La caída del consumo lastra el IPC y reaviva el riesgo de deflación
La inflación subyacente, que excluye el impacto del petróleo, ronda ya tasas negativas - Los expertos atrasan a diciembre la previsión de subida de precios
No es deflación, arguyen el Gobierno y la inmensa mayoría de los expertos. Pero, con los últimos datos en la mano, la definición que comparten el Ejecutivo y la mayoría de los analistas -una caída "persistente y generalizada" de los precios-, está más cerca de cumplirse, no más lejos. Con el -1% que marca el IPC de septiembre, difundido ayer, se suceden ya siete meses de tasas interanuales negativas. El retroceso ha sorprendido a los analistas, que amplían ahora hasta noviembre su previsión de caída de precios. Y la inflación subyacente, el índice que excluye alimentos frescos y energía por su volatilidad, ha traspasado otra de las líneas rojas de los economistas.
La inflación subyacente se tiene por el mejor espejo de la relación recíproca entre consumo y precios, al excluir las distorsiones que introducen los vaivenes del petróleo, en cuya cotización la demanda española no tienen ninguna influencia. En septiembre, la inflación subyacente se quedó en una subida mínima (0,1%), que en ocho comunidades autónomas fue retroceso. Más aún, si se descuenta el efecto de la subida de los impuestos al tabaco que se aprobó este verano, la variación global sería ya negativa.
El índice llega a -1% en septiembre por la bajada de coches, alimentos y hoteles
Economía excluye "por completo" una deflación dañina para la actividad
Como en meses anteriores, la comparación en las cotizaciones del petróleo es la razón de buena parte de la caída que refleja el IPC. Si en septiembre de 2008 el barril de brent rondaba los 70 euros, el mes pasado no llegó a los 47. Pero no explica por qué el IPC pasó del -0,8% al -1% entre agosto y septiembre: en ambos meses, la variación en la cotización (-34%) fue idéntica. El Instituto Nacional de Estadística aclara que la diferencia está en que bajaron más los automóviles, los alimentos elaborados y los hoteles. Los empresarios de estos sectores respondieron a la debilidad del consumo con un recorte de precios con la esperanza de recuperar clientes.
Es este mecanismo de respuesta ante un bajón de la demanda lo que, si se extiende, detonaría la espiral deflacionista. "Excluimos ese escenario por completo", se reafirmó el secretario de Estado de Economía, José Manuel Campa. La deflación es nociva si se cuela en las expectativas: se consume menos porque se esperan precios más bajos, se reducen los márgenes empresariales para bajar los precios, se despiden trabajadores..., y vuelta a empezar.
"No creemos que la caída de precios vaya a tener efectos negativos para los consumidores y los empresarios", añadió Campa en conferencia de prensa. El secretario de Estado de Economía recordó que, si la espiral deflacionista no se dispara, priman los beneficios: "Aumenta la renta real de las familias [pagan menos por lo mismo] y mejora la competitividad de nuestras exportaciones". Esta última ventaja se sustenta en la diferencia con la zona euro, donde el retroceso sigue siendo más moderado (-0,3%).
Campa negó que la caída de precios sea generalizada, pese al aviso que ha dado la inflación subyacente. Por ahora, depende del cristal con el que se mire. El secretario de Estado eligió la variación de los precios de bienes y servicios desde enero para asegurar que sólo hay tasas negativas en el 25% de la cesta que se usa para el IPC. Y una proporción similar resulta si se escoge la lupa de la variación mensual. Pero en la comparación de año a año, los precios caen en más del 42% de los 126 bienes y servicios que analiza el Instituto Nacional de Estadística.
El Gobierno mantiene que el IPC recuperará las tasas "leves, pero positivas" a final de año. A simple vista es un pronóstico que tiene todo a favor para acertar: el precio del crudo ya está muy cerca de los 50 euros que marcaba por estas fechas el año pasado; y, luego, esta comparación (en diciembre de 2008 bajó hasta los 30 euros) debería cambiar de signo y contribuir a reactivar la inflación.
Pero los propios expertos dan cada vez más cancha a las presiones deflacionistas en su análisis. La Fundación de Cajas de Ahorros revisó ayer a la baja su estimación de diciembre (de 1,2% a 0,4%) y pronostica ahora tasas negativas para octubre y noviembre. El Instituto Flores de Lemus, de la Universidad Carlos III, va más allá y eleva a "un 50%" la probabilidad de que la inflación subyacente entre también en números rojos antes de final de año.
"La debilidad del consumo de las familias y la reducción de los márgenes empresariales están limitando intensamente el avance de los precios", corroboró la CEOE en un comunicado. "La caída del consumo sigue repercutiendo debido a una crisis de desconfianza y a que sigue sin resolverse la canalización de créditos", advirtió el secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo.
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