"Internacionalizar la empresa es imprescindible"
Vicent Soler, catedrático de Economía Aplicada, presentó ayer en el Colegio de Economistas de Valencia un libro, editado por la Universitat de València, en el que ha coordinado a 23 especialistas, bajo el título Economía española y del País Valenciano.
"El éxito del pasado es la vulnerabilidad del futuro", puntualiza Soler sobre el diagnóstico que ofrece el volumen. "Los valencianos jugábamos con la ventaja de ser periferia del mundo avanzado. Teníamos unos bajos costes laborales unitarios y nos especializábamos en actividades productivas intensivas en el factor trabajo. Pero esas ventajas ahora las ofrecen las nuevas periferias del mundo, básicamente, Europa del Este, Asia e incluso América Latina".
"El proceso va más allá de la deslocalización o relocalización"
El libro revela que estamos en un punto crucial de lo que Soler califica como "una crisis estructural". Pero, ¿cómo adaptarse a los nuevos escenarios? "Soy de los que piensan", señala, "que una economía que aspira a un crecimiento sostenible no puede prescindir de la industria, pero tendrá que ser una nueva industria, que producirá cosas diferentes de manera diferente. Como le ocurrió a la agricultura, la industria perderá peso específico. Pero, ¡cuidado!, lo que habrá son procesos muy intensos de externalización que contarán como sector terciario. Los inputs intangibles, del conocimiento, que suelen buscarse fuera de la empresa, se computan como servicios, pero forman parte del proceso productivo. Lo que necesitaremos en el futuro es conseguir productos y procesos diferenciados, con capital humano, físico y tecnológico y con una logística que cada vez cuenta más en la producción".
En opinión de Soler, "sin incrementar la productividad, nuestro perfil a medio y largo plazo es muy difícil. Ya ocurrió en nuestra historia. Hubo un trasvase de recursos humanos de la agricultura a otros sectores productivos que aumentó la productividad. Ahora estamos en otra situación. La competitividad exige el aumento de la productividad, pero también la diferenciación del producto". Ahí es donde juegan elementos como el diseño y la tecnología. "La globalización no hay que tomarla como una amenaza", advierte, "sino como una oportunidad. Por tanto, la internacionalización de la empresa valenciana es imprescindible. Eso pide una cooperación a la cual son renuentes las empresas valencianas, dado su origen mayoritariamente familiar, y la fusión entre compañías. La internacionalización va más allá de la deslocalización o relocalización. Se trata de una internacionalización productiva, en la que la empresa mantiene aquí la parte de la cadena que implica más valor, como el diseño, la logística, la comercialización y la marca, mientras otras partes de la cadena se radican en otros sitios. Eso exigirá formación y estabilidad en el empleo".
"Vuelve Keynes", afirma Soler con contundencia. "El keynesianismo tiene una función imprescindible a corto plazo, la de dar vitalidad a la economía desde el sector público para salir de la crisis, pero también a largo plazo. La lógica del mercado es el mejor asignador de recursos posible, pero es imperfecto. También el mercado del conocimiento, de las tecnologías y del I+D, es imperfecto. Es ahí donde los poderes han de intervenir, en educación y en el fomento de institutos tecnológicos". "El cambio es perentorio", prosigue. "Si se hubiese comenzado en los 14 años de expansión económica, los costes sociales serían menores y, en cambio, los recursos a aplicar, mucho más abundantes. Ahora hay menos recursos, con el índice de paro más alto. Desde 2002, la economía valenciana crece por debajo de la media española. Eso ya había ocurrido en épocas de crisis, pero nunca en un periodo de expansión".
