Un recuerdo vivo y alegre
Cádiz y sus artistas homenajean a Chano Lobato a los 6 meses de su desaparición
A él, Juan Miguel Ramírez Sarabia, al cantaor Cano Lobato, que llevó el cante de Cádiz por bandera, sus compañeros artistas le cantaron anoche en el Gran Teatro Falla. Su público le volvió a aplaudir y, sobre todo, rió de nuevo con sus saladas ocurrencias. Con las entradas agotadas desde hace semanas, el coliseo gaditano presentaba las galas de una gran noche y, en cuanto se hizo la oscuridad en la sala, fue la voz de Chano la que sonó. Y todos pudieron volverlo a escuchar contando esas historias suyas con que ilustraba sus cantes. Los tartessos, que inventaron la siesta o la farola fenicia con las luces encendidas pescada en la Punta San Felipe. Se trataba de grabaciones de sus tertulias en Canal Sur Radio y, precisamente sus compañeros radiofónicos, el periodista Jesús Vigorra y la bailaora Matilde Coral fueron los encargados de conducir el espectáculo. El primero confesaba que sus ocho años en la radio con Chano era lo más grande que había vivido en el periodismo.
Sus compañeros le cantaron anoche en el Gran Teatro Falla
Por su parte, la veterana artista, que para estar en Cádiz había dejado a su marido en el hospital -"ya fuera de peligro, pero no podía faltar", declaraba- evocó sus años de profesión junto al cantaor. "Él me daba la paz, la tranquilidad, pero también la alegría para bailar". Sus declaraciones son un exponente del sentir general que reinaba en el teatro en la noche en que se recordaba al artista y paisano. Un homenaje que fue pura alegría, pura celebración, porque a Chano todo el mundo lo recuerda con una sonrisa.
La gala, organizada por la Agencia Andaluza para el Desarrollo del Flamenco con el apoyo del Ayuntamiento gaditano y la colaboración de la Diputación provincial, se había programado en un día señalado, el de la Patrona de la ciudad, la Virgen del Rosario, esa que hace que a Cádiz no le llamen Cádiz, sino relicario, como reza la popular letra. Pero en las tablas del Falla anoche reinaba una deidad laica, la de un cantaor del barrio de Santa María al que siempre se le ha querido mucho. Y se le sigue queriendo, quizás porque representa a ese vecino que se ausentó, pero que nunca dejó de ser el hijo de su tierra a la que paseó por el mundo con los acentos gaditanos de su cante y con su discurso plagado de ocurrencias. A Chano se le aplaudía mucho en sus postreras actuaciones en la capital, y anoche se le volvió a aplaudir en cuanto -con su voz en off- se alzó el telón y apareció su figura proyectada. Como si estuviera allí mismo. Y es que estaba, y no sólo en la memoria. Pareciera que, entre tantos artistas y tanto sabor a Cádiz, fuera a aparecer en cualquier momento.
La organización del espectáculo lo programó en tres bloques, y en cada uno de ellos, una colección distinta de fotografías acompañaron el cante y el baile. El elenco artístico combinó a los artistas más jóvenes y los maestros. En el cante, el chiclanero Antonio Reyes, los gaditanos Encarna Anillo, David Palomar, Felipe Scapachini, Juan Villar, Carmen de la Jara y Mariana Cornejo. En el baile, El Junco, que sorprendió al respetable bailando sobre una música pregrabada, compuesta por el guitarrista Pedro Sierra, a la que se le había añadido el cante de Chano. Pero no fue la única ni la última sorpresa. Por el teatro apareció el cantaor Miguel Poveda dispuesto a sumarse al homenaje y, de paso, sacarle unos pasitos de baile a la maestra Matilde Coral con una letra para la ocasión. La fiesta se prolongó hasta que Mariana Cornejo, el eco redivivo de La Perla según Chano, los convocase a todos para cantar por tanguillos. Chano Lobato habría disfrutado una barbaridad.
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