Chocolate que entra por los ojos
La crisis propicia la apuesta de unir cacao y diseño
No se necesitan, pero se crecen juntos. El chocolate que entra por los ojos, o el diseño que entra por la boca, triunfa en el mundo y prospera en España. Maestros chocolateros de Barcelona se han convertido en una referencia internacional desde que intrépidos artesanos como Enric Rovira o Michel Laline decidieran darle una vuelta de tuerca al cacao. El resultado es espectacular. Y económicamente goloso.
En poco más de una década, Chocolat Factory ha abierto 24 tiendas por el mundo. Tres de ellas en Asia. Enric Rovira lleva casi dos exportando a Australia, Japón y Estados Unidos. Cacao Sampaka tiene franquicias en Dubai, Lisboa o Tokio y los hermanos Escurell han abierto tiendas Xocoa en Pontevedra, Madrid, Alicante y Valencia.
Chocolat Factory nació de una pasión de Titus Ruiz ¿adivinan cual?, y de su familiaridad con el diseño. Hermana de diseñador gráfico (David) y de interiorista (Mar), Titus supo ver un filón en la unión entre chocolate y diseño. Comprobó que no se había equivocado cuando al éxito de ventas y al aumento de tiendas se unió una lista de premios: desde el Red Dot hasta el Best Pack. Todos provenientes del mundo del diseño.
A priori podría pensarse que tratar de revolucionar el chocolate es como intentar dar la vuelta a las patatas fritas: un esfuerzo vano. Pero piensen en las patatas Pringels, perfectamente ordenadas en sus tubos de colores: puro diseño. Lo mismo está sucediendo con el chocolate. La materia prima mágica de los confiteros logra sorprender en manos de los diseñadores. Inyectar diseño a productos inesperados dota de humor a un alimento que lleva en su naturaleza la fiesta. Y el placer. Así, los bombones pueden aparecer como joyas y las tabletas de chocolate como regalos.
Trabajando el envoltorio, y apostando por una estética pop, Xocoa, ha popularizado bombones vestidos por Jordi Labanda. Mientras, Chocolat Factory se ha inclinado por el ingenio. Primero idearon un chocolate que se puede consumir eligiendo el número de calorías que queremos ingerir. Este año presentan un turrón que se puede comer como pedazos de tarta. La apuesta por el diseño de esta empresa les llevó a contratar al grupo de diseñadores parisienses, 5.5, un equipo especializado en reivindicar la magia de lo cotidiano que presentará estas navidades la serie limitada The Introvert, un juego de ocho campanas hechas con distinta pureza de chocolate y que se guardan una dentro de otra a modo de muñecas rusas. La campana más pequeña es el grano de cacao puro. El origen del juego. Entre todos los chocolateros, Enric Rovira es el artista metafísico. Ha unido su talento al de diseñadores de vanguardia, como Anna Mir o Emili Padrós, que idearon para él bombones para prender en una copa de cava (Chocolate Accents). El universo chocolate quiere endulzar la crisis. Y se deja mirar.
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