Todo menos bonito
La tendencia que el presidente valenciano, Francisco Camps, tiene a utilizar el devaluado calificativo bonito para referirse no sólo a sus relaciones, sino al cariño que le tienen en el PP, sería un bonito objeto de estudio sobre su personalidad.
Los que le conocen y le quieren dicen que sus modos, los que ahora le hacen recurrir a ese adjetivo realmente intransitivo, han cambiado mucho. Tanto que ha puesto en riesgo su mayor ambición, ser presidente del Gobierno, o al menos disputarle a Rajoy esa oportunidad, por unos regalos bonitos y por una relación bonita que le han conducido a un escándalo del que se puede decir todo menos bonito.
Pero vayamos a bonito, el adjetivo. Pregunté a algunos académicos y me dieron algunas claves sobre su utilización tan desmejorada. Ahora que se puede decir de otra manera, bonito ha sido sustituido por otros adjetivos que han dejado ése en el lado del lenguaje cursi u opaco.
Así, por ejemplo, la gente (mal hablada, desde luego) prefiere decir de un tipo que es cojonudo; si de alguien dijeras que es bonito será porque es un niño, un niño bonito, al menos. Pero si dices del Bigotes, pongo por caso, que es bonito, probablemente el propio Bigotes te diría que prefiere, en fin, lo que su gente le decía: que es un tío cojonudo. ¿Un tío bonito? Todo menos bonito, diría ahora hasta su amiguito del alma.
¿Y qué le ha sucedido a Camps? ¿Por qué se abrazó a ese adjetivo para decir cómo era su amistad con El Bigotes? ¿Por qué dijo, cuando le preguntaron cómo se llevaba ahora con el partido, "nos apoyamos todos y eso es muy bonito"? ¿Por qué? Bonito es un adjetivo de cosa, por así decirlo; tú dices que es bonito un coche (por cierto, es muy bonito el coche Infinity de Costa), y es bonito un traje; tú no dices de un traje que es cojonudo. Los regalos, sobre todo, son bonitos. Entre todos los adjetivos que le van a un regalo, bonito es el menos arriesgado. Tú no dices de un regalo: "Es monumental", aunque te regalen un monumento, pero de un traje sí lo puedes decir. "Este traje es muy bonito, muchas gracias".
Acaso porque en aquella conversación del Bigotes con Camps y con la esposa de éste se hablaba de regalos, al presidente valenciano se le escapó por primera vez ese adjetivo que luego ha usado como un talismán, también cuando se le oscurecían los tiempos. Le dijeron: "Fraga está preocupado". Y él dijo: "Qué va, está feliz". Y argumentó: "Nos apoyamos todos y eso es muy bonito". Bonito: es una forma freudiana de denominar lo que no te ha costado nada.
En fin. Si lo bonito es lo que pasa en el PP después de Gürtel, que venga Dios y le regale a Camps otro adjetivo; cualquier adjetivo, menos bonito.
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