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Reportaje:

Gallegas, intrépidas y victoriosas

Las remeras de la trainera Rías Baixas-Rianxeira reeditan su éxito en San Sebastián

Pioneras y triunfantes, las remeras de la trainera Rías Baixas-Rianxeira superan fronteras inexploradas. El domingo levantaron la segunda Bandera Femenina de La Concha y reeditaron el éxito logrado el año pasado. Hace unas semanas habían llegado al triunfo final en la liga femenina que organiza la Asociación de Clubes, una competición de la regularidad en la que superaron con suficiencia a las selecciones de Guipúzcoa, Vizcaya y Cataluña. Claro que Galicia no es una selección; los actuales rectores del deporte autonómico denegaron esa opción. "Somos una unión temporal de equipos compuesta por Cabo de Cruz, Meira y Chapela", matiza Araceli Fernández, delegada de un grupo que lo único que quería era remar y ganar, pero que se vio enredado en un problema nominal resuelto en cuanto llegó el patrocinio privado. Fueron Galicia-Rianxeira en la Liga y Rías Baixas-Rianxeira en La Concha, donde hay que salir al mar como club.

La selección está formada por palistas de Cabo de Cruz, Meira y Chapela
Algunas barajan la retirada; les es difícil combinar estudios y entrenamientos

Pero al margen de los nombres, están las sensaciones. "Ganar La Concha, salir del agua por la rampa entre la gente que te felicita, ir luego por la calle como ganadoras, te sientes como en una nube...", relata Silvia Úbeda, una de las integrantes de la embarcación. Ayer alargaba la resaca de la victoria paseando por Donosti con sus compañeras Verónica Lago y Noelia Martínez. "Pedí dos semanas en el trabajo para poder prepararme bien y a la vez disfrutar de todo", apunta Úbeda. A 700 kilómetros, en Boiro, Benigno Silva, acude a su cita diaria en el instituto en el que imparte Educación Física. Junto a Marco Castelao, entrena a las remeras y semeja inmune al paso de los kilómetros. Había llegado a las cuatro de la mañana desde el País Vasco y viene de un periplo que le ha llevado cuatro o cinco días por semana a navegar las Rías Baixas por tierra y mar. "Al tener remeras de tres equipos, salimos con las de Cabo de Cruz", explica Silva, "recogemos a alguna compañera en Catoira o en el peaje de la autopista, pasamos por Moaña a recoger a las de Meira y Chapela y nos vamos a entrenar a Aldán. Y vuelta a casa".

El apaño permite formar un equipo sólido en el que quienes compiten de marzo a junio como rivales en bateles (con cuatro remeras y una patrona) y trainerillas (impulsadas por seis), acaban por compartir sudor en una misma trainera. "Al principio nos sentíamos un poco extrañas porque hay rivalidad, pero hemos congeniado muy bien", reconoce Verónica Lago. Juntas conforman un equipo ganador con vocación de continuidad, pero no resultará sencillo seguir al nivel más alto. Varias de las componentes del grupo barajan la retirada. Influye el sacrificio, pero todavía más los roles sociales, la familia, el trabajo. "Una de nuestras mejores remeras fue madre hace dos años y se ha perdido estos triunfos", lamenta Silva. Se perdió el gran salto, la opción de encallar el batel o la trainerilla y subirse a una trainera, como los hombres; 13 y una patrona, en este caso Laura Hermo. El paso adelante se produjo el año pasado en La Concha, con una prueba telonera de la Bandera masculina, pero que tuvo una excelente acogida y generó un efecto emulación. "Ya en 2005 hubo una regata femenina en Hondarribia, pero La Concha tiene una gran repercusión", comenta la delegada del Rías Baixas. El domingo tuvieron que superar a diez rivales.

En realidad no era complicado esperar que las gallegas estuvieran en lo más alto del podio en cuanto se organizaran pruebas. Dominantes en bateles y trainerillas, restaba armar el mecano y superar la dispersión. La voluntad de los clubes y el patrocinio de Rianxeira sirvió para cubrir un presupuesto de poco más de 30.000 euros, suficientes para poner a Galicia en las portadas de los periódicos y reservar una estimable cuota de pantalla. "Queremos seguir, pero la continuidad no está garantizada", alerta Silva. Los triunfos logrados les pueden servir de aval incluso en tiempo de crisis, pero sobre todo como espaldarazo para atraer vocaciones. Porque remar es a veces una cuestión de fe. "Hasta hace poco trabajaba de 8.00 a ocho de la tarde y al salir iba a entrenar hasta las once y así un día tras otro", ilustra Noelia Martínez. Otras, como Silvia Úbeda, que trabaja en una notaría, lo llevan mejor.

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En el equipo ya barajan cómo dar facilidades a las remeras para que no lo dejen, pero también miran hacia otras mujeres que destacan. Mecos y A Cabana-Ferrol también estuvieron en La Concha; y en el Náutico de Vigo las hay igual con buen nivel en bateles. "Siempre se ha visto el remo como deporte masculino", resume Verónica Lago. Sin embargo, en el País Vasco, durante el año pasado, las altas de nuevos federados en infantiles, cadetes y juveniles se incrementaron en hombres un 12% y en mujeres un 31%. "Galicia es diferente. Aquí el remo sólo se siente en zonas muy puntuales", reflexiona Úbeda. Incluso así no hay quien les gane.

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