Arte 'jondo' con tres cuerdas
El flamenco homenajea al guitarrista Niño Miguel en Huelva
"La mejor guitarra de todos los tiempos es el Niño Miguel". Con esta contundencia se refería el guitarrista Paco de Lucía a Miguel Vega de la Cruz (Huelva, 1952), Niño Miguel, que tocó con Camarón, triunfó en los años setenta, abarrotó las primeras bienales de flamenco de Sevilla y grabó dos discos. Todo eso hizo hasta que la heroína y el alcohol truncaron su carrera. Esta noche, en el Palacio de los Deportes de Huelva, se le tributará un homenaje al onubense en el que participarán grandes nombres del flamenco. Al cante estarán José Mercé, Estrella Morente, Carmen Linares, Pepe de Lucía y El Pele. A la guitarra, Manolo Sanlúcar, Pepe Habichuela, Juan Carlos Romero, Miguel Ángel Cortés y Tomatito, sobrino de Niño Miguel. Al baile, la internacional Eva Yerbabuena.
Al homenajeado le llaman en Huelva El Niño de las Tres Cuerdas. Le dicen así porque a su guitarra rota le quedan sólo tres cuerdas. Pero no la cambia por ninguna. Con ella consigue inventar compases que más de uno -y de diez- se paran a escuchar en cualquier calle del centro, ante la admiración de los que le conocen y la perplejidad de los visitantes.
Cuando su mala salud se lo permite, suele deleitar a una audiencia improvisada con sus acordes y su magia. "Sus virguerías", puntualiza uno de sus seguidores. Pedir una tapa en una terraza del centro de la capital onubense conlleva, casi siempre, el toparse con la música de una guitarra tullida que suena a flamenco puro.
Cuentan que Paco de Lucía, que lo visitaba mucho, dijo en una ocasión: "Yo seré de los mejores guitarristas, pero el Niño Miguel es otra cosa, él es la música". El Niño Miguel improvisa, crea compases y compone, mientras recorre las mesas y pide, a cambio de arte, "una monedilla". Atrás quedan los tiempos en los que tocaba en la peña que todavía lleva su nombre, al fondo de la pequeña taberna de Pablo, en la calle Antonio Delgado de la capital. Cuentan que algunos de los premios que ha recibido no tardó en venderlos para hacerse con nuevas dosis de heroína. El rostro afilado, la barba cana, ojos hundidos de mirada sin foco y un color cetrino en la piel contrastan con la vitalidad de unas manos ágiles e inquietas, atestadas de salud y, sobre todo, de flamenco.
La Diputación y el Ayuntamiento onubenses han organizado conjuntamente esta celebración del mejor flamenco en un pabellón con capacidad para 5.000 personas. Las entradas están a la venta en el Gran Teatro y en el mismo Palacio de los Deportes antes del espectáculo (12 a 18 euros). Juan José Oña, delegado de Cultura de la Junta y amante del flamenco, lamentó ayer que "el Niño Miguel no hubiera tenido más suerte en todos los sentidos". "Los que lo hemos conocido, hemos disfrutado de su arte y siento profundamente que no haya podido tener un final profesional feliz", agregó Oña. La ciudad está repleta de carteles, en blanco y negro, que anuncian uno de los acontecimientos culturales más importantes del año. Se ha creado una gran expectación. Y todos coinciden en lo mismo: "Lo mejor será si Miguel se siente con fuerzas, sube al escenario y toca". Entonces el espectador tendrá el privilegio de escuchar, quizás, "la mejor guitarra del mundo".
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