La música regresó al Palau
La música ha regresado al Palau. Tras alimentar las portadas de los periódicos con noticias que hacían aparecer al insigne edificio como la versión catalana de la cueva de Alí Babá, la música ha retornado. Normalidad. Lo mejor que podía suceder.
El regreso se ofició con la inauguración del ciclo Simfònics al Palau, que organizan la Fundación Orfeó Català Palau de la Música Catalana y la Orquestra Simfònica del Vallès. El programa estuvo integrado por Intrada sobre el nom de Dalí, de Benet Casablancas, brevísima fanfarria brillante y de densa, experta y espectacular escritura que sacudió y preparó para la segunda pieza de la sesión, el viejo y siempre renovadamente amado Concierto para violín de Beethoven, que permitió el debut en España de la joven y portentosa violinista moscovita Alexandra Soumm, que con sólo 20 años ya domina de modo asombroso una de las piezas más difíciles del repertorio. Lamentablemente, al finalizar su actuación y tras el enorme éxito, Soumm nos castigó con las Variaciones sobre La molinara de Paganini, pieza de escasísima sustancia musical y un exhibicionismo impúdico (si quieren verlo la hallarán en Youtube, donde Soumm, por cierto, interpreta la obra mejor que en el Palau).
Orquestra Simfònica del Vallès
Alexandra Soumm, violín. Rubén Gimeno, director. Obras de Benet Casablancas, Beethoven y Shostakóvich. Ciclo Simfònics al Palau. Barcelona, 21 de abril.
En la segunda parte se interpretó la Novena sinfonía de Shostakóvich, que el camarada Dmitri compuso para tocarle las narices a Stalin, que esperaba, tras derrotar a la Alemania nazi, que su mejor compositor derrotara la Novena de Beethoven con una gran Novena soviética. En vez de ello, Shostakóvich, beethoveniano, compuso una pequeña y bella sinfonía jocosa y burlona, que consiguió, una vez más, enfurecer al dictador y logró para el compositor el raro mérito de ser uno de los pocos que irritaron seriamente a Stalin en varias ocasiones y vivieron para contarlo.
La pieza permitió el debut al frente de la Orquestra Simfònica del Vallès del nuevo director titular del conjunto, el valenciano Rubén Gimeno (1972), uno de los nombres destacados en la lista ya gozosamente larga de jóvenes directores de orquesta españoles de gran valía que auguran un espléndido futuro a la dirección orquestal.
Gimeno, tras una larga experiencia como clarinetista y violinista, sabe lo que quiere de la orquesta, pero sabe también muy bien cómo se viven desde el interior de la orquesta las exigencias del director y ello le permite practicar una dirección muy completa y efectiva. Si el acompañamiento a Beethoven adoleció de una cierta dureza y rigidez, la versión de Shostakóvich, tímbricamente muy bien coloreada y administrada y con una buena respuesta orquestal, alcanzó un alto nivel. La música ha regresado al Palau.
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