"EE UU es país de oportunidades, pero el futuro es de Asia"
La cita es en la tienda que tiene en la calle de Claudio Coello de Madrid. Pide ir a pie hasta el restaurante elegido. "Me gusta pasear, y eso que me han robado la cartera cuando iba a visitar el Museo del Prado. Me quitaron las tarjetas y 1.500 euros, pero, como me dijo mi hija, seguro que era alguien que lo necesitaba más que yo". También se llevaron las horquillas con las que ella misma se arregla cada día su peculiar melena rizada. "Así que he usado los palillos del minibar del hotel".
De camino al almuerzo, Diane von Furstenberg saca una cámara de fotos y retrata todo lo que le llama la atención. "Tengo un blog y voy contando lo que hago cada día". También lleva en su enorme bolso negro su iPhone, con el que permanece conectada con su taller de Nueva York y su familia.
La diseñadora sabe qué es elegancia: estar seguro de uno mismo
No come carne. Por eso se decanta por una ensalada de pimientos rojos que mezcla con la tortilla de patata y hasta con las gambas. Prueba el jamón, más por insistencia que por interés.
Tiene 62 años y una vitalidad envidiable. Cada cinco días hace la maleta para ir a algún sitio. Nació en Bruselas. Su padre era ruso y su madre, griega, se salvó del Holocausto judío. Estudió en Suiza e Inglaterra. A los 18 años se casó con el príncipe Egon de Furstenberg al que conoció en Oxford y con quien tuvo dos hijos. Luego mantuvo una relación con Alain Elkann, ex marido de Margarita Agnelli, y desde 2001 está casada con el magnate de las comunicaciones Barry Diller. "Mi casa técnicamente está en Connecticut. Allí me reúno con mis hijos y nietos. Pero no me considero de ningún lugar en especial". Sus hijos colaboran en su empresa, en la que el 97% son mujeres. "Son más trabajadoras".
A Madrid ha venido para recibir el Premio Telva a la mejor diseñadora internacional. Hoy sale para Moscú, donde se expone una retrospectiva con su trabajo como diseñadora en la que también se muestran las obras de arte que ella inspiró a grandes artistas. Entre ellos, sus amigos del Nueva York de los años sesenta y setenta, como Andy Warhol. El mundo del arte, la naturaleza y la mujer son la fuente de inspiración de sus colecciones. "Trabajo para profesionales que tienen poco tiempo para elegir su ropa, que deben ir impecables 24 horas al día y que viajan. Mi ropa cuando se dobla no abulta y no se arruga". Entre sus clientas está Michelle Obama. Se declara admiradora de ella, más que de su marido. "EE UU es el país de las oportunidades, ahí está Obama. Europa tiene la historia, el arte... pero el futuro hay que buscarlo en Asia". Y ve cosas buenas en la crisis económica: "Supone un fin de ciclo, cambios. Además, con la crisis la imaginación aumenta".
Diane von Furstenberg, quizá por su alma viajera, sostiene que la vida de alguien se resume en el contenido de su maleta. "La mía lleva pocas cosas".
Apuesta por la belleza natural. Apenas lleva maquillaje y no se ha operado -"Aunque es difícil tener 62 años"-. Y es sumamente elegante. "Para serlo hay que estar segura de una misma". Ella, no hay duda de que lo está, tanto como para chuparse con elegancia los dedos llenos de la sal de las gambas y de la salsa de los pimientos.
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