Por un transporte aéreo sostenible
El transporte aéreo es un sector estratégico para nuestro país por su impacto social y económico y por su contribución en términos de conectividad, accesibilidad, cohesión y vertebración territorial. La trascendencia socioeconómica del transporte aéreo es innegable. Y en el caso de España, si cabe, aún mayor, por su singularidad geográfica peninsular e insular, su ubicación periférica en Europa, como puente de conexión natural con Latinoamérica y por su condición de segundo destino turístico mundial, sólo por detrás de Francia.
El transporte aéreo supone el 7% del PIB español y de él depende un 4,3% del empleo existente en nuestro país. Tres de cada cuatro personas que visitan nuestro país llegan en avión, de modo que el turismo -un sector clave para nuestra economía- está íntimamente ligado al desarrollo del transporte aéreo.
El sector se ha unido por primera vez para reducir el impacto negativo de las operaciones aeroportuarias
La eliminación de las aeronaves ruidosas es uno de los compromisos del plan de acción
En resumen, el liderazgo turístico español sería inconcebible sin unos aeropuertos que, además de universalizar la accesibilidad, la conectividad y la movilidad de los ciudadanos, también presten a la sociedad una valiosa contribución en términos de cohesión y vertebración territorial.
Si bien es cierto que ninguna actividad económica, por muchos beneficios que aporte, puede llevarse a cabo al precio que sea, también hay que tener en cuenta que en el caso del transporte aéreo, ante el objetivo, compartido por todos, de limitar los impactos negativos, no caben soluciones drásticas como el cierre de aeropuertos o la reducción del número de operaciones. Y, sobre todo, no hay que olvidar que estamos hablando de una actividad, el transporte aéreo, que a nivel mundial sólo representa el 2% de las emisiones totales de CO2 y el 5% del consumo total de combustible. Un sector, además, que ha logrado enormes avances en las últimas décadas en lo que a eficiencia energética y emisión de ruido se refiere. Los aviones que vuelan en la actualidad consumen un 70% menos de combustible y emiten un 75% menos de ruido que los aparatos que operaban en la década de los sesenta.
La sostenibilidad y la compatibilidad con el entorno son condiciones indispensables para el desarrollo de esta actividad en las que todo el sector del transporte aéreo español cree firmemente. Por eso se ha unido para poner en marcha un Plan de Acción Medioambiental, liderado por el Ministerio de Fomento a través de AENA, pero que cuenta también con el apoyo de líneas aéreas, industria aeronáutica y el colegio de pilotos, a través del grupo de trabajo para la compatibilidad de las operaciones aeroportuarias con el entorno. Creo necesario subrayar la importancia de esta iniciativa porque, por primera vez, todo el sector se une y asume el liderazgo de llevar a cabo una serie de medidas encaminadas a reducir el impacto negativo de las operaciones aeroportuarias con el entorno, sin que esa iniciativa sea fruto de una presión social puntual.
Éste es el punto de partida del Plan de Acción Medioambiental que, en su primera fase, podría lograr una reducción de 75.000 toneladas en las emisiones de CO2 y un ahorro de combustible de 25.000 toneladas al año, a través de cinco iniciativas que serán mejoradas y ampliadas en el futuro.
La estrategia desarrollada por el Grupo de Trabajo se basa en el "enfoque equilibrado" de OACI (Organización Internacional de Aviación Civil), que se estructura en torno a cuatro ejes: reducción de los niveles de emisión en la fuente; establecimiento de procedimientos operativos de atenuación de ruidos; implantación de restricciones operativas y de gestión, y planificación idónea del territorio.
De las cinco actuaciones que se pondrán en marcha en 2010, dos se encuadran dentro del concepto de mejoras operativas y pretenden obtener el máximo beneficio de la tecnología disponible en la actualidad. Por un lado, queremos utilizar los ordenadores de a bordo de las aeronaves para volar con la máxima precisión posible las rutas establecidas en los despegues. Si reducimos la dispersión de las rutas, disminuirá notablemente el número de afectados por los sobrevuelos. Por otro, vamos a implantar procedimientos de aproximación en descenso continuo en los aeropuertos de la red de AENA de manera gradual a partir de 2010. Esta maniobra permite a las aeronaves realizar un planeo con los motores a ralentí hasta unas 12 millas náuticas del umbral de la pista. Con esta maniobra puede ahorrarse en cada vuelo unos 160 kilos de combustible y las emisiones de CO2 entre 300 y 400 kilos.
La eliminación de aeronaves ruidosas (aeronaves que cumpliendo la normativa actual generan un nivel de ruido muy próximo al límite superior del umbral de certificación) es otro de los compromisos del plan de acción. Estos aviones ya tienen prohibido operar en el aeropuerto de Madrid-Barajas, y antes de fin de año dejarán de hacerlo también en Barcelona. A lo largo del ejercicio 2010, las restricciones se extenderán también a Palma de Mallorca, Málaga, Gran Canaria, Tenerife Sur, Valencia y Alicante. La prohibición de este tipo de aeronaves -aunque ya escasos en nuestros aeropuertos y en desuso por parte de las aerolíneas nacionales- tendrá un efecto muy positivo en los municipios colindantes con los aeropuertos, ya que eliminarán episodios puntuales de alta intensidad sonora, especialmente molestos para los vecinos.
La cuarta medida del plan de acción -la incorporación progresiva de vehículos eléctricos en los aeropuertos- pretende reducir las emisiones de CO2 que se producen en los aeropuertos. Estas instalaciones, como las ciudades, producen por sí mismas una contaminación acústica y atmosférica que AENA está decidida a controlar. Nuestro objetivo, en una primera fase, es que los aeropuertos sean neutros desde el punto de vista de emisiones de CO2 y que, en una segunda fase, se llegue a una reducción mínima del 20%, que deberá ser al menos del 50% en 2050. Una de las vías para obtener estos objetivos es la utilización masiva de vehículos eléctricos en el recinto aeroportuario, aunque para ello es necesario llevar a cabo primero una experiencia piloto. Eso es lo que nos proponemos realizar el año que viene en el aeropuerto de Madrid-Barajas. Si de esta prueba se desprende la viabilidad de utilizar este tipo de vehículos en condiciones reales de operación, procederemos a realizar un plan de despliegue que involucre a todos los usuarios de los aeropuertos.
Finalmente, el quinto elemento de nuestro plan de acción es la implantación de un sistema de monitorización de ruido que, a través de la web de AENA, permitirá a los vecinos realizar el seguimiento de las trayectorias de los aviones y del ruido que emiten. Así dispondremos de información completa y fiable, de manera transparente, lo que redundará en una mejora de la credibilidad de todo el sector.
En resumen, por primera vez, todo el sector del transporte aéreo ha dado un paso adelante de manera conjunta para llevar a cabo su actividad, vital para nuestra economía, de manera más sostenible y respetuosa con el entorno. -
Juan Ignacio Lema Devesa es presidente de Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA).
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