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La alcaldía de Benidorm cambia de color

Benidorm, 18 años después

La capital turística duplica su población desde 1991 y triplica su presupuesto

En 1991, unos días antes de que la tránsfuga socialista Maruja Sánchez le facilitara el acceso a la alcaldía, Eduardo Zaplana declaraba en una entrevista: "La moción de censura es la única salida posible para tener un gobierno estable en la ciudad. Mi responsabilidad me ha llevado a ser alcalde. El Ayuntamiento atraviesa una situación económica muy precaria. Se ha producido una situación de hecho que necesariamente tenía que tener una salida, y que me expliquen qué otra salida había".

Cualquiera de estas frases se podría adjudicar al nuevo alcalde de Benidorm, Agustín Navarro, o al concejal tránsfuga José Bañuls, que pretende ser primer teniente de alcalde.

Zaplana justificó la moción de censura en una deuda galopante del Ayuntamiento, que en 1991 rozaba los 5.000 millones de las anteriores pesetas (30 millones de euros). Entonces el presupuesto de Benidorm era de 33,5 millones de euros. Y todo sigue igual. 18 años después, Benidorm ha llevado su previsión de ingresos hasta los 108 millones de euros, pero tiene una deuda viva con los bancos de casi 100 millones, a la que habría que sumar el importe de las facturas sin pagar y no contabilizadas como deuda.

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Ha dado lo mismo que tuviera 42.000 habitantes en 1991 como que haya llegado a ser una ciudad de gran población, tras superar recientemente los 75.000 censados.

Sin llegar a doblar su población, sí que lo ha hecho la plantilla del consistorio. Desde que el PP llegó al poder, el Ayuntamiento ha contratado a más de 600 trabajadores. El ya ex alcalde Manuel Pérez Fenoll manejaba 24 cargos de libre designación y diversos contratos anuales de prestación de servicios.

En la nómina municipal hay hijos, sobrinos, primos, yernos y cuñados de la larga lista de concejales y ex ediles del PP, que han obtenido su plaza a lo largo de los últimos cuatro mandatos. El secretario general de UGT en el Ayuntamiento de Benidorm, Daniel Caneiro, ha trabajado con tres alcaldes populares y otros tantos concejales de recursos humanos. "Todos ellos, sin excepción, han practicado en mayor o menor medida el amiguismo y el enchufismo, tanto en la contratación como en la promoción de los trabajadores", afirmó.

Si en algo coinciden en el tiempo ambas mociones de censura es que se han producido en una época de crisis económica mundial, amortiguada este año por las buenas cifras de ocupación que ha registrado la planta hotelera de la ciudad. Benidorm puede encontrar en esta crisis una oportunidad por su renovada capacidad para absorber con rapidez la demanda vacacional.

La diferencia fundamental entre la llegada al poder de Eduardo Zaplana y la de Agustín Navarro es que entonces se acababa de aprobar el Plan General de Ordenación Urbana todavía en vigor, que data de 1990, con millones de metros por desarrollar y grandes intereses urbanísticos en juego. Esa fue una de las razones que llevó al PP a comprar a Maruja Sánchez, según han denunciado siempre los socialistas.

A pesar de los intentos del PP por destapar una "trama" y un "pacto secreto" actual de empresarios con intereses inmobiliarios, que se habrían conjurado con los socialistas, el concejal tránsfuga y un grupo de comunicación, lo único que han enarbolado es una referencia catastral de un suelo rústico, propiedad de la familia de Gabriel Such, ex alcalde del PP de L'Alfàs del Pi, donde el presidente del Benidorm pretende construir una residencia para futbolistas en la futura ciudad deportiva del club.

Ahora mismo el suelo urbanizable del PGOU de Benidorm está todo adjudicado por el PP, aunque la mayoría de los planes urbanísticos han acabado en el juzgado y están paralizados por diferentes motivos.

Más ausencias que presencias

El termómetro de la asistencia a una moción tan cacareada tal vez se mida más por las ausencias que por quién la presencia, más todavía en una ciudad donde sólo el 15% de la población es de Benidorm y un 30% de los censados son extranjeros.

Nadie de la ejecutiva nacional del PSPV se desplazó a respaldar la moción. Estaban los alcaldes de la comarca, como Andrés Ripoll, de Altea, o Trini Amorós, del Castell, pero también los de otras poblaciones de la provincia, como Mariano Beltrán, de Novelda. Entre el público había miembros de las ejecutivas locales o concejales de poblaciones como Torrevieja, Dénia, Pedreguer, Pego, Alfafara, Crevillent, Alcoi o los ex alcaldes de El Campello, Marita Carratalá, y Cocentaina, Josep Marset. De la ejecutiva provincial de Ana Barceló hubo un tercio de sus miembros, una decena.

Tampoco se desplazó desde Valencia nadie del PP. Mónica Lorente, alcaldesa de Orihuela, y Carlos Mazón, ambos miembros de la ejecutiva alicantina, y por tanto zaplanistas como Ripoll, encabezaron la delegación, aunque en el salón de plenos estaban como invitados el diputado en el Congreso Francisco Murcia o el ex senador Miguel Barceló. También acudieron al pleno el senador Julio de España y los diputados autonómicos, María José García, César Augusto Asencio y Andrés Ballester. Y los alcaldes de Benissa, Juan Bautista Roselló, y Callosa d'En Sarrià, Bautista Saval, entre otros.

El PP local había convocado por diferentes medios a sus 3.500 militantes, pero los militantes socialistas eran mayoría. Y del empresariado una pírrica representación.

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