Los aranceles de la UE amenazan al atún gallego

"Mucha gente se quedará sin trabajo y Galicia afrontará una tragedia". Así de complicado pintan el futuro desde la propia industria atunera que abrió ayer la IV Conferencia Mundial del Atún con marcado acento pesimista. La Unión Europea aprobó el pasado julio el Acuerdo de Partenariado con algunos países del Pacífico, entre ellos Papúa Nueva Guinea, que permitirá la entrada de productos derivados del atún libre de arancel independientemente de su origen. Ignacio Lachaga, que preside una de las compañías más competitivas, Albacora, tachó de "barbaridad" la política arancelaria comunitaria y aseguró que "tendrá consecuencias" no sólo para armadoras y conserveras sino también para el negocio del cartón, las latas o el aceite.

Lachaga explicó que se trata de una de las zonas más productivas del mundo, por lo que la concesión de la UE beneficia a países del sureste asiático -Tailandia, Filipinas y China- que invertirán en plantas de procesamiento para abrirse paso en el mercado europeo, principal consumidor del atún en conserva. "Se abre una puerta trasera a la pesca de origen dudoso", apuntó. "No competimos con las mismas reglas de juego, esto no es globalización sino dumping social", denuncian.

De los más de 300 buques que operan en esas aguas sólo cuatro tienen bandera española porque Papúa, que registra la esperanza de vida al nacer más baja del planeta, "no concede ninguna licencia a la pesca atunera europea". Sólo en esa área se capturaron más de 200.000 toneladas de túnidos en 2007, según datos de la FAO. Desde la plataforma que proporciona esta cumbre mundial, pedían ayer a la UE que "rectifique para evitar" que la zona asiática se haga con el monopolio del atún. "Otros países piden ya el mismo tipo de exenciones", advierten. El mensaje que lanza la industria atunera a Europa es claro: "Paren, revisen los acuerdos concedidos antes de que sea irreversible o, al menos, exijan acuerdos sanitarios y laborales".

A este problema se suman otros frentes, como el acoso de los piratas somalíes en el Índico. Las capturas se resienten y la prueba, dice el sector, es que en dos años se han recortado en un 40%, también por las políticas de sostenibilidad. Ante la negativa española de embarcar militares en los buques de pesca, que ayer reiteró el secretario general del Mar, los barcos buscan caladeros hacia el este, donde los corsarios son más escasos. El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, subrayó durante la inauguración de la cumbre la necesidad de "una decidida acción internacional".