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Reportaje:Décima jornada de Liga

Un cuento que nunca cambia

Los fallos y las desatenciones defensivas siguen condenando al Atlético

Eleonora Giovio

Hay cosas que nunca cambian. Por mucho que el técnico de turno (Quique en este caso) se empeñe en destilar entusiasmo con eso de que empieza a ver la luz al final del túnel. Por mucho que los jugadores lo alaben en público por sus capacidades comunicativas, por el diálogo, por organizar sesiones de trabajo más duras y más ordenadas. Pues parece que con el Atlético no vale ni con eso. De ahí que hay cosas que nunca cambian. Como los goles tempraneros en el Vicente Calderón. Como las desatenciones defensivas y los fallos, más propios de un debutante que de un jugador de Primera, de Cleber Santana.

Evidentemente Quique, que en el intento hasta se ha quedado afónico de tanto gritar y de tanto dar indicaciones, no puede cambiar en tan sólo tres partidos una dinámica que en el equipo rojiblanco parece endémica. Si Van Nistelrooy hace dos años y Raúl la campaña pasada marcaron a los 34 segundos, este año fue Kaká (eso sí, con cuatro minutos de retraso) en acallar las gradas del Calderón y sorprender a Asenjo. No hay forma de que el Atlético salga enchufado y evite que el partido se complique de mala manera en los primeros minutos.

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A Asenjo no le ayudaron ni los defensas ni Cleber Santana. Hay detalles que dicen mucho del estado en el que se encuentra un equipo. No es casualidad que los rojiblancos sean los más goleados de Primera y Segunda. Cleber falló en los dos primeros goles, perdiendo una pelota primero ante Xabi y luego ante Benzema. Ni Perea, ni Pablo acudieron al rescate. Si hay algo que un central nunca puede dejar de hacer es achicar el campo. Pues resulta que los centrales del Atlético hacen oídos sordos. Lo demuestra, entre otras cosas, el gol de Marcelo y la desatención en varias jugadas de ataque del Madrid.

En el segundo tanto de los de Pellegrini, Benzema estaba dentro del área con el balón al pie (tras una perdida, otra más, de Cleber) y en vez de achicar, Perea y Pablo recularon. El francés tenía campo abierto para servir el pase de gol a Marcelo. El equipo rojiblanco seguía víctima de la desorganización, por mucho que Quique intente atrasar la línea defensiva. En un lanzamiento de falta de Xabi había seis jugadores del Atlético en la barrera y ni uno fijándose en que Sergio Ramos y Marcelo estaban solos en la frontal del área. La misma película en otra jugada y en otro lanzamiento (de Marcelo) desde los tres cuartos de campo con tres hombres del Madrid en el primer palo y Perea de espaldas mirando al cielo. Cuando no miró arriba, intentó regatear a Higuaín dentro del área. La peor noticia para el Atlético (además de ver cómo alguien del público le tiraba una piedra a la cara a Manuel Pellegrini) es que hasta Forlán, salvo en el gol, parece haberse dejado contagiar.

Eso sí, los más optimistas se pueden conformar con el rendimiento de Reyes, que se ha transformado, y con el entusiasmo de Quique que al menos, con su trabajo anímico, ha conseguido que el equipo no pierda la capacidad de reacción.

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Sobre la firma

Eleonora Giovio
Es redactora de sociedad especializada en abusos e igualdad. En su paso por la sección de deportes ha cubierto, entre otras cosas, dos Juegos Olímpicos. Ha desarrollado toda su carrera en EL PAÍS; ha sido colaboradora de Onda Cero y TVE. Licenciada en Ciencias Internacionales y Diplomáticas por la Universidad de Bolonia y Máster de EL PAÍS.

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