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Los grupos locales triunfan en el BAM

El BAM programa a los "raros" -véase en la última noche a los ácidos Akron Family, a los pesados de Mendelson y a la evanescente Soap & Skin- por lo que bajo este prisma puede encontrarse de todo. Y este año, en el corazón del BAM, la plaza del Rei, se ha visto claro que el folk está en boga, que los grupos tienden a prescindir de bajista y batería y que la ingenuidad y candor parecen un activo artístico en sí mismo. También se ha querido reflejar una escena propia, la llamada "mestiza", a cuya exposición ha destinado dos escenarios (Portal de la Pau y Raval) pese a que el momento creativo "multiculti" esté en horas muy bajas. El resto, o sea el Fórum, ya funciona como mero contenedor festivo porque los adolescentes acuden considerándolo el espacio de su fiesta.

Otro punto de interés: hace años la cuota catalana era eso, cuota, mientras que hoy es una garantía. Botón de muestra: la actuación más concurrida en la plaza del Rei fue la primera del primer día: El Petit de Cal Eril. El éxito del acento local ha sido la mejor noticia de un BAM que no pasará a la historia.

Pero más allá del festival, ha habido vida, y mucha. La noche del sábado el parque de la Ciutadella, por ejemplo, acogió una doble exhibición de metales y percusiones. Primero fue la banda serbia de Boban Markovic, que ganó en virtuosismo, y pasada la medianoche la Rebirth Brass Band de Nueva Orleans, que se llevó la palma en musicalidad. Ambos grupos fueron fieles a la fama que les precedía organizando sendas orgías sonoras que los asistentes agradecieron bailando sin parar.

Entre una y otra actuación, en la plaza de la catedral, una multitud entre la que abundaba el público magrebí asistió al concierto del argelino Rachid Taha, quien dejó claro que lo suyo cada vez es más rock y menos rai.

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