Aniversario
Todo el mundo conmemora, disecciona, celebra, lamenta o se interroga sobre el primer aniversario del Mesías, sobre ese Cary Grant mulato que lógicamente ha evolucionado desde el vibrante "sí, podemos" al posibilista "se hará lo que se pueda" o al desencantado "haré lo que me dejen". Nadie medianamente racional esperaba que Obama multiplicara los panes y los peces, sellara a perpetuidad el eterno imperio de los malos. Sí que su enorme poder como jefe del universo sirviera para hacer más justo y habitable el estado de las cosas, que adquirieran protagonismo la estética y la ética, que el Imperio abusara un poquito menos de la paciencia de sus siervos, que sofocara los incipientes fuegos sin necesidad de recurrir a las siempre intolerables guerras.
La lucidez de ese hombre no estaría preocupada por los ataques que iba a sufrir del facherío extremo y de los prejuicios de cierta clase media, de los bufidos entre analfabetos y ágrafos que le estigmatizan como radical, comunista, terrorista, el Anticristo. Sus guardaespaldas no tienen que preocuparse por el Ku Klux Klan. Sólo de que Obama se atreva a tocarle los genitales y a cuestionar las ganancias del gran poder, de los dueños ancestrales del sistema financiero, del salvaje negocio de la sanidad, la venta de armas, los monopolios, los banqueros, los que ponen y quitan presidentes.
Cuentan que la Fox, creadora del muy popular, sufrido y patriótico torturador Jack Bauer, lanza vitriolo sin prisas y sin pausas sobre el triunfador advenedizo que ha clausurado Guantánamo, que prefiere negociar con los bárbaros antes que aplastarlos, que puede darle un capón al fraternal Israel si éste se pasa demasiado, que está lavando la lamentable imagen de su país. A cambio, HBO, esa televisión que es sinónimo de calidad, le echa un cable a Obama, alguien que seguramente forma parte de su público, con el más que curioso documental Barack Obama: camino hacia el cambio. Da gusto ver a un tío excepcional que parece afortunadamente normal, su temple, su estilo, la sensación de verdad que ofrece. También su equipo. Y conmueve ver a gente con pinta de no haber votado nunca haciendo ilusionada cola el día de las elecciones. Obama es un político tan bueno que no parece un político.
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