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El coste del mayor parque de Vigo se dispara un 40%

"Táboas quiso una obra de revista", acusa el director de Vivenda e Solo

La construcción del gran parque (90.000 metros cuadrados) del polígono de Navia, en el centro de la urbanización de promoción pública que se desarrolla en esa zona de Vigo, podrá concluir a principios del año próximo, con nueve meses de retraso y después de que la Xunta haya inyectado dos millones de euros más al importe de la obra, que se adjudicó en 2007 a Bruesa por 4,9 millones de euros. El actual director general del Instituto Galego da Vivenda e Solo (IGVS), Antonio Boné, atribuyó el desfase del 40% sobre la previsión inicial a un "error de planteamiento de Táboas [la anterior conselleira de Vivenda], que quiso una obra de revista de arquitectura en lugar de una zona verde sencilla".

La zona verde de Navia se licitó por 7 millones y Bruesa se la adjudicó por 4,9

La obra ha estado parada seis meses, o "ralentizada" según la constructora, y pese a los efectos de este abandono -habrá que resembrar amplias zonas de cesped, replantar algunos árboles y reparar deterioros diversos-, ya anuncia el gran parque que será dentro de ocho o 10 años, cuando alcance su plenitud y si no median otros plantes en su programa de desarrollo. En 2007 fue licitada por siete millones de euros y Bruesa se la adjudicó en 4,9 millones, rozando una baja temeraria que, al cabo, ha conseguido llevar al precio de licitación.

Los trabajos comenzaron en febrero del año pasado y la obra tendría que haberse entregado un año después, que se prorrogó ligeramente, hasta abril, después de aceptarse la demora, atribuida a las intensas lluvias del invierno que habían impedido un desarrollo normal de los trabajos. Pero en lugar de entrega, en la fecha concertada Bruesa plantó la obra en demanda de un nuevo modificado del proyecto.

En diciembre del año pasado el director general del IGVS, Daniel Pino, autorizó el primer modificado, por importe de 886.880 euros. Entonces se atribuyó a la necesidad de compensar los desfases del plano topográfico, que llevaron a "sorpresas mayúsculas", según señaló ayer Antonio Boné. Aparte de mediciones inexactas, fuentes de la empresa constructora destacaron la aparición imprevista de un vertedero incontrolado, con chatarras y materiales que hubo que trasladar a una planta de tratamiento específico, y de más de 40.000 metros cúbicos de escombros que fue necesario transportar a Portugal como solución más económica ante la inexistencia de plantas de tratamiento para este tipo de residuos en el entorno de Vigo. "Eso no estaba contemplado y nos encareció muchísimo la ejecución", aseguran en Bruesa.

Aun así, hubo que elevar y adaptar las rasantes del proyecto para integrar los excesos de tierra que destapó la obra. Y las cuentas seguían sin salir. "Lo que sucede es que la obra lleva mucho hormigón, y a los estanques tiene que llegar el caudal de agua, las fuentes estaban contempladas pero no definidas...", explica Boné, sin entrar en mayores detalles, para justificar el reconocimiento de otro millón de euros para que Bruesa remate la obra. La constructora pedía el doble, pero "hemos aceptado lo que en justicia le corresponde después de examinar detenidamente el proyecto".

La obra civil está casi acabada. El parque arranca desde la base de los bloques de la calle Teixugueiras, que vertebra el polígono de Navia, y va ganando alturas, hasta llegar a 20 metros en la colina superior, por un camino zigzagueante, amurado como socalco y cuyos quiebros van abriendo otros espacios en una ascensión "de conquista", según define Antonio Davila, arquitecto que ganó el concurso convocado por Vivenda y que encontró una inspiración remota para su proyecto en los castillos medievales con sus fosos. Davila admite que es una obra compleja, "con muchos detalles y pavimentos". Con hormigón, granito y pizarra, xabre y cesped. Estanques arriba y cascadas abajo. Palmeras en la primera línea, las intensas tonalidades del liquidámbar después y toda la panoplia del monte gallego en la explanada superior.

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