El nuevo motor del mundo: Asia
Lo que parecía increíble ha sucedido: la periferia se ha recuperado antes que el centro: Asia emergente ha salido de la recesión antes que EE UU, Europa o incluso Japón. Y además no se explica sólo por China y la India, gigantes con una demanda interna alimentada por ingentes políticas de demanda, sino también por el resto de economías emergentes de Asia, puesto que todas han salido ya de la recesión. Algunas -como Corea, Filipinas e Indonesia- sólo experimentaron un trimestre de crecimiento negativo, por lo que técnicamente ni siquiera entraron en recesión. Otras -como Malaisia y Tailandia- salieron ya en el primer trimestre. Las más retrasadas han sido las economías más pequeñas y abiertas -Taiwán, Hong Kong y Singapur-, pero ya han salido en el segundo trimestre de este año. En resumen, la crisis que ha dejado al mundo convaleciente ha resultado ser un resfriado para Asia.
Hay quien argumenta que la neumonía asiática se ha evitado gracias a antibióticos -enormes paquetes fiscales y políticas monetarias ultralaxas- que no son sostenibles de no volver la demanda externa de los países occidentales. La verdad es que los paquetes fiscales han sido tan grandes o más en algunos países desarrollados y las políticas monetarias aún más laxas, pero no se ha obtenido el mismo impulso. En cuanto a la sostenibilidad de las mismas, han de serlo más en Asia, puesto que la región tiene una capacidad de endeudamiento mucho más elevada.
La pregunta que hemos de hacernos es si la periferia -y en concreto Asia emergente- puede actuar como centro en un tiempo lo suficientemente corto como para que el que era el centro -el mundo desarrollado- salga a flote. Existen dos importantes fuentes de crecimiento -diferentes para China del resto de Asia- que pueden apoyar al mundo desarrollado. En el caso de China, el motor es el consumo privado, y en el caso del resto de Asia, la inversión privada. ¿Por qué dos motores diferentes para una región tan sincronizada en su salida de la crisis? Porque China no puede seguir creciendo a través de la inversión y Asia no puede dejar de hacerlo. En el caso de China, el Gobierno está tomando medidas concretas para que el consumo privado -el gran ausente en el milagro de crecimiento chino- despegue. Así, se están tomando medidas concretas para aumentar el Estado del bienestar en China y recientemente también se ha introducido la obligación por parte de las empresas estatales -ahorradoras compulsivas- de devolver al Estado una parte de los enormes beneficios acumulados. En el resto de Asia, la inversión privada -que ha permanecido anémica desde la crisis asiática- ha de aumentar para apoyar un proceso de industrialización y urbanización retrasado respecto al de China.
Alicia García Herrero es economista jefe de mercados emergentes en el Servicio de Estudios del BBVA.
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