismo (1920), en el que Trotski realiza la más feroz defensa de la "dictadura del proletariado" después de El Estado y la Revolución, de Lenin.

Músculos

Leo en este periódico un comentario sin firma en el que se dice, a propósito de algunos best sellers de este otoño librescamente chuchurrío, que "la industria editorial muestra así su excelente musculatura para seguir atrapando al lector y su buen olfato para seguir entreteniendo". Sí, es una manera de verlo. Otra podría ser que tres de los cuatro libros citados en dicho comentario (El símbolo perdido, de Dan Brown; El vencedor está solo, de Paolo Coelho, y La isla bajo el mar, de Isabel Allende) pertenecen a dos de los más grandes grupos españoles (Planeta y Random House) y sólo uno (La casa del propósito especial, de John Boyne) a una editorial independiente (Salamandra). Otra: que las 38 mayores empresas del musculoso sector, que son las que, en líneas generales, pueden permitirse el lujo de pagar los mayores anticipos facturan las dos terceras partes del total, y el tercio restante se lo reparten otras 820 empresas (517 facturan menos de 600.000 euros/año) que contribuyen de manera eficacísima a que en este país siga existiendo (más allá de la lista de más vendidos) la bendita bibliodiversidad cultural. Otra: que en esta crisis está aumentando considerablemente la distancia entre la docena de libros que más se venden y los millares que les siguen. Otra: que al lector se le "atrapa" de muchas maneras, incluso bombardeándolo desde ciertos medios y haciéndole pasar gato mercadotécnico por liebre literaria (por cierto, me ha resultado muy sugerente por diversos conceptos El enigma best-seller, del profesor David Viñas Piquer, en Ariel). Otra: que el monopolio del "entretenimiento" no lo tienen, afortunadamente, esos best sellers publicados por los "musculosos". Otra: que en este sector conviven distintas concepciones del oficio y de las rentabilidades exigibles al libro, lo que permite que los editores más audaces y menos obsesionados por la cuenta de resultados puedan también dirigir sus energías y su talento al descubrimiento de nuevos autores y de textos novedosos. Y otra (pero hay muchas más), que el sector editorial es un organismo formado por integrantes muy diversos en el que no todo el monte es orégano, ni cualquiera puede permitirse el lujo de hacer músculos en los gimnasios a los que acuden los grandes grupos.

Ilustración de Max.
Ilustración de Max.

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