El FMI pone el acento en los pobres
Criticado hace sólo dos años por su irrelevancia, por sus discursos neoliberales e incluso en ocasiones por las pésimas recetas que llevaron a algunos países en desarrollo a profundas crisis, el Fondo Monetario Internacional (FMI) es ahora un organismo pujante, que ha destacado por su activismo en la lucha contra las turbulencias. Frente al optimismo que se ha instalado en los cenáculos económicos, su director gerente, el francés Dominique Strauss-Kahn, aseguró ayer que la recuperación "es frágil" y advirtió de que la crisis puede ensanchar aún más la brecha entre ricos y pobres. Strauss-Kahn puso cifras a esa tendencia: los países pobres necesitan 37.300 millones de euros en financiación externa para sobrevivir a la recesión los dos próximos años. Y lo que ocurre ahora es todo lo contrario. La inversión extranjera en los países pobres se reducirá el 25% este año, y las remesas caerán un 10%. "El Fondo proporcionará un tercio de la financiación necesaria, pero no puede actuar en solitario", sentenció.
La ONU ha asegurado recientemente que el mundo ha superado por primera vez la barrera de los 1.000 millones de pobres, "víctimas inocentes de la crisis", según la nomenclatura habitual de las instituciones multilaterales, que Strauss-Khan hizo suya en una conferencia en Washington. "La democracia podría estar en riesgo" en los países a los que se denieguen ayudas, aseguró, para después destacar que los países de "bajos ingresos" -otro de los eufemismos habituales- "están pagando el precio de los errores de los países ricos".
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