La buena voluntad cuesta cara
El Valencia dilapida dos goles de ventaja y una gran superioridad sobre el Slavia
La buena voluntad tiene estas cosas. A veces cuesta cara. Unai Emery quiere que todos sus jugadores disfruten de una oportunidad y se sientan partícipes del proyecto. También Del Horno, que viene de un sinfín de lesiones encadenadas. Y al que el técnico vasco le dio, en el puesto de Mathieu, los últimos 20 minutos para que disfrutara de la enorme superioridad del Valencia ayer en Praga, que ganaba en el resultado (2-0), el juego e incluso el número de efectivos (11 frente a 10 por la expulsión de Senkerik). Pues bien, en cinco minutos fatídicos, el Valencia se durmió y el Spartak, barrido hasta entonces, reaccionó con rabia para empatar. En los dos goles checos, por cierto, estuvo involucrado Del Horno, poco tenso en el marcaje.
SLAVIA 2- VALENCIA 2
Slavia: Romanovs (Vaniak, m. 28): Krajcik, Vomacka, Celutska, Hubacek; Trapp, Grajciar (Smicer, m. 85), Suchy, Hlousek; Naumov (Janda, m. 46) y Senkeric. No utilizados: Vicek,
Valencia: Moyà; Bruno, Maduro, David Navarro, Mathieu (Del Horno, m. 69); Joaquín, Marchena, Baraja, Mata (Jordi Alba, m. 63); Silva (Pablo, m. 57) y Zigic. No utilizados: César, Dealbert, Miku, Banega.
Goles: 0-1. M. 21. Joaquín, de penalti. 0-2. M. 46. Maduro, de potente disparo. 1-2. M. 79. Janda, de cabeza. 2-2. M. 81. Grajciar.
Árbitro: Svein Oddvar. Expulsó a Senkeric (m. 47) y a Baraja (m. 93) por doble amarilla. Amonestó a Pablo, Mathieu, Trapp, Baraja, Del Horno y Vomacka.
Unos 10.000 espectadores en el Eden.
El Valencia echó así por la borda un partido muy bien jugado hasta ese momento, con una autoridad incontestable en todas sus líneas, sobre todo por la dirección de Marchena y Baraja, y un golazo precioso de Maduro que parecía cerrar el encuentro. Pero no. Se relajó el Valencia, que es lo que le viene sucediendo en esta Liga Europa en la que ha empatado tres de los cuatro partidos. Y en la que Emery trata de compaginar la clasificación con la reserva de sus mejores hombres. Una combinación en el alambre. Como ayer, cuando alineó a Silva y a Mata y los sustituyó al pensar que estaba resuelta la cita. Lo pensaba él y cualquiera que viera lo que estaba sucediendo. Sin recordar que el fútbol siempre guarda una sorpresa a la vuelta de la esquina. Además de que, con razón, Emery se quejara de un arbitraje lamentable que le anuló un gol legal a Mata por un inexistente fuera de juego, y no expulsara a Vomacka tras su entrada por detrás al propio Mata en el penalti que transformaría Joaquín.
Apretujado por sus compañeros, que acudieron en masa a abrazarle, Maduro achinó los ojos emocionado. Acababa de marcar uno de esos goles que dan la vuelta al mundo. Un disparo tan potente como estético que voló en diagonal desde fuera del área hasta la escuadra derecha de Vaniak. Premio a un futbolista modesto y siempre dispuesto a ayudar a sus compañeros.
El plácido dominio valencianista se convirtió, de repente, en un final desbaratado. Enrabietado por el empate, el Valencia atacó con fiereza en un tenso final en el que Baraja acabó expulsado. Y Emery descubrió que, a veces, la buena voluntad se paga.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.