"Sólo puedo ver lo que hice como un tiempo brillante"
"Lo de la Cidade da Cultura nunca lo vi claro; además, lo gestionaba el BNG"
César Antonio Molina (A Coruña, 1952) se reincorpora esta semana a las aulas de la Universidad Carlos III de Madrid, dando por concluida -"absolutamente concluida"- una carrera política fulgurante en todas las acepciones. Tres años al frente del Instituto Cervantes, al que cogió con unas 40 sedes y dejó con 65 abiertas y otro medio centenar en marcha, le allanaron el camino al Ministerio de Cultura, en el que permaneció dos años, hasta la crisis del pasado mes de abril, que le incluyó por causas no muy explicadas y menos por él. Ahora ha consumado la despedida con su renuncia al escaño por A Coruña en el Congreso. Una despedida que pensó "que iba a pasar desapercibida". "Pero ha tenido tanto revuelo de llamadas y mensajes como cuando me nombraron o me destituyeron del ministerio", añade.
"La gente que me conoce sabe que soy sensato. No me guía el despecho"
"La gratitud es un bien tan escaso que no hay que intentar buscarla"
Pregunta. ¿Puede ser porque se entiende que se ha ido dando un portazo?
Respuesta. No creo. La gente me conoce y sabe que soy sensato, y no me guía el despecho, sino la coherencia personal. Siempre dije que no era un político profesional, que llegué a la política con mi carrera hecha, y siempre he defendido que los políticos deben de saber a dónde vienen y a dónde van.
P. Pero podía trabajar en el Congreso y haber esperado a concluir la legislatura.
R. Es muy difícil, porque la labor parlamentaria está toda distribuida, y cuando avanza la legislatura está todo repartido y es difícil acoplarse. Ya sé que hay mucho diputado que está de coro, pero creo que yo puedo hacer otro tipo de trabajo y mejor servicio en otra parte. Y necesitaba cambiar. Yo he dedicado toda mi vida a la cultura, y permaneciendo no podía hablar ni opinar de cultura, y me voy a dedicar al medio ambiente o a las obras públicas. Mi paso por la política está acabado.
P. Es difícil de creer que uno se vaya sin algún resquemor. ¿No hay nada negativo en esa experiencia?
R. Resquemor ninguno, porque lo que he hecho lo he hecho bien, los resultados están a la vista. Y la cuestión temporal no depende de uno. Yo llegué a la política con mi dote y me voy con ella. Otros no la tienen. Toda mis experiencias han sido positivas, porque he aprendido mucho, he viajado mucho, he podido representar a mi país internacionalmente, lo que es una honra, y a un gran nivel. La cultura es lo único por lo que nos consideran una potencia universal, y hemos liderado el mundo iberoamericano, tenido gran influencia en Bruselas... Pero todo acaba, y estoy contento de lo que hice, sólo puedo verlo como un tiempo brillante.
P. ¿Duele más la ingratitud de los de arriba o la incomprensión de los de abajo?
R. Cuando me nombraron doctor honoris causa en la Universidad de Nápoles, en el discurso cité a La Bruyére, que decía que la gratitud es un bien tan escaso que ni siquera hay que intentar buscarla. Y me sentí muy bien comprendido, aquí y en todo el mundo.
P. ¿Esa experiencia adquirida le servirá para cuando vuelva a dar clases de periodismo?
R. Yo siempre me he considerado dentro de la tradición anglosajona de diferenciar claramente información y opinión, y creo que en España se mezcla permanentemente, sobre todo en temas de cultura. Yo siempre les he dicho a mis alumnos que o se hace una cosa u otra.
P. El mundo del periodismo está ahora tan agitado como el de la política.
R. Estamos, como decía McLuhan, no ante un cambio de cultura, sino de civilización. Internet ha supuesto un cambio que desconocemos a dónde nos llevará, lo mismo que cuando se inventó la imprenta no se fue consciente de la revolución que supondría. Hay tecnologías que van muy por delante del ser humano y tenemos que irnos adaptando a ellas.
P. Usted es un escritor prolífico, libros ha publicado unos...
R. Algo más de 30.
P. Si ya sacaba tiempo para escribir y publicar cuando tenía responsabilidades de gobierno, ahora incrementará su producción literaria.
R. El mes que viene sale Lugares donde se calma el dolor, un libro de 700 páginas que escribí durante estos años andando por todo el mundo. También en octubre sale la traducción al serbio de mi libro de relatos Fuga del amor, y posteriormente saldrán las versiones italiana y francesa. Y está a punto la novena edición de los poemas [en gallego] de A fin de Fisterra. Estoy acabando un libro de poesía en castellano, Cielo azar? y preparo otro, un ensayo sobre cultura y poder, sobre las relaciones que han tenido los intelectuales con el poder, desde Sócrates y Aristóteles hasta nuestros días.
P. Ha dicho que se siente orgulloso de haber conseguido que la Torre de Hércules sea Patrimonio de la Humanidad, ¿fue una decisión política?
R. El ministro decide cuales son los monumentos se presentan. Los méritos están ahí, pero hay que explicarlos y saber defenderlos. Se dio una conjunción de astros, el ministro era de la propia ciudad y todas las instituciones hicieron una gran labor. Fue una cruzada en la que yo fui el general, no fui el único soldado, pero sí el que estaba al mando. Sólo por la declaración de la Torre de Hércules ya valió la pena haber sido ministro, porque nací a su sombra, y bajo ella forjé mi visión del mundo. Para mí fue algo fundamental darle el valor que tenía.
P. La había desechado, pero después de escuchar esto tengo que hacerle la pregunta de si era cierto lo de que iba a presentarse a la alcaldía de A Coruña
R. Mi carrera política finalizó como ministro, y vivo en Madrid. Nunca tuvo ningún fundamento.
P. Habrá quien le reproche la falta del mismo entusiasmo a la hora de apoyar la Cidade da Cultura.
R. Lo de la Cidade da Cultura yo nunca lo vi claro. Por otra parte, la gestionaba el BNG y tampoco nos dieron mucha vela en el entierro, no se nos pidió la opinión y no la dimos. Estuvo bien así.
P. ¿Y que opinión tiene ahora? ¿Como gestor cultural, le interesaría el reto?
R. Ya no me corresponde opinar, lo que pase ya lo veré como espectador. Y en cuanto al reto, no gracias. Sé muy bien lo que voy a hacer.
P. Como director del Instituto Cervantes, incluyó la promoción y el estudio de los otros idiomas oficiales en sus centros. ¿Cómo ve la polémica sobre el gallego en la educación?
R. Lo único que sé es que en Galicia tenemos dos lenguas, y en el mundo de hoy, hablar cinco es mejor que hablar tres. Es fundamental saber gallego, que es nuestro idioma y que nos emparenta con 300 millones de lusófonos, y saber castellano, que nos conecta con 500 millones de hispanohablantes. Hay que saber explotar y sacar el rendimiento que significa eso.
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