El Madrid desde el inicio, el Atlético sólo al final
Al equipo de Pellegrini le basta con su notable primera parte para imponerse al arreón de los de Quique
Diez años después de su última derrota en el derby, el Madrid volvió a agradecer su terapéutica cita con el Atlético, su mayor chollo en la Liga desde hace una década. No importa cómo lleguen uno y otro, el Real tiene un duende especial en el Calderón, donde no hay plantilla que encuentre antídoto frente al eterno rival. Esta vez, el Madrid de nuevo fue el Madrid de la última década, por mucho que el Atlético tuviera uno de esos arrebatos que de vez en cuando le distinguen. Anoche no se rindió con un 0-3, pero tampoco le alcanzó. Lo contrario que al equipo de Pellegrini, vergonzantemente agredido desde la grada, que, pese a las angustias finales que le hicieron vivir en trance, rentabilizó su superioridad durante más de una hora, lo que tardó en perder a Sergio Ramos por expulsión y en activar al Kun Agüero, el agitador emocional del partido. No llegó el Atlético; otra vez triunfó el Madrid, que ha solventado una tormentosa semana de forma exitosa. De algún modo, al final todos agradecieron el envite: el Madrid ya se ve a sí mismo; el Atlético, con su arreón al borde de la clausura, terminó en alza. Falta le hace a un club a tan desnortado. Falta le hacía al Madrid no perder el paso.
ATLÉTICO 2 - REAL MADRID 3
Atlético: Asenjo; Ujfalusi, Perea, Pablo (Sinama, m. 89), Antonio López; Raúl García, Cléber; Reyes (Maxi, m. 58), Jurado (Agüero, m. 46), Simão; y Forlán. No utilizados: De Gea; Valera, Domínguez y Camacho.
Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Pepe, Garay, Arbeloa; Lass, Xabi Alonso; Higuaín (Raúl, m. 64), Kaká (Van der Vaart, m. 85), Marcelo; y Benzema (Gago, m. 69). No utilizados: Dudek; Metzelder, Granero y Van Nistelrooy.
Goles: 0-1. M. 4. Kaká, de fuerte disparo desde fuera del área. 0-2. M. 24. Marcelo recibe fusila al portero. 0-3. M. 63. Higuaín, tras robar el balón a Perea. 1-3. M. 78. Forlán, tras centro de Ujfalusi. 2-3. M. 80. Agüero, sólo ante Casillas.
Árbitro: Clos Gómez. Expulsó a Sergio Ramos por roja directa (m. 66). Amonestó a Kaká, Pablo, Lass, Raúl García, Simão, Arbeloa y Garay.
54.800 espectadores en el Calderón.
Conocedor de la debilidad anímica de su inestable vecino, el Madrid impuso su autoridad. No hubo tregua hasta el exilio de Sergio Ramos, y el equipo de Pellegrini marcó la línea desde el inicio. Escenificó de inmediato el poder de sus galones, sin concesión alguna para el Atlético, que en su intento de rearme con Quique Sánchez Flores podría fortalecer su autoestima si no se sentía intimidado. El equipo necesita poso, aún no está para grandes aventuras. Por si acaso, el Madrid arrancó como un trueno, invadiendo el campo rojiblanco, con la pelota imantada y constantes permutas entre sus delanteros, arietes sin ancla como Benzema e Higuaín; o como Kaká y Marcelo, el segundo pelotón de asalto, otros dos futbolistas con gran movilidad, libres de cargas. Arrugado el Atlético, el Madrid le deslumbró en apenas un suspiro, como ha sido habitual en sus últimas visitas al Manzanares. Cleber se atropelló ante Sergio Ramos y Lass, dos superdotados físicos, y la pelota se cruzó con Kaká, que la golpeó con violencia y precisión, indomable para Asenjo. Una estocada para el cuadro local, que vive en el alambre desde hace siglos, con poca chicha deportiva y una abstracta deriva institucional. En el campo, Quique tiene que opositar como pocos: los centrales tiritan -la calamidad de Perea ante Higuaín en el tercer gol madridista resultó circense-, los laterales no tienen sustancia, los pivotes no pesan nada y en la vanguardia cada cual debe buscarse las habichuelas.
Enfrente, el Madrid se mantuvo en la misma onda que ante Getafe y Milan, como si el derrape de Alcorcón le hubiera servido de espantajo a sus fantasmas. Quizá sin querer, pero Pellegrini ha encontrado la pócima. La ha bastado con repetir tres veces la alineación. Hoy el equipo no es operístico, y puede que no llegue a serlo, pero tiene armadura, está mejor forrado y juega con una intensidad encomiable. Ya sabe cómo ocupar los espacios, aunque las zonas no siempre tengan los mismos ocupantes. El equipo es tan versátil que hasta Marcelo (otra cosa cuando deja el lateral y se muestra como interior) es capaz de irrumpir en el área por el costado derecho, es decir, orientado hacia su pierna de palo, para martillear a Asenjo. Así lo hizo en el segundo gol visitante, un mazo para el Atlético, que nunca se recuperó, salvo un asalto al final del primer acto que Casillas frustró a Simao. Quique había visualizado dos planes. Uno sin Agüero y Maxi y Jurado de enganche. Todo se le fue al traste con el dominio de su adversario y los chicos del plan b tuvieron que calentar mucho antes de lo previsto. Con ellos en el segundo tramo el Atlético mejoró de forma imprevista, cuando el Madrid se quedó con diez. Ni siquiera cuando el Madrid se quedó con diez por la expulsión de Sergio Ramos. Para entonces, Higuaín ya había empinado el 0-3 y su ejercicio demoledor no tenía respuesta.
Pero la historia dice que en el Atlético muchas veces todo es mentira. Es un club tan volcánico que cuando mejor se mueve es en la esquizofrenia. De nuevo le ocurrió anoche, cuando desde la tumba excitó a la hinchada con dos goles de chistera en apenas cinco minutos. Repentinamente, el Atlético, ese que tantas veces se sube a la noria, estaba en el combate sin explicación aristotélica posible. Es el Atlético. Como este Madrid, capaz, como ya lo fue en Milán, de evaporarse sin remedio a las primeras de cambio. En el Calderón resistió. El equipo ya tiene trazos interesantes. El Atlético aún los busca. Tan deprimido está que con un amago de remontada puede que le sepa a gloria.
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