Técnicas primitivas y futuras

Una instalación de Ugo La Pietra llama al visitante como un reclamo inesquivable en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC), en Sevilla. La extraña maquinaria, que parece destinada a una industria ajena a cualquier rentabilidad inmediata, se titula Ráfaga de viento. Basta meter la cabeza por un grueso tubo y pulsar un dispositivo para recibir un soplo refrescante en la cara. Esta estructura rompe el hastío de lo cotidiano y forma parte de la exposición Dispositivos ópticos, que se inauguró ayer en el CAAC.

La arquitectura no es un mero compendio de edificaciones grandiosas o de apuestas por la excelencia que destaquen sobre las demás. La arquitectura es también una manera de mirar o una reflexión sobre las formas que adoptan los quehaceres del ser humano. Y es asimismo un desarrollo de las posibilidades, utópicas en ocasiones, que rodean las técnicas constructivas. La muestra, que estará abierta hasta el 17 de enero, se acoge a estas ideas. La exposición comprende cinco instalaciones (una de ellas efímera), 15 maquetas y 30 planos arquitectónicos, fotografías y documentos.

Instalaciones, proyectos, dibujos y maquetas dan forma a la muestra

La muestra, que lleva como subtítulo La arquitectura como trayectoria de la mirada, parte de las colecciones del FRAC Centre de Orleans (Francia) con la voluntad de cuestionar lo que viene dado por la costumbre. Entre los artistas reunidos figuran, junto a La Pietra, nombres relevantes como James Turrell, Bill Viola, Christian Boltanski, Kader Attia, Pascal Häusermann, Sou Fujimoto, Evan Douglis y Rodney Graham, entre otros.

Dispositivos ópticos es, sobre todo, una puerta abierta a la imaginación y al dejarse llevar por los caminos de mundos soñados. Sus proyectos, instalaciones, maquetas y dibujos tienen la virtualidad exuberante de las imágenes de la película Metrópolis, de Fritz Lang, o el frescor que emana de algunos de los relatos de ciencia ficción de Ray Bradbury. Ambos forjaron hace décadas un tejido de apuestas posibles que explotaron como realidades al cabo de los años o se incardinaron en el territorio de los sueños. Las ideas, los trazos y las estructuras que conforman la exposición son un muestrario de la riqueza de la mente humana, que tiene en la búsqueda inagotable su piedra de toque.

Marie Ange Brayer y José Lebrero son los comisarios de la muestra. Lebrero define la exposición como "una reflexión sobre los lugares y los modos de habitar". Lebrero insiste en que la muestra "da cuenta de que la arquitectura no tiene sólo que ser un debate sobre si un rascacielos es más alto o más bajo".

La exposición se adentra por un arco iris de posibilidades. La obra El lado más oscuro del amanecer (2005), de Bill Viola, ofrece la imagen de un árbol en el campo en mitad de una sala oscura. La gama de colores entremezclados en un tiempo incierto de la obra de Viola representa un pórtico adecuado para conocer los dibujos y proyectos de la muestra. Una maqueta de plexiglás de Sou Fujimoto ilustra la vocación atemporal y filosófica de la propuesta. Se trata de la maqueta de una casa hecha a base de delgadísimas láminas superpuestas. Su nombre, Primitiva casa futura, resume la idea que permea la exposición.