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Análisis:EL CÓRNER INGLÉS
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Beckham, la democracia y el Alcorcón

- "Si confías en ti aunque todos de ti duden... Si te enfrentas al Triunfo y al Desastre y tratas a ambos farsantes por igual... ¡Serás un hombre, hijo mío!". Rudyard Kipling, de su poema Si.

David Beckham tiene puntos en común con la AD Alcorcón. El inglés, como comentó una vez George Best, no sabe dar al balón con la zurda, no marca muchos goles, no sabe cabecear y no recupera balones. Podría haber agregado que no tiene ni regate ni velocidad. Pese a eso, Beckham ha sido capitán de la selección inglesa, con la que ha jugado 115 partidos; ha sido figura en el Manchester United, el Real Madrid y el Milan, y ha ganado, entre muchas cosas más, seis Ligas inglesas, una española y la Copa de Europa.

El Alcorcón es un equipo que nunca en sus tres décadas de historia ha avanzado más allá de Segunda B, y quizá nunca lo haga, pero acaba de vencer al Real Madrid por 4-0.

Ambos casos nos ayudan a entender por qué el fútbol es el deporte más popular del mundo. Resumiéndolo en pocas palabras: porque es el más democrático. Beckham no nació para jugar al fútbol, sino quizá para ser corredor de fondo, pero se impuso y lo logró por pura fuerza de voluntad. El Alcorcón demostró, de la manera más explosiva imaginable, que todo es posible en el fútbol, como en la vida, si uno se lo cree.

Para triunfar en el fútbol, como nos recordaba Best (sin necesariamente querer hacerlo), un individuo no tiene que ser ni alto, ni fuerte, ni rápido ni especialmente habilidoso con el balón. Lo mismo no se puede decir ni del baloncesto, ni del fútbol americano, ni del rugby ni del tenis o el golf. Y ningún otro deporte tiene la infinita posibilidad de sorprender que tiene el fútbol. Que el Alcorcón venza al Real Madrid por 4-0 es como si el vicecampeón del club de tenis de la vuelta de la esquina derrotara a Rafa Nadal por 6-0 o como si España venciera a Nueva Zelanda en rugby por un margen de 30 puntos. Inconcebible. Disparatado.

En el fútbol, como dijo una vez Stanley Matthews, un brillante extremo que dejó de jugar en la Primera División inglesa en 1965 con 50 años, el entusiasmo es todo. El Alcorcón lo ha demostrado esta semana; y Beckham, por enésima vez, también.

El inglés acaba de guiar a su equipo estadounidense, Los Ángeles Galaxy, al campeonato de lo que llaman la Liga Oeste y ahora tiene serias posibilidades de acabar proclamado campeón nacional. La afición le vitoreó en el campo hace unos días, lo cual es tremendo porque hace apenas tres meses le abucheaban cada vez que tocaba el balón y colgaban pancartas que decían: "¡Vete a casa, mercenario!". Su pecado había sido abandonar al Galaxy a principios de año para ir a jugar al Milan, en el que también, contra todo pronóstico, triunfó y al que volverá una vez más en enero.

Éste es el mismo personaje que comenzó la temporada 2006-07 perdiendo su puesto en la selección inglesa, pero que convenció al entrenador de que le volviera a convocar meses después; el que Fabio Capello condenó a las gradas en enero de 2007, declarando que nunca más jugaría en el Real Madrid, pero que un par de meses después volvió a ser titular y jugó un papel determinante en la conquista de la Liga.

Beckham es un hombre que no entiende la palabra derrota, que tiene la piel de rinoceronte del político más curtido. Ante la adversidad más demoledora, no se rinde ni se humilla. Aprieta los puños y se dice: "A mí no se me subestima nunca. Les voy a enseñar de lo que soy capaz".

El espíritu de Beckham es el espíritu del Alcorcón. En su antiguo jugador, al que despidieron antes de tiempo, y en su pequeño némesis del sur de la ciudad, el Real Madrid, tan molido hoy, tiene el ejemplo a seguir. Porque, si Beckham y el Alcorcón han logrado lo que han logrado con mucho más en contra y mucho menos a favor, el Madrid de Cristiano Ronaldo y Kaká, que sí nacieron para jugar al fútbol, tiene que ser capaz de ganar la Liga, la Champions y todo lo que se proponga.

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