Kaspárov y Kárpov electrizan en mangas de camisa
El Ogro de Bakú gana a su eterno rival tras un duelo de tres días en Valencia
Canosos, dedicados a otras tareas y casi retirados del ajedrez profesional, Anatoli Kárpov, de 58 años, y Gari Kaspárov, de 46, han confirmado en Valencia que ninguno de los actuales astros del deporte mental tiene su carisma. Ayer electrizaron al público en ocho partidas de cinco minutos por bando, en mangas de camisa, muy tensos, jugando a un ritmo vertiginoso. El duelo, de tres días, acabó con la victoria de Kaspárov, que ganó por 9 a 3.
¿Seguirá existiendo aquel misterioso termo que la madre de Kaspárov le daba hace 25 años durante las partidas a través del árbitro? El hecho es que la madre, Clara, y la esposa, Dasha, se han turnado los tres días en Valencia para visitarle en el camerino entre partidas. Es raro, porque en esos momentos un ajedrecista necesita concentración absoluta para olvidarse de lo ocurrido y preparar lo inmediato.
Aun canosos y casi retirados, nadie en el ajedrez actual tiene su carisma
La implicación sentimental de esas dos mujeres aún hoy en las actuaciones del Ogro de Bakú da vigencia a una frase de gran impacto que Clara pronunció durante una entrevista a este periódico en diciembre de 1985, poco después de que su hijo se convirtiera, a los 22 años, en el campeón del mundo más joven de la historia: "Ser siempre el mejor es muy difícil, y vivir por el placer de vivir es algo que ni mi hijo ni yo comprendemos". Ese maximalismo trascendental explica que su hijo arriesgue su vida como opositor radical del Kremlin cuando podría vivir como un millonario. Por su parte, el millonario Kárpov tampoco se dedica a la buena vida, aunque disfruta casi todos los días de una buena mesa. Es hiperactivo, como si el trajín de hace 25 años fuera irrefrenable: embajador de Unicef para el Este de Europa, donde dirige varias campañas para mejorar la alimentación, protector de las víctimas del accidente nuclear de Chernóbil, implicado en diversos negocios y director de campañas de detección de jóvenes talentos del ajedrez en la Rusia profunda.
El trabajo más reciente en el pluriempleo de Kaspárov es entrenar al Mozart del ajedrez, el noruego Magnus Carlsen, de 18 años, cuyo talento es tan grande que podría emular a su actual maestro. Curiosamente, la otra gran estrella joven, el ucranio Serguéi Kariakin, acaba de nacionalizarse ruso y de contratar al ex entrenador de Kaspárov, Yuri Dojoián. Tal vez, algún día, Carlsen y Kariakin electricen en mangas de camisa a un público entregado, como ocurrió ayer en el bello Palau de les Arts. Pero es casi imposible que vuelvan a darse las circunstancias y los personajes adecuados para producir otra pugna como la de Kárpov y Kaspárov, los gladiadores mentales que mantuvieron una las mayores rivalidades del deporte.
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