El rugby, una manera de vivir
La UE Santboiana es un factor de integración en Sant Boi de Llobregat
"Lo que hagas aquí, lo harás en la vida", le dijeron a Teófilo Martín, Filín, la primera vez que pisó un campo de rugby. Nacido en Zamora, en 1953, cuando tenía dos años, llegó a Sant Boi con su familia, que se instaló en un piso justo enfrente del viejo campo de rugby. "En aquellos tiempos no había mucho que hacer y si te gustaba el deporte, lo más fácil era jugar a rugby". A Filín, medio de apertura, le retiró una lesión a los 26 años. "Nada, una tontería, hoy, a las tres semanas estaría jugando, pero estamos hablando de principios de los 70...". Le dio tiempo a ganar tres ligas, una Copa del Rey y algo más: "El rugby me abrió las puertas del pueblo, me dió amigos y me dió valores que me han acompañando toda la vida", dice apurando un quinto en el Bar Sport, frente al mercado de La Muntanyeta, donde antes estaba el campo de fútbol.
"Mi padre no me dejó jugar a fútbol, porque decía que La Muntanyeta quedaba muy lejos de casa", recuerda Pedro Bravo (Sevilla, 1960), que vivía frente al viejo Baldiri Aleu a los once años, cuando empezó a jugar a rugby. "Los sábados, me quedaba sólo en la calle, porque todos los niños jugaban a rugby". Su padre, carpintero, tardó diez en ver un partido. ""o soportó diez minutos; al primer placaje se fue a casa". Bravo, medio melé antes que entrenador, ganó ligas, copas y algo más. "El rugby me lo ha dado todo. Incluso mi primer trabajo". El suyo no es un caso muy diferente al de José del Rey, El Rubio, que fue nombrado hijo predilecto de Don Benito (Extremadura), donde nació en 1958, por sus méritos como rugbyman. El Rubio entró en el rugby de la mano de los hermanos Bisbal, que fundaron la Escola de la Santboiana hace 50 años.
En 1921, Baldiri Aleu, hijo de Sant Boi, se marchó a estudiar medicina en Toulouse. De vuelta a casa, asomó por la tertulia de Cal Ninyo, el café del carrer Major, con una pelota oval bajo el brazo. Acababa de nacer el rugby en España. En 1950, "más de la mitad del equipo eran hijos de emigrantes extremeños", recuerda el actual presidente de la entidad, Victoriano Marlet. "El rugby integró a muchas de esas familias", reconoce Carles Puigbert (Sant Boi, 1963) que jugó de los 10 a los 32 años en un club donde también placaron su mujer, sus dos hijos, el suegro y su cuñado, o sea, toda una familia entre palos. "Entonces era más fácil que los niños jugaran, ahora prefieren quedarse en casa con la Play y tienen más ofertas lúdicas...". Ésa es una de las razones de por qué ha bajado el nivel de competitividad de la Santboiana. "Hay menos donde escoger", dice. "Y si no ganas, los niños miran a otro lado", añade su excompañero Héctor Massoni, flanker de tercera generación con las ideas muy claras: "Sant Boi no tendría sentido sin rugby. Fue y es el catalizador de una gran parte de sus habitantes. Por consiguiente, tuvo y tiene una gran capacidad de integración. Aunque hemos pasado por años de profesionalismo mal entendido, los valores del rugby tienen sentido".
"Fomentar los valores del deporte es la mejor política de integración social que conozco y muy especialmente, los del rugby", apunta Jaume Bosch, alcalde de Sant Boi que presume orgulloso de haber entrenado con la UES cuando era juvenil. "Sin el Ajuntament difícilmente sobreviviríamos en estos tiempos de crisis", agradece Marlet, el presidente. Instalaciones y unos 180.000 euros ayudan a atender tres veces por semana a 125 niños entre los seis y los catorce años y a costear tres equipos a partir de los 16 años, incluido el de División de Honor. "Los buscamos en los colegios", explica. Por eso hay jugadores suramericanos, árabes, anglosajones... Y también, de origen chino, como Juanito Wong. Juega en los cadetes. El día que entró en la escuela de rugby, hace cuatro años, le entregaron un folio que recoge los 16 puntos del código de conducta que debe respetar todo jugador de la Santboiana. El número 15 dice: "Recorda sempre que representes al teu equip, al teu club, a la teva família, a Sant Boi i al Rugby en general". ¡Ferro!
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