La Seda logra un mes de tregua para evitar la quiebra
La compañía ultima demandas por operaciones presuntamente irregulares
Unos 60 trabajadores de La Seda se concentraron ayer en la fábrica de Tarragona para protestar porque, según aseguran, no cobran su sueldo desde agosto. Los bancos acreedores del grupo químico, que les adeuda 886 millones de euros (600 en un crédito sindicado), también ejercitan su paciencia y han concedido una tercera prórroga de un mes (stand still, en la jerga financiera) para renegociar el pago. El grupo comunicó ayer la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que las entidades financieras, entre las que figuran el Caixa Geral y HSBC, "han manifestado su disposición a refinanciar la deuda de la compañía".
Los abogados de la compañía presentarán en octubre varias demandas contra el ex presidente de la compañía, Rafael Español, y contra Aurelio González-Isla, ex director general, por aprobar unas operaciones que han despertado recelos entre los accionistas y que han obligado a provisionar 84 millones. También demandarán a Selenis (del grupo Matos, accionista de La Seda) por el impago de una deuda de 22 millones.
Aparte de este crédito, hay varias operaciones bajo tela de juicio en La Seda de Barcelona, según el informe de la auditora KPMG. La Seda concedió un préstamo participativo a Jatroil de 2,4 millones en febrero y de 17,4 en marzo. El objetivo era impulsar una nueva planta de biocombustible, ya que, supuestamente, Jatroil tenía "experiencia" en la búsqueda de terrenos para ello. Además, el grupo químico catalán tomó un 5% del capital. El problema es que Jatroil "es una sociedad de reciente creación y no refleja ninguna actividad salvo la realizada con La Seda", según KPMG. Los 17,4 millones fueron traspasados a una inmobiliaria para la gestión y se asumió un "riesgo desproporcionado".
También se investigan unas ventas de plástico PET a las compañías EMME (Túnez) y VK Import (Rusia) en 2008. El informe sospecha que se trata del mismo material vendido en 2006 y 2007, luego "recomprado" por La Seda y "revendido" de nuevo en 2008 sin que hubiera "movimiento físico de stock" en las ventas. "Varias personas relacionadas con la operación nos han comentado que era una operación especial y no de negocio, y que el precio pactado para la venta era para no reconocer una pérdida contable", dice KPMG. Las ventas afectadas representan el 24% total de las ventas de La Seda en 2008. Un ex empleado de La Seda, Joaquín García Carpinell, aparece vinculado a varias de las sociedades que supuestamente compraron el material.
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