Una empresa formada por los vecinos
"Nosotros somos los únicos responsables del puente. Hace cuatro años tuvimos que pagar 65 millones de pesetas para repararlo: por algo nuestros recibos de la comunidad son de 300 euros al mes". Pepe, administrador de la isla desde hace 35 años, no quiere que se publiquen sus apellidos pero habla convencido de lo que dice. Y saca todo el rato escrituras y libros contables del armario de su oficina, en la planta baja de la torre. No tiene facturas de cuando los celtas porque no debía de haberlas.
La isla, que oculta un castro y una necrópolis romana bajo las edificaciones, fue de los monjes de Celanova hasta la Desamortización. En 1836, la compra en subasta el marqués de Elduayen, y a su muerte sus sobrinas la ponen en venta. Pasa por varias manos hasta que la adquiere Martín Echegaray, un indiano de vuelta de Argentina. El 11 de agosto de 1911, Echegaray lleva de excursión en barco a todos los prebostes de Vigo y en una comida en Villa Gioja, la fábrica de salazón que tenía en Toralla, aúna fuerzas para fundar la compañía de tranvías. Cuando se muere, la treintena de herederos vende a la promotora Toralla, SA, que empieza a vender parcelas a particulares y luego coloca a Promotur el solar de la torre. El 1984, la firma negocia la venta del parque, a la entrada de la isla, donde una constructora pretende levantar otro edificio, pero los dueños de los 32 chalés, las dos fincas sin edificar y los pisos acuerdan comprar todas las acciones de Toralla, SA, para evitar este inmueble y salvar la zona verde. Ahora, Toralla SA posee 4,5 hectáreas de la isla, tiene ocho empleados y está formada por todos los vecinos y la Universidade de Vigo, que ha construido allí Ciencias del Mar en terrenos del Estado.
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