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Reportaje:

Luis César, en la parrilla de salida

El técnico arousano espera destino inmediato tras casi dos años en el paro

Hace tres años Luis César Sampedro (Vilagarcía, 1966) tocaba el cielo en Tarragona. Con el equipo en Primera tras dejar atrás 56 años en las catacumbas del fútbol español, su nombre, su imagen y sus maneras empezaban a hacerse sitio en la élite de los técnicos españoles. Desde enero de 2008, sin embargo, no se sienta en un banquillo; la temporada pasada se quedó en blanco y en la actual sigue a la espera. "Estoy en la parrilla de salida", previene. "Creo que en breve empezaré a trabajar de nuevo", zanja entre el convencimiento y la esperanza. Pero vivir en Galicia no ayuda. "Estamos demasiado lejos de mucha gente y éste es un mundillo de relaciones y vínculos. No es que esté cojo en este apartado, pero hay quien tiene más patas que yo, que ni he sido futbolista famoso ni tengo demasiadas conexiones", explica.

"El fútbol es ganar y perder, hay que saber digerirlo", dice esperanzado
"Los directores deportivos viajan a ver jugadores, pero no entrenadores"

Se trata de un receso sorprendente para un entrenador que llegó como aire fresco, como uno de los abanderados de la nueva hornada de estrategas autóctonos. Porque los equipos de Luis César son plenamente identificables: zaga adelantada, reducción de espacios para recuperar la pelota y verticalidad para llegar al área antes de que el rival se organice. Así ascendió al Racing de Ferrol a Segunda y al Nástic a Primera. En Tarragona pasó de ser un héroe requerido para todo tipo de saraos a verse en la calle en apenas cinco meses. No parece coherente que al entrenador que sube a un equipo de ese nivel sólo se le concedan 12 partidos la siguiente temporada, pero Luis César explica que se vio en un fuego cruzado entre el presidente del club y los rectores municipales, que poseían una significativa parte accionarial en la entidad. Su siguiente destino fue El Ejido, donde había un ambicioso proyecto deportivo, pero el equipo se ancló a la cola de la clasificación y tuvo que hacer las maletas. Y no ha vuelto a tocarlas.

Guardameta de sólida trayectoria en Segunda B, Luis César jugó en la categoría de bronce con Arosa, Lalín y Racing, pero cuando se ponía los guantes ya tenía una inquietud en la cabeza. "Quería ser mejor entrenador que futbolista y lo he conseguido", confiesa. Ahora no quiere bajar ese listón y espera una nueva oportunidad en Segunda A. Cree que es la categoría idónea para mostrarse y subirse otra vez al trampolín. "En ella puede verse más la mano de un entrenador porque no hay tanta diferencia entre los jugadores. Nadie tiene un Cristiano Ronaldo y por eso un equipo bien trabajado tiene muchas bazas para ser mejor que los demás y vencer". Se trata también un territorio en el que la batalla de los egos no alcanza una gran dimensión. "En Primera tienes que saber gestionar a futbolistas que llevan calzoncillos de 300 euros, pero en Segunda también hay mucha gente que está de vuelta y que es difícil de llevar", advierte.

A Luis César le abrió puertas su trabajo, quizás más bien los resultados. Y en ese punto deja caer un lamento que tiene que ver con los criterios de los clubes para elegir entrenador porque entidades de millonarios presupuestos apenas destinan recursos a la selección de una de sus piezas clave. "Los secretarios técnicos o los directores deportivos viajan a ver jugadores, pero no entrenadores. No saben cómo trabajamos, no tienen un conocimiento exhaustivo sino que se basan en resultados o en opiniones", dice. "Además, si vienes de hacer un mal año estás manchado porque no quieren comprar un conflicto, y que les echen en cara su decisión si contratan un técnico que viene de un fracaso y el rendimiento del equipo no es bueno".

Mientras llega la llamada que aguarda desde hace casi dos años, hace kilómetros para ver fútbol, pone en orden conceptos y atiende una página web de nuevo cuño en la que da rienda suelta a un ideario que el paro apenas ha mutado. Sabe que el tiempo corre en su contra, que la rueda gira y él no está en ella, pero también percibe que tiene que ser cuidadoso al decantarse por un nuevo destino porque un fracaso le obligaría a volver nueve años atrás.

El desempleo es duro y más ver como las oportunidades pasan sin detenerse. "Trato de llevar mi situación con naturalidad, pero lo peor es cuando un equipo de los que a mí me gustaría entrenar cambia de técnico y se decanta por uno mayor y con menos currículo que yo". Ahí le duele porque son 250 partidos en la Liga de Fútbol Profesional, tres banquillos y dos ascensos. "Paso el trago y sigo viendo y estudiando fútbol".

Y se desahoga en su web: "El fútbol es ganar y perder, consiste en saber digerirlo, en administrar la catástrofe en nuestro cerebro, en gestionar la debacle emocional de los que nos rodean. Por tanto, no hay razón para buscar el sufrimiento, pero si éste llega y trata de entrar en nuestra vida, no lo permitamos".

Retrato del entrenador de fútbol Luis César, en el puente que cruza la Avenida de Alfonso Molina, en A Coruña.
Retrato del entrenador de fútbol Luis César, en el puente que cruza la Avenida de Alfonso Molina, en A Coruña.GABRIEL TIZÓN

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