Cambio de registro
Tras cinco años con Pellegrini, que regresa al Madrigal, el Villarreal sufre para adaptarse a Valverde, que quiere más presión
"No es tan grave", afirma Cazorla, camino del entrenamiento, cuando se le pregunta por la difícil transición que está experimentando el Villarreal: de Manuel Pellegrini a Ernesto Valverde, del técnico que dirigió al conjunto amarillo en los últimos cinco años al que lo prepara desde el pasado verano. Dos estilos, dos maneras de entrenar, dos personalidades muy distintas.
"Son dos filosofías y hay que adaptarse al nuevo entrenador, que quiere que presionemos más en campo contrario", razona Cazorla, después de las dudas levantadas tras dos empates (ante Osasuna y Mallorca) y, sobre todo, tras la derrota el pasado domingo ante el Athletic en San Mamés (3-2).
El cambio ha sido más profundo de lo que los responsables del club valenciano preveían. Había unos automatismos y ahora Valverde trata de que haya otros. Con Pellegrini todo estaba orientado a tener el balón y a tocar: se entrenaba a base de rondos, jueguecitos y partidos. Con Valverde se intenta jugar con más velocidad y más bandas, pero a los jugadores, tras cinco años acostumbrados a una identidad, les cuesta adaptarse a otra. Más todavía con la ausencia por lesión en las últimas citas de Senna -incluido ayer en la convocatoria- y de Ibagaza, que estará fuera de órbita mes y medio debido a una rotura fibrilar de seis centímetros en los isquiotibiales.
A expensas de que Senna precipite hoy o no su regreso, el centro del campo está en una situación muy precaria. El hispano brasileño, de 33 años, tan sólo ha disputado 20 minutos de los tres encuentros de Liga. Hasta la fecha, Valverde había suplido a Senna reubicando al enganche Ibagaza como mediocentro. Sin mucho éxito. Otra opción fallida resultó David Fuster, un mediapunta o volante con tendencia a descolgarse en ataque. Tampoco demostró dotes para iniciar el juego. En cuanto a Bruno, el jugador más específico para la distribución, no convence a Valverde por el escaso ritmo con el que se maneja. En Bilbao, sólo Cazorla, que ejerció de capitán por la ausencia de Senna, asumió en el segundo periodo la responsabilidad de organizar el ataque. Demasiado solo hasta que entró Pirès y le echó una mano. El problema es que el balón pasó demasiado por los pies del mediocentro defensivo, Eguren, con mínimas prestaciones técnicas. La conclusión es clara: nadie sabe jugar como Senna.
En el trato personal, los jugadores están encantados con Valverde, mucho más cercano al futbolista que su antecesor. A los directivos, sin embargo, les extraña la poca distancia que marca el nuevo entrenador. "Es demasiado normal", comenta uno de ellos. "Lo explica todo".
Y llega hoy el Madrid a El Madrigal (20.00, Canal + Liga) con Pellegrini y sus figuras. Mientras el conjunto madridista está "buscando un estilo", según Pellegrini, gana. Es la ventaja de contar con Ronaldo, Raúl, Kaká o Benzema. Dan tiempo a ir encontrando la identidad. El Villarreal no ha ganado todavía en la Liga. Valverde no dispone de ese margen que dan las estrellas.
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