"Cumplí con mi deber"
Higuaín se muestra tranquilo tras su gesta y su entrenador avisa de que será "protagonista"
Óscar Ustari se mordía los labios y meneaba la cabeza en un gesto de frustración. "Higuaín es muy bueno", decía el portero del Getafe camino del autobús de su equipo. Acababa de recibir dos goles del punta argentino. Pudieron ser tres, pero un balón acabó en el palo. Ustari se rendía ante su compatriota: "Ha demostrado su gran inteligencia para ganar la espalda a nuestros defensas. Siempre aparecía por donde no le esperábamos. Ha hecho un gran trabajo".
Hay jugadores que se lucen con viento a favor. Otros, como Higuaín, destacan en la adversidad. Tal vez por eso los técnicos les ponen a jugar cuando no hay más remedio. Así lo hicieron Capello, Schuster, Maradona con Argentina y ayer Pellegrini. Higuaín, que nunca fue la primera elección de su entrenador para la punta del ataque, afrontó una situación límite. Sabía que no era el delantero preferido del presidente. Sabía que no era el hombre más fuerte del vestuario. Sabía que no tenía padrinos. Sabía que el Madrid se la jugaba en una tarde que amenazaba con profundizar una crisis deportiva que ponía plazo al recorrido de Pellegrini en el banquillo.
"Estoy acostumbrado a no ser indiscutible. Pero en mi cabeza está triunfar"
El Madrid debió jugar contra corriente. Primero, porque venía de recibir una de las goleadas más humillantes de su historia, el 4-0 en Alcorcón, un hito desagradable en la memoria de los hinchas. Segundo, porque la expulsión de Albiol dejó al equipo con uno menos ante un rival peligroso. "La tarjeta roja a Albiol fue un palo porque tuvimos que reorganizarnos y correr por uno más desde el minuto 25", dijo Higuaín, que desde que llegó al club, con 18 años, en enero de 2007, ha demostrado tener muchos recursos, sobre todo una fe superior a cualquier barrera.
"El equipo demostró que tiene espíritu", comentó. "La victoria fue una reacción contra todas las críticas que nos han hecho. Demostramos que estamos unidos. El equipo ocupó bien los espacios y yo estoy feliz porque aproveché mi oportunidad, que es mi deber. Sé que esto es el Madrid y estoy acostumbrado a no ser indiscutible. Pero en mi cabeza está triunfar".
Cuando Higuaín hizo el segundo gol, mediada la segunda parte, el Getafe se hundió. En la zona técnica, Pellegrini canalizó la rabia acumulada durante la semana. Salió del banquillo y, dirigiéndose hacia el campo, se dobló sobre sí mismo y apretó los puños en un grito visceral: "¡Vamos, carajo!". El técnico respiró aliviado ante la gesta del jugador.
A partir de ahora, su situación cambiará, según Pellegrini: "Gonzalo no ha jugado tanto porque había que integrar a muchos jugadores nuevos, a Benzema y Kaká, gente que juega prácticamente en el mismo puesto. Pero yo siempre supe lo que valía. En este equipo tendrá un papel protagonista. Sin ninguna duda".
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