De Gea pega el estirón
Los técnicos del Atlético destacan la sobriedad del portero, que tuvo problemas de crecimiento
Sergio Asenjo, el adulado portero de las categorías inferiores de la selección y titular indiscutible en el Atlético, regresó ayer a Madrid con el rostro torcido. El fichaje estrella del club, que desembolsó por sus servicios 4,5 de los 8 millones de euros que se gastó en verano, está alerta porque, en apenas tres semanas a las órdenes de Luis Milla, le ha salido competencia. David de Gea no sólo salvó el pescuezo de Abel contra el Zaragoza. Su actuación preocupó al mismísimo portero de la rojita, tal y como reconoció: "Desde que me marché al Mundial de Egipto han pasado muchas cosas. Se lesionó Roberto y tuvo que jugar David, que lo ha hecho de forma excelente... Tendré que volver a trabajar para ganarme el puesto".
Aunque el cuerpo técnico del Atlético esperaba "impaciente" el regreso de Asenjo, el "elegido" para el partido del 17 de octubre contra Osasuna -no habría sido así si España hubiera disputado la final del Mundialito, justo el día antes del compromiso de Pamplona-, la labor de De Gea deja entrever la proyección de una de las perlas de la cantera rojiblanca. "Aunque sigue en periodo de formación, tanto física como técnicamente, va camino de convertirse en uno de los grandes porteros del futuro. Lo contrario sería decepcionante", cuenta Diego Díaz, el preparador de arqueros de la cantera colchonera. "Se habla mucho de su determinación, de la seguridad que desprende, pero hay que valorar además que, con los estirones que ha dado, con los problemas que le han dado la espalda y las rodillas, no haya perdido coordinación en sus movimientos. ¡Al contrario!", prosigue su descubridor a los 13 años. "Es un lobo: tiene aplomo, desparpajo, es frío... La presión que sufren otros a él no le afecta. Simplemente, parece que la tensión de partidos como el de Oporto o el del Zaragoza no van con él", añade Ángel Mejías, responsable de los porteros del filial.
Sin embargo, De Gea, un tallo de 1,92 metros, también puede tener el corazón caliente. Y mucho. Con Leo Franco camino del Galatasaray y Coupet haciendo las maletas para irse al PSG, De Gea se vio como primer portero del Atlético. La llegada de Asenjo, dos años mayor, le molestó tanto que decidió cambiar de agentes y buscarse equipo, lo que obligó a su vez al director deportivo, Jesús García Pitarch, a repescar por un millón a Roberto, en el Recreativo. La salida que le dieron entonces en los despachos del Calderón, irse cedido a Las Palmas o al Numancia -el jugador tenía una oferta del Wigan- tampoco le agradó y De Gea terminó en una especie de limbo, con ficha del filial y como tercer meta del Atlético. "Así fue hasta que Roberto se lesionó en Oporto... Ha aprovechado la oportunidad", aseguran con alivio desde el club.
"No pensaba que podría jugar, ha sido difícil pero he tenido la ocasión y ya saben dónde estoy", se promociona el novato que salvó del paro a uno de sus ídolos, Abel Resino. Ironías de la vida, las calamidades que han zarandeado al Atlético han tenido un efecto terapéutico con sus porteros. El equipo ha establecido un récord difícil de batir: ninguna escuadra del continente puede presumir de haber contado con tres porteros, los tres internacionales, en seis jornadas de Liga. "Eso no es nada, hace tres años teníamos siete titulares en las categorías internacionales. Las casualidades no existen, y menos en el fútbol", zanja Mejías.
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