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La seguridad privada de un atunero repele a tiros otro ataque pirata

El buque estaba en una zona muy peligrosa y le habían pedido que se alejara

El atunero vasco Artza escapó ayer de un nuevo ataque pirata en aguas del Índico gracias a los agentes de seguridad privada embarcados en el buque. Los disparos de advertencia de los mercenarios hicieron que los atacantes "se dieran la vuelta", según relató por teléfono el patrón del barco, Ion Poncela. El barco faenaba a unas 210 millas de la costa somalí (unos 350 kilómetros), en aguas internacionales. Se trata del segundo intento de abordaje que sufre un buque de la flota atunera congeladora vasca en menos de 24 horas, después de la persecución que sufrió el viernes el Iria Flavia.

El atunero se encontraba "en una zona muy peligrosa, a unas 200 millas de Somalia", según fuentes del Ministerio de Defensa. Y había recibido "repetidos avisos para que se alejaran" del lugar. El cuartel general de la Operación Atalanta en Nrhwood ha contabilizado 21 avisos de peligro de estos barcos en lo que va de mes. Una patrulla marina ha llegado incluso a localizar el buque nodriza de los piratas en este área.

Dos atuneros vascos, bajo bandera de Seychelles, tienen ya armas a bordo

El Artza, con base en Bermeo (Vizcaya), pero con bandera de Seychelles, cuenta con una tripulación de 29 personas, entre la que hay, desde hace semanas, varios escoltas armados. Todos se encuentran "tranquilos", ya que el buque cuenta con "armamento adecuado para repeler cualquier agresión", según destacó José Ángel Angulo, gerente de la Asociación Nacional de Armadores de Buques Atuneros Congeladores (Anabac). Al menos media docena de atuneros vascos que opera bajo bandera de Seychelles llevan seguridad armada a bordo.

Los que faenan bajo pabellón español permanecen a la espera de embarcar a los primeros escoltas, después de que ayer entrara en vigor el real decreto que les autoriza a equiparlos con armamento militar.

La intervención de los mercenarios evitó lo que podría haber terminado en un nuevo Alakrana. Bastaron, según detalló Poncela, "tres o cuatro disparos de advertencia" a la proa de una de las tres embarcaciones que se acercaban a toda velocidad hacia el pesquero bermeano para que los atacantes se lo pensaran mejor. El incidente sucedió a las 8.30, hora peninsular española, y el hecho de que la tripulación del Artza viera venir de lejos a los piratas tuvo mucho que ver con el desenlace positivo. "Venían en lanchas de fibra y en el radar no se ven", explicó el patrón, quien añadió que además vieron a lo lejos a una embarcación más grande que sería "el buque madre". Los piratas suelen esperar durante semanas en barcos nodriza que un buque se ponga a su alcance para intentar abordarlo con lanchas. Cuando los víveres se les acaban se reaprovisionan en sus bases de la costa somalí.

Dos horas después de este ataque se produjo en la misma zona y a unas 350 millas de la costa somalí otro intento de asalto, en este caso al pesquero francés Avel Vad, que también fue repelido por la seguridad que lleva a bordo. La distancia a la que faenaba el Artza es notablemente inferior a la que lo hacía el Iria Flavia (1.000 millas) y del Alakrana (400 millas).

Cuando se cumple un mes del secuestro de este último buque, los familiares de los marineros gallegos que permanecen retenidos en el barco señalaron estar "un poco más animados" por el avance de las negociaciones. Antonio Costas, hermano de Pablo Costas, uno de los secuestrados, señaló a Efe que el Gobierno les está llamando diariamente para comunicarles la situación y que, según el contenido de la última conversación, "parece que van muy bien las cosas".

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