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Crónica:Octava jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

Pellegrini se queda sin escudo

El Madrid acusa las bajas de sus delanteros y la falta de un plan colectivo frente a un encomiable Sporting

José Sámano

A falta de un ideario, al Madrid le sostenía hasta ahora su extraordinaria contundencia ofensiva. Al toque de corneta de cualquiera de su fascinante nómina de delanteros, el equipo maquillaba sus defectos estructurales, con Pellegrini aún sin brújula. Llegado el día de las ausencias de artilleros como Cristiano, Benzema e Higuaín, el Madrid se quedó seco. Empezó pálido, sacudido por el empuje del Sporting, y terminó con un asalto tras otro ante Juan Pablo, fruto del desplome total del cuadro gijonés, sin depósito en el segundo tiempo. El equipo de Preciado entregó la cuchara y festejó el punto como un oro olímpico; el de Pellegrini perdió dos puntos sin excusa, por mucho que lamentara las ausencias.

SPORTING 0 - REAL MADRID 0

Sporting: Juan Pablo; Canella, Gregory, Botía, Lora; Míchel, Rivera; Luis Morán (Iván, m. 80), De las Cuevas (Carmelo, m. 75), Diego Castro; y Barral (Bilic, m. 63). No utilizados: Raúl; Ángel, Pedro y Gerard.

Real Madrid: Casillas; Sergio Ramos, Pepe, Garay (Albiol, m. 64), Marcelo; Xabi Alonso (Van der Vaart, m. 77), Diarra; Granero, Kaká, Drenthe (Guti, m. 58); y Raúl. No utilizados: Dudek; Arbeloa, Gago y Acuña.

Árbitro: Teixeira Vitienes. Amonestó a Sergio Ramos, Raúl, Botía, Drenthe, Rivera y Diarra.

Unos 24.000 espectadores en El Molinón. El Madrid lució brazalete negro por la muerte de Félix Pérez, socio número 1 del club, y de Pedro Arsuaga, jugador del Madrid entre 1946 y 1954.

Cuesta creer el vacío que ha dejado Cristiano en una plantilla con tanta pasarela

Cuesta creer el vacío que ha dejado Cristiano Ronaldo en una plantilla con tanta pasarela. Con casi todos los pretorianos no le alcanzó en Sevilla ni contra el Milan. Con la reserva, ni siquiera ante un rival de apuesta encomiable, pero grandes debilidades. Si hasta ahora Pellegrini había disfrazado el mal juego de su equipo con un festín de goles, ayer se quedó sin escudo y sin nada de lo que presumir: desde febrero de 2007, dos años y ocho meses, el Madrid no empataba a cero un partido de Liga -entonces fue en el Bernabéu contra el Betis-. Señal de que, cuando los jugadores no acuden al rescate, el entrenador chileno tampoco llega con la pizarra.

El técnico madridista tuvo que recurrir al fondo del armario. Las bajas, de alguna manera, condenaron al Madrid al orden. Con poco cesto, Pellegrini se acomodó a un 4-4-2. Por una vez, con dos jugadores anclados en las orillas, Drenthe y Granero, aunque su producción fuera escasa, muy escasa en el primer caso. Sin la mayor parte del reputado pelotón de delanteros, Kaká se alejó del gobierno del juego y, a pocos metros del gol, fue el madridista más pujante y dañino, pero aún no es a quien se espera. Del eje se encargaron Xabi Alonso y Diarra, pero al Madrid le costó mucho encontrar el hilo. Hasta el intermedio, sólo tuvo sosiego cuando el Sporting se concedió una tregua. Su explosivo y vibrante arranque resulta insostenible para cualquier equipo. Hasta que le entraron las agujetas, el equipo de Preciado, bien trenzado, mantuvo las líneas muy juntas, con gran espíritu gremial tanto para el quite como para el ataque. Tiene un mérito extraordinario: pocos conjuntos de su modestia se sienten tan fortalecidos con la pelota grapada. El juego no empequeñece a este Sporting, que durante una hora retó con desparpajo a Casillas, que no pasó un primer tiempo de hamaca precisamente. En el ex atlético De las Cuevas, Preciado ha encontrado una veta que le faltaba. Entre él y Luis Morán, otro extremo que abusó de la debilidad defensiva de Marcelo, mantuvieron en trance al grupo asturiano, de entrada con mucho más picante.

Con una alineación forzada por las ausencias, el Madrid ofreció el mismo fútbol desteñido de otras jornadas, cuando tuvo al vestuario en plenitud. Cuando el Sporting cogió oxígeno, apenas supo qué hacer con la pelota. Dimitido Granero y con Drenthe en su versión habitual, el equipo se vio obligado a gravitar en torno a Raúl y Kaká, sin mezclar casi nunca el fútbol por los costados, donde Ramos y Marcelo no tuvieron peso. En todo el primer acto, tan sólo un par de acelerones del ex milanista y un remate del capitán tras una montonera ante Juan Pablo inquietaron a la hinchada rojiblanca. Rebajado en ataque, el equipo de Pellegrini volvió a dejar huellas muy sospechosas en defensa, en la que ayer Garay dejó en el banquillo a Albiol, hasta entonces indiscutible. El argentino terminó cojo y se acabó la rotación para el internacional español. Con unos u otros el mecano está desajustado, no es una línea hermética. Cada vez que algún futbolista local filtraba la pelota entre los centrales, angustia para Casillas. En realidad todo el equipo da la impresión de estar supeditado a sus individualidades; desde el punto de vista colectivo, los talentos no suman, no hay plan a la vista. Lo mismo asalta los partidos con Drenthe de titular que su remedio posterior es la entrada de Guti por el holandés. El día y la noche. Dos vías antagónicas.

Pese a las carencias, el Madrid no fue el equipo que durante muchos minutos se hizo el remolón ante el Milan. Su actitud le hizo ser más constante. Al mismo tiempo, el Sporting, que con un punto se sentía campeón, fue perdiendo mecha. Los esfuerzos cada vez le eran más agónicos, con lo que el Madrid enganchó la pelota y el encuentro, pasada una hora, sólo tuvo una dirección, la que conducía a Juan Pablo, autor de la parada de la noche al rebañar con el pie un remate de Granero a pocos palmos del meta sportinguista. Fracturado el equipo de Preciado, el Madrid manejó a su antojo buena parte del segundo periodo. Rivera y Míchel ya no contenían el dique y Morán y Castro ya no daban auxilio por las bandas. Todo era muy costoso para cualquier jugador local. El Sporting se acalambró y al Madrid se le aclaró el paisaje. Guti como era previsible, le dio más cuajo, mayor sentido, pero entonces le faltó lo que casi nunca se le discute, la pegada. Ni siquiera cuando uno de los centrales contrarios, Gregory, en este caso, acaba con muletas.

Sufriente de entrada en su área, esta vez el Madrid no supo ser concreto ante un rival descorchado por completo durante la última media hora. El Madrid no pudo explotar la virtud que más le distingue. Sin plomo fue poca cosa.

Raúl, en el césped tras recibir un golpe.
Raúl, en el césped tras recibir un golpe.REUTERS

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Sobre la firma

José Sámano
Licenciado en Periodismo, se incorporó a EL PAÍS en 1990, diario en el que ha trabajado durante 25 años en la sección de Deportes, de la que fue Redactor Jefe entre 2006-2014 y 2018-2022. Ha cubierto seis Eurocopas, cuatro Mundiales y dos Juegos Olímpicos.

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