Berlusconi y la Iglesia
Las relaciones entre Il Cavaliere Berlusconi y la Iglesia ya no son, al parecer, tan idílicas como tiempo atrás. Ni Juan Pablo II ni Benedicto XVI han llegado a proclamarle uomo della Providenza, como dijo Pío XI de Mussolini, pero seguramente lo tenían por providencial para hacer frente a los vestigios del comunismo y demás izquierdas. La Santa Sede siempre ha tenido debilidad por entenderse con los dictadores y, en general, los gobernantes autoritarios o personalistas, porque para el deseado do ut des siempre es más fácil ponerse de acuerdo con uno solo que con muchos. Pero la diplomacia vaticana es muy sabia, por más que el cardenal Tardini, el astuto secretario de Estado de Juan XXIII, comentara: "Dicen que la diplomacia vaticana es la mejor. ¡Cómo serán las demás!". El mismo Tardini, al proclamarse la República española en 1931, exclamó: "¡Benedetta rivoluzione spagnuola! ¡Por primera vez en cinco siglos el Papa puede nombrar libremente obispos en España!".
A finales de la década de 1950 cayeron casi a la vez tres dictadores latinoamericanos. En los tres, se dio el caso de que a la caída habían precedido serias tensiones con la jerarquía eclesiástica. Del destronamiento de Juan Domingo Perón comentó Franco: "¡Ya le dije yo que no se metiera con la Iglesia!". El conflicto más agudo surgió cuando el episcopado argentino, de acuerdo con Pío XII, se negó a canonizar por aclamación a Evita. A propósito de sus antecedentes, digámoslo así, ligeros, se cuenta una anécdota de cuya autenticidad no respondería, pero que aunque suene a inverosímil resulta ilustrativa. Se dice que en su famosa visita a España Franco encargó a un prestigioso y erudito general retirado, un gran caballero, que la guiara en la visita a Madrid. Iban en coche descubierto y alguien insultó a doña Eva, gritándole lo peor que se puede decir a una mujer. Ella reaccionó airada, pero el general, que estaba molesto por habérsele encomendado semejante dama, dicen que le contestó: "No se lo tome así señora, que yo hace muchos años que estoy retirado y los soldados todavía me tratan de mi general".
La prestigiosa revista Relazioni Internazionali dedicó un lúcido informe a los tres dictadores depuestos en el que agudamente se preguntaba si aquellas dictaduras habían caído porque la Iglesia las había abandonado, o si la Iglesia se había distanciado de ellas previendo que estaban a punto de caer. La pregunta es válida para el caso Berlusconi: ¿el conflicto con la Iglesia precipitará su caída, o la Iglesia se aleja de él porque ve que tiene sus días contados?
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